La Doncella y el Vampiro

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La Doncella y el Vampiro

Desde mi fama debido a mis discos grabados y varias de mis presentaciones aún quedaban muchos fans que recordaban al vampiro Lestat entre ellas jóvenes mujeres y adolescentes que me reconocían en algún antro donde solía ir en algunas ocasiones a divertirme un poco.

Del lado contrario de la pista estaba una joven sensual no mayor de 18 años calcule por el aroma de su dulce sangre virgen que desprendía su cuerpo de rosa, su cabello rojo como la sangre que corría por sus venas y su piel como pétalos de rosa en primavera, ella me miraba con una sutil coquetería y me brindo una suave sonrisa, no es que no estuviera acostumbrado a ese tipo de coqueteos pero algo en ella me atraía mucho tal vez su sangre de doncella, le devolví la sonrisa y seguí observando a las personas que bailaban en medio de la pista, no percate que la chica se dirigió hacia a mí y en un tono melodioso en mi oído.

__buenas noches Lestat__ gire mi rostro encontrándome con sus hermosos ojos violeta y sin más me tomo de la camisa y me jalo hacia uno de los pasillos oscuros del lugar llevándome hasta un pequeño camerino, me deje guiar esbozando una sonrisa ladina, y cuando la puerta se cerró detrás de nosotros ella me empujó hacia la pared invadiendo mi boca con la suya mordió mis labios y deguste de su lengua abriéndome paso dentro de su boca invadiéndola con la mía, ella presurosa quito mi camisa donde sus manos ya viajaban por mi abdomen recorriendo hasta mi espalda, yo solo me dedique a disfrutar de sus caricias echando mi cabeza hacia atrás un poco, un suave murmuro salió de sus labios.

_hazme tuya Lestat_

Sonreí complacido por tener a mi disposición ese cuerpo virgen e hice a un lado su largo y ondulado cabello rojo este caía sobre sus hombros y su espalda casi llegando hasta su pequeña cintura dejando su cuello expuesto para mí, donde mi lengua ya invadía cada centímetro de él y mis manos empezaban a explorar ese delicado y frágil cuerpo esparciendo caricias por encima de su ropa...

La verdad era que las doncellas eran mi debilidad y esa noche se me presentaba una en bandeja de oro ese rico manjar que no iba a desaprovechar, la niña aunque inexperta en la artes de la seducción no lo hacía nada mal, pero mi instinto, salvaje... já ... no se pudo reprimir y hundí mi rostro en su cuello mordiendo y succionándolo dejando marcas de mis apasionados besos en esa piel de durazno, apreté sus nalgas pequeñas pero duras y redondas con mis manos pegándola a mí, y rosando mi sexo que empezaba a responder ante el ataque de sensualidad,

La tome de la cintura alzándola como una ligera pluma y ella se abrazó con sus bien formadas piernas de mi cintura, camine con ella hasta ponerla encima del tocador del camerino donde diversas cosas estaban sobre él, maquillaje, cremas, cepillos y algunos perfumes de marca desconocida.

Con una de mis manos tire todo de un solo golpe y senté a la chica sobre el tocador mirándola por unos segundos perfilando ese rostro casi perfecto con mi dedo índice, fijando mi mirada de seducción en esos hermosos ojos violáceos que destellaban deseo, su boca pequeña y de labios carnosos que incitaban a ser devorados a mordidas y besos candentes, sus mejillas rosadas y suaves.

Lleve mis manos hasta su cuello subiendo hasta su cabello sedoso acariciando, hundiendo mis dedos en el para masajearle con ellos, de un chasquido de dedos apague la luz quedando parcialmente en penumbras solo con las luces que emitían los foquitos alrededor del espejo del tocador del camerino.

La música del antro se escuchaba aun y la algarabía de afuera de los chicos bebiendo y bailando, en un instante todo se quedó silencio por escasos minutos para dar paso a la música suave, puse mi dedo índice sobre sus labios acariciándolos con él, ella aprovecho para meter el dedo en su boca y lamerlo de una manera tentadora y provocadora como si de un caramelo se tratase, mordí mi labio inferior y me acerque a ella para hundir mi lengua de golpe profanando su boca y uniendo nuestras lenguas en una danza húmeda de placeres.

Presuroso quite esa blusa desabotonando uno por uno sus botones dejando al descubierto esos pechos voluptuosos y frescos, los presione masajeándolos !aaah¡ eran tan exquisitos como se notaba que nadie los había tocado antes, ella guiaba mis manos sin soltar mis labios aunque mis colmillos ya habían hecho ligeras heridas pero que en vez de provocar una molestia en ella, le provocaban un exquisito placer.

Solté sus labios dando una última lamida en ellos y de golpe tome uno de sus pechos para besarlo y lamer su pezón rosado y formado como un botoncito de rosa los mordisquee succionando a la vez arrancado en ella gemidos sutiles que me estremecían.

Ella arqueo su espalda echando la cabeza hacia atrás haciendo que sus pechos resaltaran más y poder degustar de ellos sin tregua alguna, sensualmente llevó las manos a su cabeza alzando su cabello de forma muy sensual, vi como mordía sus labios jadeante y excitada ante el ataque de mi boca a sus pezones, con ambas manos tome de ellos masajeándolos y presionándolos con mis dedos mientras mi lengua serpenteaba de un pezón a otro chupando y mordiéndolos suaves arrancando fuertes jadeos a la chica que tenía los ojos cerrados y se lamia los labios.

Ella abrió las piernas con descaro y alce mi vista para mirar su petición de deseo, una de mis manos se fue deslizando hasta su sexo arrancando sus pequeñas bragas y frote encima de su diminuto vello púbico lo apreté y masajee sin llegar a profanarlo, acaricie su entre pierna y sus muslos, esa piel dura y suave me excitaba arrancándome jadeos mientras mi lengua serpenteaba hasta su vientre hundiéndose en su diminuto ombligo, ella echo su pierna sobre mi espalda masajeándome con su pie y sus dedos se hundieron en mi rubia cabellera brindando pequeñas caricias mientras sus gemidos eran suaves y su cabeza estaba echada hacia atrás sacudiendo su cabello de un lado a otro esparciendo el aroma que este desprendía, un aroma a flores de jazmín que invadía mis sentidos.

Era un placer ser el primero en profanar ese templo que era su cuerpo de diosa, cerré mis ojos y seguí besando sus muslos hasta la punta de los dedos de sus pies, como si con mis besos fuera escribiendo un poema erótico en su piel blanquecina y mi saliva la tinta que quedaría marcada en ella.

Lentamente sin dejar de mirarla con la seducción que me caracteriza subí hasta llegar a ese lugar que pedía ser profanado en cada gemido sostuve sus muslos y los abrí más presionándolos con la yema de mis dedos en lo que mi lengua ya hurgaba dentro de su sexo húmedo, probando las mieles que de ella resbalaban toque ese botoncito con la punta de mi lengua y ella se retorcía jalándome del cabello, yo, sonreía y sabía que eso la enloquecía así que mordí ese botoncito suave y lo lamí con lujuria soltando y bajando hasta su vulva profanándola con mi lengua que serpenteaba lujuriosa en su intimidad, poco a poco deslice mi mano hasta su sexo que enrojecido estaba y un poco hinchado de excitación, dos de mis dedos se abrieron paso dentro de él penetrándola y mi lengua seguía su curso sobre su botoncito que mordisqueaba con lujuria y placer, ella ya no pudo más y tuvo su primer orgasmo, mojando así mis dedos sin dejar de profanarla con ellos, ella lanzo un grito de placer a lo cual sonreí complacido y subí de nuevo hasta ella haciéndome camino con mis besos y mi lengua húmeda, al llegar a su boca hundí de golpe mis dedos en la suya para que probara sus propias mieles, ella los chupaba desesperada y totalmente excitada, produciendo en mí una corriente de placeres mezclados que me arrancaron gemidos y gruñidos sobre su cuello y de nuevo torture sus pezones, ella suplicaba.

__Lestat, Lestat, tómame, hazme tuya ahora.__

Una mirada de lujuria y un brillo de maldad reflejaron mi par de zafiros, ella se abrazó a mí con sus piernas frotándose en mi sexo de manera por demás descarada, la tome del cabello y jale su cabeza hacia atrás probando una vez más el sabor de sus pechos redondos y sus pezones rosados.

Estaba realmente enloquecida de placer y sin poder evitarlo más clave mis colmillos suavemente cerca de uno de sus pezones succionado así su sangre de virgen, ella al percatarse de lo que sucedía luchaba por zafarse de mi agarre pero solo era una frágil muñequita entre los brazos de un vampiro y lentamente fue sucumbiendo ante mi fuerza debilitándose mientras su vida escapaba de su cuerpo.

Saque mis colmillos y antes de soltarla lamí una vez más esos pezones rosados y endurecidos subiendo de nuevo a su boca propinando un último beso sobre sus labios rojos.

__ ¡oh ma chérie! tan exquisito tu cuerpo de diosa, como tu dulce sangre virginal la cual ahora corre por mis venas brindándome de nuevo la fuerza en este mundo de oscuridad, descansad y dormid hasta que tu alma repose en el paraíso o tal vez en el infierno mi dulce y sensual doncella, debe ser un placer dormir el sueño eterno bajo los brazos de Lestat de Lioncourt.__

Salí de ahí como un ladrón nocturno perdiéndome de nuevo en las sombras de una noche más.

Placeres de Lestat Donde viven las historias. Descúbrelo ahora