El último amanecer

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Despierta, aún queda tiempo. Podemos cambiar el mundo, juntos, te acompañare en tus aventuras, en tus derrotas, en tus problemas, en tu vida... nunca te abandonaré, sin importar las circunstancias, siempre estaré a tu lado, lo quiera o no.
Abre los ojos, podemos realizar este cambió, pero necesitamos de los dos, yo voy encaminarte a la luz y tu vas a encaminar a ellos, te guiaré por el sendero de tu lucha.
Aún queda tiempo... aún lo queda.

...

Él, prometió lo que dijo al momento que yo nací, estuvo ese mismo día. La intensa luz que me segaba, lo recuerdo, unas manos frías y plásticas me sujetaban delicadamente mientras me alzaban y cubrían con una manta, los gemidos de una mujer sufriendo, exhausta por un reciente esfuerzo, recuerdo la sangre embarrada en todo mi cuerpo, todas las sombras discutir sobre mi nacimiento, la enfermera fue de inmediato a lavarme, yo no podía ver nada, todos las voces eran ruidos. Nunca olvidare la primera vez que estuviste conmigo, puede que no te haya visto, ni escuchado, pero sentía tu presencia que calmaba mi alma... de cierto modo, tampoco puedo olvidar esa vez que discutían por el hecho de que fuera un Jeaker.
Desde ese momento, comenzó nuestra vida...

...

Un nuevo amanecer, otro día que debo sobrevivir, puede que en ese momento no lo entendiera, tan sólo era un pequeño en un mundo caótico, despertar era una pesadilla.
Sucedió una mañana, hace 10 años...

Los aire templados de la ciudadela entran en una suave brisa por la ventana, el amargado aroma impregnado en el aire me despierta. Me descubro moviendo las sabanas sin hacer mucho ruido, con ojos a medio cerrar me levanto, me limpia las lagañas y toda la baba restregada en la cara, dejo colgando mis piernas en la orilla de la cama, veo el horizonte de mi cuarto donde se encuentra todo el polvo de siempre, se lo que sucederá este día, todos los días es lo mismo. Antes de tocar el suelo lo saludo.

-Hola, Jayden.- bostezo recibiendo su respuesta.

-Hola, Jacob.- su voz siempre me anima.

Me encamino al armario buscando ropa limpia, de paso recojo toda la que esta sucia, desde las mañanas puedo escuchar los gritos de mi madre discutir con mi padre de lo mismo.

¡Ya te dije que no podemos sacarlo!- escucho en el fondo de mi cuarto.

-¡Él tiene derecho de salir!- mi madre es la única que me toma como él y no eso.

-¡Te lo repetiré, no puede, si lo hace nos mataran!-

-¡Tienes miedo de que te pase algo a ti y no a él!-

Prefiero seguir recogiendo que a escucharlos, a mitad de agarrar una prenda él me habla.

-De seguro hoy va ser mejor día que ayer.-

-Sí, lo creo.- respondo con voz adormecida.

La acomodo toda en una pila cerca de la esquina, preparo mi ropa limpia, abro la puerta lo más lento y discreto que puedo, voy directamente al baño sin distracciones.

Terminando de bañarme, me veo en el espejo, suelo charlar con él por medio del espejo, en el reflejo lo puedo ver; como a mi mismo.

-¿Qué haremos hoy?- pregunta animandome como de costumbre.

-Está vez tomare más comida que antes para irnos al cuarto.-

-Podemos hacer otra cosa diferente hoy, tengo un buen presentimiento.- me sonríe.

-Lo dudo, aparte, no escuchaste la discusión matutina.- contesto con tono burlón.

-No importa.-

Salgo tomando mis cosas, a mitad de camino mi madre sube por las escaleras, me detiene antes de cerrar la puerta. Me toma de los hombros y se agacha por mi baja estatura poniendo su rostro frente al mio.

Era de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora