Capitulo 5: ¿La despedida?

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Todo pasó muy rápido. Apenas recuerdo ver a Ken llorar con su mejilla enrojecida, negando todo con gran insistencia, lo que lo hacía menos creíble. Él no tuvo que hablar para que supiera lo que había ocurrido: Ámber, como siempre. Pero esta vez había sobrepasado el límite. Esta vez había golpeado a Ken, solo por el placer de hacerme hervir la sangre. Sabía que nada de lo que ella hiciera podría molestarme, salvo meter a Ken en el medio. Y eso hizo. Le pedí a Runa que llevara a Ken a la enfermería, yo me encargaría de Ámber. Ken me pedía que no la enfrentara una y otra vez, pero mi furia era mucho mayor que su miedo. Fui a donde supe que encontraría a Ámber; al hueco de las escaleras. Allí estaban las tres brujas. La pelea empezó sin previo aviso; sus amigas me acorralaron en una esquina y me golpearon en el estómago. Pero Ámber aún no era feliz, tenía que ser ella quien diera el golpe final, y lo haría. Cerré los ojos, esperando el choque de su mano en mi rostro, pero eso no ocurrió. Cuando abrí los ojos, Nath tenía el brazo de su hermana agarrado y le hablaba, no, le gritaba:

—¿En qué demonios pensabas, Ámber?

—Nath, suéltame—se quejaba ella.

—¿Estás loca? Pegándole a otros estudiantes... Esto no te lo pasaré por alto.

—Sí, lo harás.

—No, no lo haré. Te arrepentirás de esto—me tomó y me ayudó a llegar a la enfermería—. Lo siento mucho. Ámber es una estúpida. No volverá a pasar... ¿Estás bien?

—Ken. A él también lo golpeó—Nath asintió.

Ese día, el instituto fue un caos total: Nath y la directora corrían por todas partes; mis padres, los de Ken, los de Nath. No vi a nadie, pero sabía que estaban allí. Finalmente, Ámber fue suspendida por unos días. No era suficiente, pero serviría para recuperarme. Volví a casa y seguí con mi rutina normal.

Al otro día, Ken insistió en vernos en privado. No entendía por qué, pero aún así, lo seguí hasta los vestuarios del gimnasio.

—Ken—le dije—. ¿Quieres decirme ya de qué va esto?

—Le conté a mi padre lo que pasó con Ámber. Él está furioso conmigo. Dijo que es inaceptable que su hijo se deje pegar por unas señoritas.

—¿Qué? ¿Señoritas?

—Luego dijo que me sacaría de este instituto inmediatamente y se encargaría de convertirme en un hombre, para limpiar su honor lo antes posible.

Tenía sentido, su padre era militar. Él entrenaba a jóvenes para que se convirtieran en fuertes soldados. Ahora haría eso con su propio hijo. Pero aquello requería tiempo, mucho tiempo, y la escuela militar era muy dura, quien sabe lo que tendría que soportar Ken antes de volver... si volvía.

—¿Vas...—comencé, pero mi voz sonaba quebrada, lloraría pronto, pero no podía hacerlo frente a él— a volver?

—Claro. Papá dijo que cuando volviera a este instituto sería el hombre que siempre debí haber sido.

Asentí, asimilando la información. Ken se iba a una escuela militar. Se iba. Lo sabía, pero no podía reaccionar, es como si no terminara de entenderlo.

—Tranquila, volveré—dijo tomando mi mentón, haciendo que lo mire. Ahí estaba mi amigo: sus enormes anteojos, tras los cuales se escondían dos ojos color esmeralda, sus mejillas sonrojadas, su sonrisa, ahora parcialmente visible, alentándome a ser fuerte. Detalles tan comunes que no me había parado a ver hasta ahora, ahora que se iría.

—Promételo—le supliqué a punto de llorar—. Promete que vas a volver.

—Lo prometo—respondió—. Volveré apenas pueda. Pero tú promete que me esperarás.

—Lo prometo. Te esperaré—dije asintiendo. Claro que lo esperaría, él era más que mi amigo. No estaría completa hasta que volviera. Él era una parte de mí. Había estado conmigo desde que tengo uso en razón, hemos sido amigos toda la vida, él sabe todo de mí y yo sé todo de él; y ahora esto... Ámber nos separaba.

No aguanté más y lo abracé fuerte, tanto como pude. Tan vez así borraría todo esto, y lo convertiría en una horrible pesadilla. Pero era real, no podría cambiarlo. Mis ojos se cristalizaron y decidí dejarlos proceder. Las lágrimas salieron deslizándose por mis mejillas, pero ken las apartó y me tomó el rostro antes de besarme. Fue un beso corto, pero lento. Sentía sus suaves labios moviéndose sobre los míos, cerré los ojos por instinto. Apenas tuve tiempo de reaccionar, porque enseguida se separó, dejándome paralizada.

—Ken...—sentía mis mejillas arder y me sentía sofocada. En realidad, no podía explicar cómo me sentía. Ken, mi mejor amigo, me había besado.

—Quiere que tengas esto—me dio un oso de peluche—. Cuando me extrañes abrázalo fuerte, será como si estuviera ahí.

—Ken—no me dejó terminar. Me dio un abrazo fuerte y dijo que me vería pronto.

Fue cuando se alejaba que comprendí realmente lo que ocurría: Él se iba y yo no sabía cuándo volvería. Lo único a lo que podía aferrarme, era a su promesa: "Volveré apenas pueda"; y mi promesa: "Te esperaré"

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¡Hola! No me maten, por favor. Prometo que voy a subir el próximo capítulo muy pronto.

Volviendo a Empezar (CDM- Kentin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora