"Esas pequeñas cosas sobre ti"

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Cuando conoces a esa persona, esa a la que le sumas más cualidades de las que tiene, cuando pasas tiempo con ella, sin darte cuenta, memorizas cada pequeña cosa, cada gesto, lo más raro y curioso, lo guardas en tu cabeza en una lista quizá por simple inercia o tal vez con el propósito de tener un trocito de esa persona. Esas pequeñas cosas...

Fue algo divertido realmente, esos días que se quedo en mi casa me permitieron ver esas pequeñas cosas que hace a diario, me hicieron reír algunas, otras me dieron ternura y una que otra lograba asustarme. Como aquella noche en la que me di cuenta que no podías dormir sin antes trenzarte el cabello, me dijiste que el friz que tenias al despertar te hacía ver horrible, incluso te atreviste a compararte con la escoba que usaba el conserje de la escuela para limpiar los pisos, me hiciste reír Amai y te llame mentirosa pues no había cosa más hermosa que verte despertar con esa melena alborotada, por supuesto no me creiste...

- Eres una mentirosa – me dijiste- ¿Cómo puede ser hermoso parecer una bruja por la mañana? – me preguntaste

Sonreí al verte tratando de acomodar tu cabello pues se te había olvidado trenzarlo la noche anterior, me burle de tus intentos de que yo no te viera, tus suaves caireles estaban alborotados y mas marcados, unos cuantos nudos pude ver, te volví a llamar mentirosa en mi cabeza, eras la más vil de las mentirosas, ¿Cómo te atrevías a decir que te veías horrible?, claro nada de lo que te dije te importo, saliste corriendo al baño, cerraste la puerta de tras de ti y saliste diez minutos después con esos rizos alborotados en una coleta, sonreí abiertamente al verte salir y te lo dije en la cara .

- Eres una mentirosa – te susurre y tu simplemente me regañaste porque decías que mi cabello parecía haber salido de una revista y yo simplemente me reí otra vez.

Esas pequeñas cosas que simplemente me hacían pensar que eras lo mas bobo y tierno que pude haberme encontrado. Como esa noche en la que me di cuenta que dormías de tu lado izquierdo y tapabas tu oreja derecha con las cobijas, me pareció curioso ¿No tenias calor?, fue cuando me contaste ese miedo irracional a que alguien te tocara la oreja mientras dormías, solté una carcajada ante tal cosa ¿Quién demonios podría tocarte la oreja?

- ¡No te burles! – me gritaste pegándome con la almohada- ¡Podría pasar!

- ¡Claro que no! – reí regresándote el golpe – Tienes problemas mentales- te acuse por lo que te molestaste mas.

- Mira quién habla señorita "Me asustan los zombies", tan grandota y agresiva pero te dan miedo las películas de zombies – te reíste y me lamente por aquella noche en la que vimos aquella película.

- Te van a tocar la oreja  - te dije y tú simplemente me soltaste una patada tirándome de la cama.

Esas actitudes que tenias, esas pequeñas cosas sobre ti que me aprendí, tenias unas bastantes raras para serte sincera, como ese extraño baile que hacías al lavarte los dientes, te vi hacerlo una mañana después de desayunar, tú no te diste cuenta de que estaba viéndote, movías tus caderas al ritmo de alguna canción en tu cabeza y qué decir de tu cabello que revolvías como si la ventana estuviera abierta y el aire se metiera por cada mechón de el. Sonreí al verte así, esa confianza coqueta y tonta que tenias era lo que más me atraía, te enjuagaste y te miraste al espejo para luego soltar ese verso de la canción que posiblemente te hacia bailar de esa manera...

Repetiste dos veces aquel verso como si quieras que fuera cierto. Cerré la puerta para darte privacidad y guardar esto en secreto.

Realmente memorice varias cosas sobre ti, se que prefieres tomar tu te frió y mientras esperabas por el conversabas conmigo, también se que  tus orejas se ponían rojas al besarme y tus manos temblaban levemente aunque no lo dijeras, también se que no te gustaba admitir tus errores y conozco tu manera de humillar a la gente o tu forma de ponerme nerviosa. Tenias la mala maña de hacerme necesitarte, esa fue la que mas odie, tu forma de atarme, ya fuera con una palabra, un gesto e inclusive una simple mirada te funcionaba, hacías unas cosas bastante crueles Amai pero quien era yo para juzgarte si yo adoraba que lo hicieras, tal vez eso también fue parte del problema, deje que tu y tus pequeñas cosas formaran parte de mi.

Deje que tus canciones favoritas se volvieran las mías, permití que tu aroma hiciera desaparecer el mio, te deje llevar acabo la peor de tus manías, esa de reclamar todo como tuyo, porque Amai si había algo que amabas era hacerme amarte, también te odie por eso. Te odie por hacerme amar  esa canción de "Ours" que ya no puedo escuchar, por ya no poder leer los libros de Jane Austen, porque por tu culpa los zombies ya no me dan miedo, te odie por tu costumbre de hacerme amar lo que amabas.

Esas pequeñas cosas Amai, todas ellas me hicieron sentir diferentes sensaciones, pero la que mas me asusto fue esa manía tuya de no voltear atrás cuando te marchabas, esa en especial me hacia temblar, me di cuenta cuando te fuiste de mi casa después de pasar unos días ahí, cuando tu mama fue por ti , no volteaste atrás ni por error, seguiste tu camino y cruzaste la calle. Fue peor que ver una película de zombies para serte sincera, pero al día siguiente llamaste y de nuevo me ataste con ese susurro ronco, me sentí inmune a la mordida de algún zombie.

Al final es  como te dije ... ¿Quién demonios era yo para juzgarte? , para culparte, supongo que es inevitable tenerte un poco de rencor pues literalmente te volviste mi otra cara y créeme es muy peligroso tener dos.

Al inicio te hable de esa persona, de aquella que te hace enumerar todas esas pequeñas cosas que yo te acabo de describir de una manera un tanto peculiar, te hable de esa lista y me imagino que tu has tenido una también y si no, no te preocupes ya te llegara y también habrá una con tus pequeñas cosas y no me mal interpretes no es que sea horrible y te este deseando el peor de los castigos porque si fuera así se me habría pegado el negro sentido de el humor de Dios y por suerte eso no ha pasado. No sabría decirte porque la mente tiene una manera tan baja de jugar pero si puedo decirte que estas cosas no se olvidan o por lo menos no todas, tu cabeza puede enviarlas a un rincón y dejarlas ahí por un tiempo y simplemente sacarlas cuando necesite ponerte a prueba porque veras son estas pequeñas cosas las que al final te rompen el corazón.

"Lo diferente que éramos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora