2.

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*
- Ginger salvame por favor... -sollozaba Jay, mi hermano pequeño atado a una silla con Jefe a su lado que vestía uno de sus típicos trajes blancos.
Quería correr hacia el, desatarlo y abrazarlo, diciéndole que todo estaría bien. Su cabello castaño claro estaba mojado por lágrimas y sus ojos ámbar se tiñeron de un color rojizo mientras su piel blanca estaba cubierta con magullones.

- Esto es por tu culpa, el sufre por tu culpa... - dijo Jefe finalmente, con un arma en la mano. Apuntó a la cabeza de Jay, y disparo...
De mi garganta las palabras no podían salir, solo lloraba.
Jefe apuntó a mi y se escuchó su sonar...

Desperté, sudada y llorando. No podía permitir que eso pasará, nunca lo permitiría. No me había percatado que Jefe estaba observándome curioso y comenzó a reír por mis actitudes, burlándose de mí.

- Te voy a subastar... - Esbozó una sonrisa con aquellos dientes amarillos, que tal vez hacía días que no cepillaba.

Pronto recordé a Hans, quien había dicho que me ayudaría a salir. No podía subastarme, no ahora que tengo Fe!.
Decidí mentir.

- He tenido un cliente, el que te habló anoche... Y dijo que volvería verdad? A la larga, acabarás haciendo mas dinero que si me subastas. - El chasqueo la lengua, pensando las cosas y luego me miró.

- El producto ayudando al comerciante... Que curioso... dijo para luego retirarse de aquel lugar tan pequeño.

Estupido.. Espero que te pudras tras las rejas.

El día lo pase en el cuarto para luego a la noche salir al burdel. Habían acortado la falda de mi vestuario y ahora se veía parte de mi trasero.
Mientras las demás chicas de mi edad están trabajando, saliendo con amigos o estudiando, yo estoy aquí. Vista como ni mas ni menos que un objeto sexual.

La noche paso rápido y pronto siento unas manos agarrar mi cintura.

- Hans... dije y se escucho una risa burlona.

- no se quien es Hans, Pero si se de una cosa que quiero..- dijo una voz ronca y unos labios se posaron en mi cuello pero note un movimiento brusco y el hombre se alejo de mi.

- quitate muchacho, ella esta ocupada.- era Hans, y había golpeado al tío el cual se fue corriendo como un completo cobarde. - Tu y los sujetos alcoholizados no se llevan bien - bromeo para después reír, pero al ver que seguia seria carraspeo la garganta y borro la sonrisa de su rostro. - vamos a alguna habitación.. - Nervioso tomo mi mano para que lo guíe.

Una vez dentro de esta esbozo una sonrisa enorme.

- pagaré por tus servicios!. - dijo como si fuera lo mas normal del mundo. Fruncí el ceño, no podía acostarme con el, se suponía que era quien me ayudaría a escapar. El abrió los ojos y miro hacia la puerta. Al voltear ví que Jefe estaba parado allí, con pintas de estar enojado.

- Este hombre creo todo un alboroto fuera! Si llegara a aparecer la policía la pagaras muy caro! - amenazo Jefe y luego salió de la habitación, cerrando de un portazo.

- Le diremos a tu mayor que pagare por tus servicios en mi casa, iremos y luego puff, nos Escaparemos. - aquel plan sonaba fácil, tan fácil que resultó ser la hazaña mas difícil.

Le había pedido a Jefe pagar por mis servicios a Domicilio, pero el no era tan tonto como pensábamos. Llevaríamos un acompañante que se aseguraría de que volviera a trabajar.

Hans terminó pagando una suma enorme de dinero para que Jefe aceptara, pero finalmente lo consiguió.

¿Quien diría que una persona tan poco conocida haría tanto sacrificio por mi?...

EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora