Una rosa fue todo lo que el pequeño André dejó en la tumba de sus padres. Seis noches y seis días no habían apagado el deseo de ver donde descansaban, donde dormían el uno junto al otro.
Su abuela le había contado innumerables veces su historia favorita, la de un esclavo enamorado de una chica adinerada, de un escape, de un niño que nació de un amor prohibido.
De como su abuelo buscó a su único hijo y lo llevó junto a la familia de ella para que descansaran juntos en paz.
Escondido entre los claveles, se acomodó la única prenda que traía, y acompañado de sus abuelos elevó la única oración cristiana que conocía.
- Padre nuestro, que estás en los cielos...
Más tarde, dejando flores de hermosos colores y dos antiguas coronas, una de mujer -adornada con bellas flores color rosa- y otra de hombre decoró el lugar.
Más hombres y mujeres se asomaron por entre los arboles, y sacando de muchos canastos diversas flores y plantas, entonaron un canto en honor de aquel antiguo amor.
Dentro de la casa, el canto se escuchaba a lo lejos, y una de las hermanas de la fallecida salió de su dormitorio. Al ver a todos aquellos que profanaban el descanso de su hermana, se alteró y corrió a echarlos fuera.
Una mano la detuvo, la mano de su madre, que la hizo parar y contemplar aquella fiesta en honor a los muertos.
Desde entonces, desde aquel día, todos los 1 de noviembre podía leerse en las colinas la primera frase que el esclavo dijo a su amada: «Eres bella».
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Te Amo, André [Historia Corta]
Historia CortaBrasil. Esclavos y señores. Blancos y Negros. Romances prohibidos y Matrimonios arreglados. ¿Habrá algún camino para estar juntos? No importa donde, no importa como, solo quiero estar contigo, André