4: Eclipse

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- ¿Estás listo, Phoe? – Preguntó Saeko, esperando a su hermano, quien ya tenía la maleta lista en la puerta.-

- Creo que está todo, por lo menos lo importante. Si me falta algo me las puedo apañar.- Comentaba con tranquilidad, cogiendo las maletas.- Pásatelo bien hoy, Saeko.- Se despedía Phoenix, subiéndose al coche plateado que le esperaba en la entrada.-

- ¡Adiós, Phoe! – Se despedía Saeko con un movimiento fuerte de brazo.-

- Saeko... - Decía aún medio dormida Gayá.- Vístete ya, no tenemos mucho tiempo.

- ¡Sí! – Decía emocionada, subiendo las escaleras a su cuarto.-

- ¿Cómo la ves? – Preguntó un preocupado Vici.-

- Hoy ni mucho menos será una prueba definitiva... - Suspiró Gayá como vaticinio de malas respuestas.-

Saeko estaba en su cuarto, sacando ropa y más ropa de su armario, buscando la prenda adecuada para ponerse. En el interior de la puerta izquierda del armario, había un espejo de cuerpo casi completo, en el que Saeko se reflejaba. Cada prenda que cogía apartaba la mirada del espejo. Sus brazos temblaban cada vez que pasaba por él. Sobre su superficie plana, se reflejaban esos ojos que atemorizaban a la pequeña. No había lugar donde no los viese, no había lugar prácticamente donde pudiese esconderse de ellos. Decidió vestirse más rápido, poniéndose un vestido de color lavanda, con escote cuadrado, y tirantas. El vestido caía hasta los gemelos. Cogió un bolso claro y pequeño, de tiras largas, colocándoselo en el hombro, corriendo hacia abajo con las sandalias en la mano.

Gayá la esperaba ya preparada. Vestía unos vaqueros ceñidos de color celeste, con unas zapatillas blancas y cordones negros. Una camiseta de mangas largas, con líneas horizontales que recorrían desde el cuello hasta el final. Las líneas eran negras y beige. Vicinius bajó después de Saeko. Él iba vestido con una camisa blanca, dejando los dos últimos botones sin abotonar, mostrando sobre su cuello un colgante plateado con forma de cabeza de león. Unos vaqueros largos de color negro ajustados con cinturón, y unas zapatillas también negras.

- Quedamos con Alice y Ai directamente allí en unos veinte minutos. Llegamos a tiempo.- Decía Vici, abriendo la puerta.-

- Al menos podrías ser un poco más cortés.- Atacaba Gayá, saliendo por la puerta antes que él.-

- Si luego te enfadas... - Dijo a regañadientes, dejando pasar a Saeko en su lugar.- En fin... - Se resignó, saliendo de la casa.-

Al cabo de quince minutos llegaron al centro de la ciudad, donde los esperaban Ai, Alice, Bel y Réveillerè.

- ¡Oh!... – Alice se quedó parada, observando a Saeko, y antes de que ella pudiera decir algo, la inglesa se lanzó a ella, dándose un fuerte abrazo.- ¡Saeko! – Exclamaba alegre.-

- Conte... - Pronunciaba a duras penas, mientras Alice frotaba sus mejillas contra Saeko.-

- ¿Y el idiota de Virgo? – Preguntó Vici, mirando a todos lados.-

- Fue a comprar algo de beber.- Respondió Ai.-

- Tú siempre tan femenina... - Vaciló Vici al verla.-

- ¿Quieres sufrir, verdad? – Preguntaba una colérica e intimidante Ai, guardando las apariencias, dañando únicamente con su tono de voz.-

- ¡Oh!, ya estáis aquí.- Decía Virgo, quien se acercó al grupo de chicos.-

- Hablando del rey de Roma.- Dijo por lo bajo Vici.-

- ¡Hola! – Saludó eludiendo a Vici, dirigiéndose al resto.-

Zeres: War of SoulsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora