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Nadie se queda para siempre.

  Nadie se queda para siempre. Por mucho que nos duela, todos acaban yéndose, unos porque nunca debieron estar y otros porque les fallamos. Al fin, te planteas que has hecho mal para que nadie permanezca a tu lado. Y te das cuenta de que tu eres el problema, pero tampoco lo entiendes del todo, ves que no eres la mejor persona del mundo, eso lo entiendes, pero lo que tienes claro es que tampoco eres la peor, y que has dado lo mejor de ti, pero eso a nadie le ha importado. Pero todos se han ido. Y allí, al final del camino estas tú, completamente sola y ya no hay vuelta atrás. Entonces comprendes que eres la chica con las manos temblorosas, con los ojos tristes y con la sonrisa siempre en la boca.