Los dos vasos llenos de ron me miraban desde la mesa. El líquido color ámbar desprendía un fuerte olor a alcohol que me tentaba a ahogar mis penas con él.
-¿Qué pasa? No has bebido ni un sorbo.- Habló Milah.
La miré por unos segundos y le regalé una sonrisa forzada.
-No tengo sed, amor.- Me dolió decir aquella palabra, considerando que solía dedicársela a otra persona últimamente.
-No se necesita sed para el ron, Killian, tú mismo lo has dicho antes. No es eso lo que te pasa. Anda, puedes contarme.
No había nada que decirle. Bueno sí, sólo que no sería muy bien visto el llegar y decirle: "¿Sabes? Han pasado muchas cosas mientras seguía merodeando por allá arriba, tú sabes, estando vivo, y una de ellas es que me enamoré de una hermosa salvadora rubia y básicamente me olvidé de ti, así que sí, lo siento muchísimo". Estaré muerto, pero sigo siendo un caballero, y digamos que romper corazones no es una de mis actividades favoritas.
-Sólo fue una llegada algo agitada y estoy un tanto cansado - Mentí.- ¿No me invitaste para mostrarme algo?- Traté de cambiar de tema.
-Oh sí. Encontré algo el otro día que había dado por perdido. Te traerá buenos recuerdos.- Me sonrió dulcemente.
Se levantó de la mesa y se dirigió a una cómoda en la esquina de la habitación. Abrió un cajón y lentamente sacó un fino collar.
Se me heló el cuerpo cuando se dio vuelta, mostrándome el delicado collar de plata con una perla colgante.
-¿Lo recuerdas? Me lo diste luego de un viaje. Aún recuerdo lo que dijiste.- Oh, sí que recordaba ese collar.
-"Es una promesa, una promesa de que estaremos juntos siempre."- Susurré con la mirada perdida.
Ella asintió lentamente con los ojos cerrados. Trague saliva mientras ella se acercaba con la mirada puesta en mí.
-Creo que debería volver a usarlo.-Dijo con voz rasposa.
La miré sin entender mucho, y con los ojos como platos.
-¿Me ayudarías a ponérmelo?- Me entregó el collar y lo dejó caer lentamente sobre la palma de mi mano.
Se dio vuelta mientras se recogía su ondulado y oscuro cabello con ambas manos, dejando su cuello al descubierto.
Con delicadeza y cierta inseguridad, pasé el collar por entre mis dedos. Pasee ambos extremos por delante de su cuello para luego doblarlo hacia atrás y juntar las piezas del frío metal para cerrar el delicado adorno.
-Listo.- Dije con una voz algo temblorosa.
¿Qué diablos pasa conmigo?
Las manos de Milah liberaron lentamente a su cabello, soltando un suave aroma que cosquilleó por todo mi cuerpo. Se dio la media vuelta y sus ojos chocaron con los míos. Nunca sabré si estoy en lo correcto, pero podría decir que la lujuria teñía sus ojos en aquel momento.
-¿Y? ¿Qué tal, cómo me veo?- Preguntó sonriente.
No sé qué me distraía más; si eran sus intensos ojos o la vieja perla que me devolvía al pasado. Parecía no estar en la tierra.
-Hermosa.- Forzosamente le sonreí. Ella me devolvió la sonrisa, genuinamente.
Sentía que le mentía. No es que no fuese hermosa, es sólo que mi definición de hermosura había cambiado, y esta ahora incluía unos profundos ojos verdes y una larga cabellera rubia.
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Mis zapatos hacían un gran estruendo por el pasillo al caminar. Iba a despreocupado; revisando mi negra camisa, mientras intentaba quitarme aquel polvo de la costurería. De todas formas iba a tirar esa camisa, el olor a ser viviente no se quita con nada. Qué lástima, de verdad me gustaba la ropa de Armani como para tirarla tan fácilmente.
Acomodé bien los puños y doblé a la derecha, encontrándome con el despacho de la alcaldesa. Carraspee y abrí la puerta.
-¡Cora, querida! ¿Cómo va todo? ¿Siguen habiendo problemas de electricidad en la zona sur?
-Sé que no vienes a hablar de eso, Hades -Respondió sin siquiera mirarme- y con ese olor que vienes no me hace imaginar buenas noticias.
La miré disgustado y olfateé el hombro de mi camisa. Apestaba a vivo. Sacudí mi cabeza hostigado por el olor.
-Qué linda, ¡lo notaste! Elegí este perfume solo por que iba a venir a hablar contigo.- Respondí sarcásticamente.
-No estoy de humor para chistes. Quién diablos son esos vivos y como lograron bajar.- Me clavó una mirada impaciente.
-¡Ay, que carácter!- Dije desplomándome en un sillón a su lado.
Escuché como giraba su silla de escritorio hacia mi dirección. Levanté ligeramente la cabeza del respaldo del sillón para chocar miradas con Cora.
-Estoy esperando, querido.
Me incliné hacia adelante y entrelacé mis manos. La miré a los ojos y le sonreí. Me levanté y me dirigí hacia un cesto con manzanas y recogí una.
-Hades...
-¿Sabías que una manzana al día mantiene al doctor lejos?- Dije examinando la manzana.
-El único que estará lejos eres tú si no me dices en este segundo quienes son los que entraron.
-Calma fierecilla, todo a su tiempo. Además, tus amenazas no me asustan.- Dejé caer la manzana en sus manos para luego escucharla gruñir.
-No me costaría nada dejarte aquí cuando encontremos un portal.
-Cariño, tú no me dejarás en ninguna parte. Vuelves a amenazarme y clavaré tu cabeza en una estaca que exhibiré a toda la ciudad.- Le sonreí dulcemente.
-Me necesitas para salir, no tienes más magia.- Dijo desafiante.
-¿Ah no? Que yo sepa aún puedo hacer esto.
Chasqué mis dedos y Cora voló a la pared. Las cortinas se enrollaron alrededor de sus muñecas, haciendo presión mientras el aire se escapaba de sus pulmones bajo mi agarre contra su cuello.
-No te ilusiones pensando que eres poderosa, querida, sólo cumples con planear mi agenda. Eres básicamente mi secretaria. Así que sé agradecida de que aún no te haya doble-matado y no vuelvas a desafiarme.
Sus ojos se estaban cerrando cuando solté mi agarre. Inhaló ruidosamente y cayó al suelo jadeando.
-Son encantadores, literalmente.- Reí para mis adentros.
-¿Qué?- Dijo con el poco aliento que poseía.
-Los visitantes. Un grupito encantador, la verdad; tienen hasta un niño, es todo un pack.
Cora se levantaba para apoyarse en el escritorio con su mano sobando su adolorida garganta. Me miraba atentamente.
-Si no fueran, ya sabes, vivos, me los quedaría. Parecen figurillas de acción o algo por el estilo, ¿serán coleccionables?
-¿Podrías dejar de hablar porquerías y decir de una vez quienes son?- Escupió Cora.
-¿Y tú crees que yo lo sé? Con suerte agarré algunos tantos nombres. Eso sí recuerdo que una de ellos se alteró bastante cuando le hablé de ti.
-¿Sabes su nombre?
-No lo sé, ¿te suena familiar el nombre Regina?
Se llevó una mano hacia la boca y abrió sus ojos como platos. Ella estaba aquí.
-No puede ser...- Reí sin humor.
-Al parecer, la Reina Malvada a venido a buscar a su mami.
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Surviving the distance [CaptainSwan Fan-Fiction] [[PAUSADA]]
FanfictionEl inframundo lo arrastró a sus tierras; el amor la trajo a ella, ¿será que se puedan encontrar, aunque sea por una coincidencia? ----- Killian se ha sacrificado por Emma y ahora vaga por el inframundo. Emma baja por el con el propósito de traerlo d...