Bebés electronicos

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Capítulo dos:

-¡SIÉNTATE!

Inuyasha cayó al suelo antes de que pudiera alcanzar al monje. Miroku dio gracias al rosario y a la orden al mismo tiempo que Inuyasha lo maldecía.

Kagome se puso delante de Inuyasha con las manos en las caderas, ignorando sus maldiciones, gruñidos y arañazos en el suelo, mientras trataba de poner sus garras en su amigo. Suspirando pesadamente, Kagome intentaba mantener su propio temperamento bajo control. Probó contando hasta diez, buscando el lado bueno y dibujando mentalmente una caja vacía; pero ninguna de las técnicas para calmarse que sabía estaban funcionando. Así que gritó:

-¿QUÉ PASA CONTIGO?

Los ojos que puso sobre ella estaban llenos de angustia. Los sentimientos que vio allí eran tan crudos que Kagome tuvo que dar un paso atrás. ¿Por qué me está mirando como si le hubiese traicionado? Algo en el fondo de su estómago se retorció. Quería disculparse, hacer lo que hiciera falta para quitar aquella mirada de sus ojos. En ese momento, le hacía doler el corazón sostenerle la mirada, así que miró para otro lado.

-¿No le vas a responder al monje? -El veneno llenaba su voz mientras luchaba contra el hechizo.

-¿Eh?

-¿Quién. Es. El. Padre? -le gruñó.

El ataque de risa de Sango resonó en todo el bosque. Estaba riéndose tan fuerte que se cayó del tronco en el que estaba sentada agarrándose los costados. Finalmente, se volvió a sentar con las lágrimas rodando por sus mejillas. Cualquier momento en el que parecía que iba a acabar, empezaba a reír otra vez.

El hechizo se terminó, pero el hanyou se quedó donde estaba. Estaba entre dejarlos a todos para siempre y coger a Kagome, dar caza al hombre que la había dejado embarazada, matarlo... no, torturarlo primero LUEGO matarlo y...

-Oh, por el amor de... ¿qué demonios pasa contigo Sango? -Su risa loca era un serio impedimento para su torrente de asesinos pensamientos.

-¿Cuánto de nuestra conversación habéis oído, idiotas? -preguntó mientras trataba de tomar aire sonoramente.

Inuyasha miró a Kagome, luego a Miroku. Finalmente volvió a mirar a Sango, que estaba empezando a soltar nuevas risitas. Era realmente extraño ver a la exterminadora de demonios riendo. Realmente desconcertante.

-Te oímos decir que Kagome iba a tener un bebé -respondió Shippo, que había aparecido de repente en el hombro de la miko.

Sango resopló y empezó a reír otra vez, esta vez, Kagome se unió a ella. El sonido produjo un eco a través del bosque.

Los chicos las miraron como si estuvieran locas. Shippo se bajó del hombro de Kagome y fue a sentarse en la rodilla de Inuyasha ahora que ya no era un demonio sediento de sangre.

-Creo que nos hemos perdido algo.

-Oh, ¿eso crees, monje?

Kagome suspiró mientras su risa remitía y miraba a los chicos que estaban delante de ella, esperando una explicación. Les ofreció una sonrisa.

-Le estaba hablando a Sango de un proyecto que tengo que hacer para la clase de salud. Es una clase sobre cómo ser padres.

-¿Tienen clases sobre cómo ser padres?

-Algo así, Shippo. Te enseñan lo básico: cómo cuidar a un bebé y cuánto trabajo conlleva tenerlo. Creo que es para desanimarte de... eh... tener bebés mientras eres joven. También aprendemos otras cosas. -Kagome le guiñó un ojo a Sango, quien se sonrojó.

El Bebe De Kagome Donde viven las historias. Descúbrelo ahora