Tres de la mañana.

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Cuando tenía cinco años un médico le dijo a mi madre que tenía un trastorno del sueño. Desde entonces no duermo por las noches. Cuando era pequeña siempre me hablaban de historias de miedo de cuando de madrugada, las brujas y los seres de otro mundo se aparecían en el mundo de los vivos. Nunca creí estas historias ya que desde pequeña he pensado que los humanos eran peores.

Serían las tres de la mañana cuando en mitad de la noche estaba haciendo mis deberes de clase. Estaba tan tranquila estudiando al imperio de Felipe II cuando un ruido procedente de la calle llamó mi atención. Me acerqué a la ventana y entre abrí la persiana de mi habitación viendo lo que pasaba a través de las cortinas. Pude distinguir perfectamente como un hombre metía en un coche a una chica.
Me sentí extraña en ese momento, como si lo estuviera soñando, y, es por eso por lo que no he dicho nada hasta ahora. Unos días más tarde, viendo las noticias con mis padres, descubrí que no había sido un sueño.
"Esta mañana la policía encontró el cadáver de una chica en una maleta en las vías del tren. La chica tenía signos de maltrato y agresión sexual."
Mi madre apagó la televisión, yo no pude articular palabra. De alguna forma sentí como si la hubiera asesinado yo. Esa noche acabé de estudiar antes de lo que pensaba y otra vez, a la misma hora que aquel día, algo golpeó mi ventana. Me asomé para ver que había sido. Un hombre joven y muy guapo estaba abajo.

-¿Qué quieres? Le pregunté.

-A ti. Sé que me viste el otro día y quería agradecerte que no dijeras nada a la policía.

-¿Por qué lo hiciste?

-No se lo hice yo. Yo solo la cogí.

-¿Y quién fue?

-Ven conmigo y lo averiguarás.

-Sí voy contigo me pasará lo mismo que a esa chica.

-No te pasará nada, te lo aseguro. Pero si no vienes te arrepentirás para el resto de tu vida.

-¿Quién eres?

-Solo soy una sombra.

-¿Volverás?

-Tal vez. Pero cuando vuelva será demasiado tarde. Una cosa más. Si se lo dices a alguien no sobrevivirás. Bueno, aún así te aguarda un futuro peor que el de ella.

Con las mismas con las que vino se fue. No sabía que pensar. Tal vez solo fuera un loco pero, ¿y si decía la verdad? En ese caso yo no podía hacer nada igualmente. Sólo podía sentarme a esperar.

Cuando Cae La NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora