Naomi

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La música, el olor a alcohol y a sudor inundaban el lugar. Las ganas de irme sobraban, pero no podía dejarla sola. La había perdido hacía una hora y por más que la buscara no la encontraba, hasta que la vi bailando sobre una mesa. Por dios, esta tan loca.

Me acerque a ella y me vio con su cara que solo significaba una cosa... "quiero sexo". Si, se que suena loco, pero nos conocíamos tanto que con solo mirarnos sabíamos que pensaba la otra. Lo único que pude hacer fue reírme aunque me repugnaba que fuera tan... fácil, por así decirlo. Le hice una seña para que bajara de ahí y viniera conmigo. Agarrando el vaso de un muchacho que estaba a su lado, bajo de la mesa y comenzó a caminar hacia la salida. La seguí para llevarla hasta su casa. No estaba en condiciones de conducir, además que si no me iba con su auto, yo me tendría que ir en autobús, y no era una idea que me gustara a las 3 a.m. en la parte más alejada del pueblo.

-Hey, pequeña estúpida, sube al auto. Yo conduzco- le dije mientras la veía hablar con Max, líder de los Cinci Alfa.

-Solo déjame un rato más Nao, que este niño quiere un poco de mi amor.- dijo Melody mientras entraba a un cuarto donde los matones de la disco vigilan todo, mientras él le besaba el cuello y la tocaba desesperadamente.

Desde aquí se puede ver por la ventana de ese cuarto. Ellos entraron a un baño que había allí dentro mientras se besaban. Me dio gracia que a los matones de ahí dentro no les molestara para nada. Supongo que anteriormente sufrieron mucho a Max y a sus compañeros, además de que le deben dejar una buena propina por usar ese lugar.

Odio a los Cinci Alfa. Son un grupo de chicos un año menor a el de mis amigos y mio, que tienen motos y autos y van por el pueblo con su fama de malos, y eso a algunas chicas les encanta. Los odio tanto. Son solo unos niños ricos a los cuales sus padres le pagan todo y de malos no tienen ni una uña. De vez en cuando usurpaban el campo del señor Aquino para hacer carreras, pero el señor se resignó a esto, así que ya no tienen a nadie que se les oponga. Además, se pusieron ese nombre que parece de un grupo de niñitos de 5 años jugando a los guerreros. Son patéticos.

Estuve media hora sin nada que hacer dentro del auto. Escuche algo de música, tome una cerveza que había y pensé en ella. Lana. Es tan hermosa, tan graciosa, tan... perfecta.

De repente, algo interrumpió mis pensamientos. Max salió de ese sucio cuarto pero Melody no. Lo vi subirse a la moto e irse a toda velocidad por la acera. Ella seguía sin salir así que fui corriendo hasta ese cuarto cuando la vi devolviendo al retrete todo lo que había comido en el día más todo el alcohol de la noche. Estaba sucia y lloraba a mares.

-¿Que paso?- dije casi gritando, mientras cruzaba su brazo por mi nuca y la levantaba lentamente como podía. Suerte que era baja y flaca, aunque yo también, pero un poco más alta que ella, sino no podría llevarla.

-Soy una estúpida, una estúpida, estúpida...- decía mientras lloraba desconsoladamente. Ya estábamos llegando al auto. La deposite en el asiento de atrás, le saque su ropa sucia y le puse una campera grande que había ahí. Me intrigó de quien sería la campera, pero no era el momento de preguntar.

-¿Por que carajos haces esto?- preguntó, mientras yo terminaba de ponerle el saco y le hacía una almohada con mi chaqueta.

- Yo soy la que debería estar haciendo preguntas-.

- No quiero hablar-.

- Oh no. Me vas a decir que paso así puedo llamar a la policía para que de una vez arresten a ese maldito cretino idiota.- Melody comenzó a llorar nuevamente y a decirme algo que no pude entender.- Mel, dime ahora qué sucedió. Por favor. Ese pequeño merece una noche en la cárcel para acomodar un poco sus ideas.

- El me...-.

- Ey feas-.

The Sista's CodeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora