¿Locura?

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"No me vengas a dar lecciones de cordura, cuando lo que necesito es que alguien en su sano juicio quiera enloquecer conmigo". Benjamin Griss.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —se preguntaba ella viendo con sus grandes ojos de pupilas celestes hacia aquella arma que tanto apreciaba.

Había pasado mucho tiempo, pero ella gano su libertad gracias al apocalipsis que ocurrió. Con un total de veintitrés años pasó varios de esos últimos en esa maldita clínica psiquiátrica, le dolía la cabeza tan solo recordarlo.

—Tina estás callada hoy —decía acercando su magnum 44 dorada hacia su boca, dándole un pequeño beso—. Si, lo sé... Tienes que aceptar que en esta ciudad no hay nada que lapidar —acomodo su ondulado y largo cabello rubio platinado para observar a sus alrededores.

Mientras conversaba con su arma Tina, caminaba sin rumbo por las calles esperando algo que asesinar, solo quería dar un certero balazo en la cabeza sea zombi o humano.

Para ella la muerte era mejor que seguir en este mundo infernal. Bueno, así es como ganó su fama.

A lo lejos divisó una tienda de ropa, corrió hacia aquella dirección pues por fin podría desprenderse de lo sucio que vestía.

—¡Hermoso! —grito dando un estruendoso disparo al vidrio del local haciendo que este explotase y cayera en miles de pedazos. Entró y miro detenidamente lo que usaría, que con esa mente retorcida no sería nada normal.

Terminó mostrandose a un espejo vistiendo un largo poncho negro que dejaba ver sus manos, una minifalda negra al igual que esas botas que llegaban hasta sus rodillas.

—Tina, el negro queda perfecto con mi piel blanca.

Salió nuevamente al exterior extrañandose que no hubiera ningun zombie cerca, ni por el ruido exagerado que habia causado.

Volvió a caminar lentamente por la mitad de la calle hasta que sintió que alguien la observaba por las espaldas, volteó rápidamente pero extrañamente no había nada.

—Mantente atenta Tina —susurro a su arma que nunca era soltada de su mano derecha, siempre a donde iba la sostenía.

Camino un poco más, esta vez encontró una armería. No le interesaba mucho, además esta ya estaba saqueada.

—¿Cómo que quieres un amigo más? Tina, ambas estamos bien—después de unos segundo discutiendo consigo misma, no hubo solución, entro a la armería rebuscando algún arma que pueda adoptar, al fondo del local debajo de una mesa destrozada encontró un fusil de francotirador y varias correas de cuero. 

Tuvo una espléndida idea, la cual era sujetar dos correas en su muslo izquierdo para así amarrar su nueva arma.

Despues de un largo tiempo amarrando correas, ya estaba colocando el fusil en su pierna, de repente...

—¿Quién eres? —habló una voz masculina detrás—. No intentes nada o dispararé, da vuelta lentamente.

—¿Lentamente? —preguntó irónica, se dio vuelta y movió sus brazos distrayendolo con el poncho, aprovecho esto para pegarle una patada en la entrepierna haciendo que este cayese de espaldas soltando su arma, la rubia era ágil gracias a su delgadez.

La Loca De Los ZombisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora