Capitulo 1

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Se acomodó unos zapatos de tacones cuadrados que estuvieran cómodos; claro, después de Probarse varios pares.

—¿Qué demonios voy a vestir en mi primer día? Llevo un mes desde que me llamaron y no he podido tener el atuendo perfecto. —dijo con preocupación zapateando contra el piso.

 —¡Cálmate ya Ash! apenas empiezas el trabajo hoy, ya tendrás tiempo de ponerte todo el closet que tienes allí, si quieres. —Cristina —su amiga—una rubia de pelo rizo, hoyuelos en las mejillas, de baja estatura y un poco de sobrepeso, la convencía a las 6 de la mañana por vigésima vez y medio dormida sobre el tipo de ropa que le asentaba mejor.

Llevaban viviendo juntas dos años desde que iniciaron la carrera de publicidad. Aunque Cristina se le adelantó varios semestres porque no perdía el tiempo en viajar todos los fines de semana o en tiendas comprando cosas innecesarias como ella, que era la maestra en compras compulsivas. De hecho, podría dirigir una asociación de mujeres que viven en tiendas.

—Cris, no sé… estoy como ansiosa pensando en cómo será la jefa. ¿Te imaginas que sea de esas perras con ropa que tienen a sus asistentes como si fuesen sus cachifas? ¿Un ogro disfrazado de bruja malvada como en las películas? No sé qué haría, creo que no le aguantaría el primer regaño. –dijo mientras se colocaba el sostén.

—Mujer, estás viendo mucha tv, ¡cámbiate ya! —Cristina Blanqueó los ojos mientras apoyaba sus codos en las rodillas en señal de frustración.

 —Debes preparar tu mente para trabajar arduamente, no vayas predispuesta.

A Ashley le empezaba a asustar la idea de ser asistente de la dueña de Dwara Creations —una agencia de publicidad en Miami— pero pudo manejar sus nervios a la perfección gracias a una taza de Té de tila que preparó en dos minutos.

Con  20 años , Ashley aún era una niña malcriada y consentida, a veces actuaba como una adolescente. Aunque en cuanto a trabajo se refería ella se concentraba totalmente dando lo mejor de sí .

  Cuando terminó la secundaria, su padre cedió a sus ruegos de irse a vivir a los Estados Unidos. La condición principal fue mudarse donde una tía. Una señora cincuentona que vivía sola, sin hijos y llena de gatos. Todo por estar en el país de las maravillas. Ashley estaba dispuesta a todo.

Tuvo que asistir a una escuela para mejorar su Inglés, aunque se rodeaba de  muchos latinos, le gustaba ser competente. La ambición por tener más de lo que le daba su padre era impresionante; ya se había empleado antes pero esos sueldos no abarcaban la cantidad de caprichos que tenía.

Su tía Loretta pasó de ser una mujer viuda y solitaria,  a un estado de casada en tan sólo un año y Ashley, aprovechó para mudarse a un apartamento por su propia cuenta. Por supuesto, eso de “por su cuenta” eran sólo palabrerías, su padre no sólo la ayudó a mudarse, sino que compró un departamento para ella y se encargó de seleccionarlo asegurándose que no le faltase ninguno de los lujos a los que estaba acostumbrada a tener en su país. Su madre envió una decoradora de interiores para que colocara hasta los portarretratos de la mesita de noche. Así vivía la chica millonaria, sumergida en un mundo de competencia económica.

 Como Cristina y Ashley conservaban su amistad desde Venezuela, Ashley le pidió que se mudaran juntas y compartieran gastos básicos. Los padres de ambas estaban felices por tener la dicha de que estuviesen haciéndose compañía mutuamente.

Cristina era de una clase social más baja pero el sueldo que ganaba como sub encargada de una publicitaria, le permitía colocarse en un estatus social al nivel de Ashley. Era sencilla de corazón, todo lo contrario a su querida amiga. Sin embargo, aunque visiblemente eran polos opuestos, se llevaban muy bien.

LOS PEDIDOS DE MI JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora