A ti, mi hermana :

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Y ojalá no se me quede nada por decir, pero temo sea eso casi imposible, pues eres de esas personas que no puedes llegar a recordar todo lo que an hecho, sido o significado.
No recuerdo como fue que nos llegamos a hacer tan inseparables, pero si recuerdo cuantos momentos estuviste a mi lado desde pequeña.
Recuerdo momentos de lágrimas, soledad, temor, y incapacidad para responder a los problemas, de inseguridad, de saber el destino y no poder cambiarlo, pero sería una cruel mentira decir que estaba sola, tú estabas ahí.
Mi humanidad, quizás nunca te podrá dar todo lo que debería, pero aunque pudiera, nunca sería tan bien como lo as hecho tú conmigo.
Aunque no todo fue triste en este capítulo dónde en mi vida marcáste presencia. Ubieron muchos momentos de felicidad y recuerdo tan bien como en los malos tu persona, junto a la mía disfrutando de ellos.
Tantas madrugadas de desahogo, o de risas, donde la alegría o la obstinación se hacían presente según el caso. Y no si es poco decir que tú fuiste en mi infancia como un fantasma, que mi necedad y asquerosa estupidez no me permitió ver.
Siempre estuviste ahí, pero no tengo idea de porque confíe en tantas personas y no en ti. Al menos solo fue un tiempo, porque cuando las falsas compañías me defraudaron, entendí que en ese momento tu estabas esperando sólo que yo reclamara a la vida amor o amistad para acercarte a mi y decirme que nunca he estado sola.
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Cartas, a los que han hecho mi historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora