Gratitud hacia mi Cara Blanca.

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Y te preguntarás porque te estoy llamando así, jaja lo se, ni siquiera sabías que alguna vez use ese apodo para llamarte. 

Antes, hace años, ya hace bastante, no podía decir que eras mi amigo, al contrario, no encontraba persona que me cayese tan mal. No te soportaba, eras como un fantasma para mi, un fantasma de Cara Blanca. De ahí el apodo.

Pero, eso no se como cambio, fue el tiempo, el que me llevó de poco en poco a confiar en ti, ¿Cómo es posible?, aún sigo haciéndome esa pregunta, pero ahora desde otro ángulo,  ahora me pregunto esto pensando en que hubiese pasado si el principio de nuestra amistad no hubiese sido el odio.

Pero que importa eso ahora, ahora que tengo más que a un amigo, tengo a un pequeño hermano.

Y pocos se han ganado ese título por mi, pero sin duda alguna, tu eres uno de ellos.

Recuerdo aquella vez, que estaba sola, llorando desconsoladamente, y de pronto y sin más, llegaste tú.

Te sentaste a mi lado, me abrazaste, me secaste mis lágrimas y me susurraste un consuelo al oído, es increíble, pero ha pasado tanto tiempo desde eso, pero no logro olvidarlo, no logro olvidarte.

Tanta gratitud, porque, ha sido suficiente tu cariño, ha sido lo que necesitaba, lo que en momentos exactos no había nadie para dármelo, excepto tú, que sin llamarte, llegas y solo me lo das.

Llegamos a ser tan inseparables, que se supone que hay temas que en conversaciones múltiples que no se tocan pero no había fronteras en nuestra humilde honestidad, que no veía las diferencias, sino nuestras semejanzas.

Gracias, por ser un fantasma de Cara Blanca, al que llegué a odiar en gran manera, y pasar a ser un consejero, un hombro, un amigo, un buzón, un fantasma, si, pero esta vez el mejor fantasma que halla conocido.

Cartas, a los que han hecho mi historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora