Ryan no pudo dormir más que tres horas, considerando las posibilidades de su homosexualidad.
La noche anterior en la que vio aquel vídeo Gay, sintió incomodidad por el gusto que le causó. Habría deseado, muy en lo profundo de su ser, haber sido algún chico de la pareja.Su última relación heterosexual fue al inicio de sus estudios en preparatoria, pero no fue de su agrado porque la chica estaba realmente loca. Tenía un fanatismo desmedido por la saga juvenil de vampiros que en aquellos tiempos era la sensación.
Su obsesión llegó al punto en el que, literal, estaba convencida de haber visto un vampiro fuera de su casa en la víspera de navidad.Ryan sabía que eso era un desorden demasiado excéntrico para él. Tal vez la tan mala experiencia que había tenido con esa chica le causó el desinterés en una mujer y un poco más en los hombres...
<<Pero qué carajo estoy diciendo>> pensó para si mismo.
Era una idea totalmente ridícula volverse homosexual por no tener buenas relaciones con las chicas. Trató de dejar el tema de lado para comenzar un día común y corriente.Se incorporó de la cama para luego ponerse la un suéter y bajar a desayunar. Su madre seguramente lo esperaba con una rica taza de café.
La madre de Ryan siempre se había dedicado a sus dos hijos desde la muerte de su esposo. Cuando Chelsea, su hija, se mudó a Nueva York, solo quedaban dos en casa, y se fueron acostumbrando a la compañía madre-hijo que tenían. No había quién les midiera el tiempo, o les dijera lo que debían hacer y a qué hora debían hacerlo; vivían sin presiones.
Al bajar, Ryan saludó a su madre y le comentó que entraría después de clase al trabajo en la cafetería de Sara. Su madre le sonrió y dijo:
—Me alegra que al fin tengas un trabajo y seas responsable.
—Gracias, madre. Igual y podría ayudarte en los gastos de la casa.
—Me conformaría con que tuvieras tu cuarto bien acomodado e hicieras un poco de limpieza de vez en cuando.
—Claro, contrataré una chica de limpieza. No se preocupe.
La madre hizo una mueca de descontento y luego rió un poco.
Su hijo podía ser holgazán, pero se dedicaba a su madre y la acompañaba todos los fines de semana a la compra. Incluso era su mejor opción para ir al cine, ya que ambos disfrutaban de las mismas películas; era su mejor amigo.
—Ma— dijo Ryan un poco tímido.
—Dime— invitó su madre.
—¿Viste las noticias? Anunciaron que habrá un gran evento en el centro por la marcha del orgullo Gay.
—Oh, sí, lo he visto. Al fin dejarán de discriminar a esos muchachos. Son personas normales como nosotros.
—<<Qué bueno que lo dice, madre, porque debo confesarle que tengo dudas y creo que soy Gay>>.— Ryan imaginó el comentario y la reacción de felicidad de su madre, junto con un arcoíris entrando por la ventana y miles de pingüinos bailando en la sala. Realmente no sabía por qué imaginó pingüinos.