La Estrella I - Sueño y Realidad

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Spica abrió pesadamente sus ojos luego de que el molesto sonido de su reloj despertador llegara a volúmenes imposibles de ignorar. Lo apagó con torpeza, pues sus ojos aún no lograban enfocar bien su vista, y lentamente se fue incorporando en la cama. Pasaron pocos segundos para que se diera cuenta del por qué se sentía tan extrañada de oír aquel sonido que además de molesto le resultaba familiar. Abriendo amplios sus ojos por el pánico, revisó rápidamente con su mirada cada rincón del lugar en el que se encontraba. Era su cuarto del internado, el cuarto que usaba cuando vivía en su propio mundo.

Su respiración se había detenido de golpe. Desesperada, miró a todas partes buscando alguna señal que la tranquilizara, que le confirmara que ella realmente no había soñado todo lo que había vivido junto a su hermana mayor. Pero a su alrededor la habitación permanecía idéntica a cómo la había dejado tanto tiempo atrás, intensificando su terror al comprobar de que todo seguía tal cual lo había dejado antes de ir a rezar por última vez.

Se bajó de la litera de un brinco y dio unos pasos torpes hacia su espejo de cuerpo entero. Se miró de pies a cabeza sin saber exactamente qué buscar. Luego giró su rostro y con voz rasposa por tener la garganta seca, balbuceó unas pocas palabras.

- ¿Calavero...? ¿Marco...? ¿Están....aquí?

Esperó unos pocos segundos alguna señal, y al no obtener respuesta, sintió como si una corriente de aire frío hubiera recorrido su cuerpo desde la cima de su cabeza hasta la punta de sus pies. Se dedicó a examinar de cerca cada rincón del cuarto. Desde debajo de la cama, hasta dentro de su clóset.

- Oigan. - Intentó regañar con tono de broma - No es divertido. Salgan ya.

Pero por más que intentaba contactarse con sus sirvientes, ninguno respondía. De Mr. Calavero, podía imaginar alguna excusa para que no estuviera a su lado. Pero Marco siempre estaba pegado a ella, como la sombra que era. El no poder encontrarlo no le daba buena espina.

Como si de un relámpago se tratase, mil incertidumbres cruzaron por la mente de la joven. "Todo ha sido un sueño. Nunca me reuní con mi hermana. Jamás estaremos juntas. Todo lo he imaginado. He vuelto a ser la misma niña sin gracia de siempre. La magia no existe."

Al cruzarse esa última frase en sus pensamientos, recordó que aún podía intentar descubrir por sus propios medios si es que tenía magia. Juntó sus manos y trató de invocar un pequeño hechizo luminoso. Con la poca experiencia que tenía, era lo mejor que podía hacer. Juntó sus manos e intentó concentrar sus energías, pero el temor de que se confirmaran sus mayores miedos obnubilaba su mente y hacía que sus manos temblaran sutilmente. En su cabeza seguían repitiéndose como un mantra las mismas frases que derrumbaban en su corazón la esperanza de que todo lo vivido junto a su hermana mayor no hubiera sido un sueño. Y los segundos pasaban sin obtener resultado alguno, lo cual la desesperaba aún más. 

De pronto un súbito ruido la sobresaltó haciendo que perdiera por completo su concentración. La puerta de la habitación se había abierto de golpe. Con esperanzas giró su rostro esperando ver un rostro huesudo, o una presencia obscura sin forma, pero rápidamente la decepción le dio alcance.

- ¡Spica! ¿Dónde estás? ¡Te vas a quedar sin desayuno si no bajas ahora!

Su mirada se encontró con el de su compañera de cuarto, Rita. Ella siempre alegre y jovial, la despertaba todas las mañanas con un saludo entusiasta.

- Ya... ya voy. – Respondió con cautela, intentando descifrar si acaso Rita mostraba signos de estarla viendo después de una larga temporada ausente. – Oye, dime... ¿Yo...? Mhh. No... Quiero decir... ¿Qué día es hoy?

La Senda de SpicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora