Prólogo.

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DISCLAIMER: Los personajes de Naruto no son de mi propiedad, son del grandísimo e inigualable Masashi Kishimoto.

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Ojo Blanco

Prólogo.

Estaban ahí descansando, en las tiendas que habían improvisado días atrás por la noche en la guerra. Todo había acabado ya. Derrotaron a Madara, y Obito sin el apoyo del Uchiha revivido, hizo una silenciosa retirada para la mala suerte de la alianza.

Los médicos ninja estaban aún trabajando, corriendo de aquí para allá, curando a los shinobi y las kunoichi, heridos en combate.

Casi al final de la guerra, Sasuke Uchiha había llegado al campo de batalla uniéndose a Naruto para derrotar a Madara. Ninguno había objetado nada al momento, estaban en parte agradecidos por su aparición y su disposición a ayudar.

Nadie asimilaba lo ocurrido del todo en el combate, pues a decir verdad parecía una pesadilla, nadie podía terminar de asimilar el hecho de que se habían perdido muchas vidas. Que habían perdido a muchos compañeros, amigos, hermanos, padres. Sobre todo nadie sabía cómo hablarían con los niños en las Aldeas que esperaban la llegada de sus familiares, sin embargo, en una guerra miles de vidas se perdían y nada podía evitar aquello.

En una de las tiendas, sentada en una banqueta apartada de todos los presentes, Hinata lloraba en silencio aferrándose al protector de su amado primo, conteniendo en vano los espasmos que su cuerpo producía al intentar retener las lágrimas. Ino y Shikamaru lloraban abrazados cerca de la salida de la tienda, sus padres también habían muerto como héroes caídos en la guerra al igual que muchos. Shizune hacia lo mismo en honor a Tsunade, de la cual sólo habían podido conseguir su cuerpo partido en dos partes. En el centro, Sakura junto a Naruto estaban parados al pie de la camilla de su mal herido amigo, el último de los Uchiha, quien había dado todo junto a su amigo y rival para derrotar al enemigo.

La sangre y el dolor aún estaban en la atmosfera. La noche estaba despejada y casi en silencio, algunos retenían el dolor mostrándose impasibles; otros lloraban a todo pulmón sin reparar en su alrededor, sólo nombrando entre hipados a sus seres queridos que ahora no estaban en este mundo.

-Hinata-

Una voz gruesa pero suave sonó tras la joven de cabellos azulinos. Limpió sus lágrimas y guardó el protector de su primo en su chaleco. Giró haciendo un lamentable intento de una sonrisa a sus amigos, sabiendo que a pesar de intentar aquel gesto ellos entenderían que tenía el alma destruida. Porque sabían que una parte de ella se había ido junto con Neji al morir.

- Nos han enviado a buscar galones de agua, para suministros -habló el Inuzuka- deberías venir con nosotros -.

Hinata aceptó desganada. Sentía un peso inmenso en su cuerpo, la pérdida de su amado primo la dejó hecha pedazos. Él se había puesto en medio para salvarla, y aquello la hacía sentir culpable en muchas formas. Una vez más, su primo dio todo por hacer que estuviera a salvo. En cambio ella no pudo hacer nada por él.

Salieron de la tienda, atravesando el campamento y caminaron por el bosque dirigiéndose a un claro que se encontraba cerca de allí. Se instaló un silencio incómodo para los tres, pues por más que Shino y Kiba quisieran reconfortar a su amiga, no hallaban las palabras exactas para hacerlo o para siquiera empezar a hablar.

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