—Empecemos por algo simple, ¿De dónde vienes?
—Del culo de tu madre.
Me sumergieron, valió la pena, a decir verdad.
—Ok ok, tranquilo.
Vengo de Libertown. Ya sabes, al otro lado del país.—Excelente, para compersarte te diré algo:
Tus armas fueron confiscadas en nuestra base, si logras entrar, todas ellas, junto con las de tus amigos, serán tuyas.—Wow, ¿Algo más que decir?
—¿Alguna profesión?"
—¿Me veo tan viejo? Era estudiante universitario de literatura.
—Póngale un abrigo, no somos animales, como tú crees.
Me desataron y me dieron una chaqueta Blanca, del mismo material que la capucha de mi interrogante, para volverme a atar, supongo, para evitar un escape.
—¿Cómo sobreviviste éste tiempo?
—Robando y Matando.
—Como todos aquí... Suéltenlo.
Los hombres obedecieron y me desataron, retirándome de la habitación.
Me llevaron a un lugar totalmente antónimo del anterior.
Una habitación roja y ardiente. La representación física del infernus. Como en el conocido libro.Me retiraron las ropas y me entregaron una mochila, indicándome que guardara allí la chaqueta.
—Siguiente prueba.— dijo el emcapuchado desde un megáfono.
—Deberás atravesar éste laberinto usando simplemente rocas, que deberás cargar a través del laberinto para marcar por dónde has pasado.Asentí con la cabeza para comenzar la prueba.
Con el calor que había no podía tocar mucho las rocas, pues éstas quemaban mis manos.
Mientras recorría el laberinto me preguntaba cómo lograron crear uno en una ciudad... Si es que seguíamos en ella.
Unas de mis teorías, teorías porque no podía demostrarlo, era que fue excabado bajo tierra.
Sin embargo eso no explica porqué había tanto calor.Estuve, sin mentir, un buen par de horas allí, deshidratado, rogando por encontrar la salida... Hasta que la encontré, allí estaban el encapuchado y sus cómplices, los cuales me entregaron un bidón para beber tanta agua como quisiera.
—La última prueba... Te deseo suerte, la mitad no pasa de ésto.
No pude evitar temblar ante esa advertencia. ¿Qué podía ser peor que pasar por un lugar bajo cero, sumergido en un tanque de agua con hielo, y otra habitación laberíntica infernal?
.
.
.
No debí preguntarme eso.Frente a mí había algo Abominable:
Un monstruo, porque no hay mejor palabra para eso.
Un monstruo gigante, más que lo que podía imaginar, encadenado por 7 enormes cadenas, valga la rebundancia, en cada extremo de sus "manos" y "Pies".
Lo único que se me escapó de mi boca fue:—“King... Kong?"
—¡Vaya nombre! ¡Le queda perfecto!
Bien, elije tus armas, tendrás que matarlo.
—¿QUÉ?" grité, estupefacto ante tal estrafalaria orden.
—Ya me oíste:
Elije.
Tus.
Armas.No tenía opción, quería mi libertad. Y si no me encargaba de esa cosa... Esa cosa se encargaría de mí.
Necesitaba algo potente, pero ligero y fácil de recargar.
Descarté, por tanto, el lanza cohetes y el lanza granadas.
Tomé una AK-47 para detectar algún punto débil y un paquete de granadas.
Sólo me permitían tomar 3 armas.
Así que tomé, como arma final, una especie de Sable-Katana.Y me soltaron.
Y lo soltaron.
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Nuevo Amanecer
RandomÉsta historia es para el concurso de Faku, autor de Z: El señor de los Zombies. Podría ser considerado un Spin-off no canónico? En fin, desde ya y si ésta historia es leída, te agradezco haberla leído. Ahora sí, la sinopsis: Día 145 después del even...