halloween del dos mil dieciocho

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"Five, four, three, two, one. He holds the gun against my head. I close my eyes and bang I am dead"
halloween del dos mil dieciocho, veinte años

La universidad nos tenía a todos demasiado ajetreados, pero nadie se olvidó de Halloween, de nuestro día. Ninguno de tus amigos tenía idea de que podíamos hacer: ¿Tirar huevos? Ya lo habíais hecho cuando yo todavía era una simple desconocida. ¿Correr sin rumbo? El año pasado o el anterior hicimos eso, sin ti. Podríamos haber hecho algo corriente, pero ahí estaba la Lenna de siempre que dijo por un audio:

– ¿En serio? Me están jodiendo, ¿no? Mierda, chicos nos quedan muy pocos Halloweens juntos, dentro de poco muchos nos mudaremos o nos casaremos o simplemente vamos a dejar de vernos, de reconocernos. Algo increíble. Eso es lo que tenemos que hacer. Una mierda que recordemos siempre.

Aunque ninguno lo quería admitir tú tenías razón Lenna, la Lenna valiente, joven, divertida y guapa siempre tenía razón. Ya no eras la Lenna triste, sin alma y sin vida, todos estábamos felices por eso, aunque no lo queríamos admitir porque seguíamos resentidos. Después de la sensación de vacío causada por tu omnipresencia en el Halloween pasado, había rogado de rodillas a nuestros amigos por tu perdón. Lo conseguí, al fin y al cabo todos te queríamos de vuelta por muy difícil de admitir que fuese, por muy mala que fuiste.

En resumen, el día de Halloween no sé cómo ni por qué todos aparecieron en mi casa, disfrazados de monjas y con una Ouija en la mano. Íbamos disfrazados de puritanos intentando olvidar el pecado en el que nos sumimos en tantos Halloweens.  Yo reí cuando me entregaron el disfraz de monja, estábamos jodidamente ridículos pero, ¿y si ese era nuestro último Halloween juntos? Merecía la pena estar disfrazados de monjas en mi sótano, con vodka y una Ouija.

  Yo reí cuando me entregaron el disfraz de monja, estábamos jodidamente ridículos pero, ¿y si ese era nuestro último Halloween juntos? Merecía la pena estar disfrazados de monjas en mi sótano, con vodka y una Ouija

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Cuando la Ouija se movió juro que palidecí y me atrevo a jurar que los efectos de los seis chupitos de vodka que me tomé se quitaron, se esfumaron como si nunca los hubiese probado. Todos estábamos jodidamente asustados (para que mentir) los podía sentir temblando hasta que vimos a uno de los chicos reír como loco, todavía recuerdo el color exacto del cardenal que le hicimos en el ojo por la pequeña broma que nos gastó. También recuerdo cómo pasabas las manos por mi cuerpo con lujuria. Te amo demasiado pero no valgo la pena.  El humo se escapaba de mi boca mientras te daba mi alma para que siguieses recorriendo mi cuerpo con tus manos. Eras el diablo Lenna y yo una monja a tu merced.

Pero antes de estar totalmente borracha y hacer como si nunca me hubieses roto te susurro al oído

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Pero antes de estar totalmente borracha y hacer como si nunca me hubieses roto te susurro al oído. Te susurro la verdad.

– Agarras con seguridad la pistola contra mi pecho, me matas del dolor. Y cuando cuente cinco yo volveré a perdonarte porque simplemente soy así de gilipollas y entonces estaré muerta Lenna. Tal y como tú quieres.
Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Y ahora, estoy muerta.

La noche entre amigos, alcohol, ouijas y disfraces pasa rápida. Todos estábamos completamente borrachos o por lo menos esa fue la escusa que le puse a mis padres dos días después de Halloween cuando llegué a casa después de que los rumores —completamente ciertos— de unos adolescentes disfrazados de monjas, bailando, corriendo y bebiendo desnudos por el bosque llegase a mis padres.

 Todos estábamos completamente borrachos o por lo menos esa fue la escusa que le puse a mis padres dos días después de Halloween cuando llegué a casa después de que los rumores —completamente ciertos— de unos adolescentes disfrazados de monjas, ba...

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Aunque no recuerde mucho de esa noche si puedo recordar, amor mío: la felicidad, nuestra felicidad y tus palabras. Después de aquellas palabras Lenna sé con seguridad que aunque este hubiese sido nuestro último Halloween juntos y juntas yo no me quejaría. Porque fue inolvidable. Porque el tatuaje de mi brazo que pone "Do it for the memories. Do it for Halloween" siempre me recordará este y todos los Halloweens, porque tal vez estábamos muy borrachos mientras nos lo hacíamos pero siempre me recordará lo mucho que te amo y las muchas gracias que te doy, porque si nunca te hubiese visto nunca sabría describir a un ángel y si nunca hubiesemos coincidido en aquella azotea de corazones rotos yo nunca hubiera conocido a tus amigos —mis amigos, mis hermanos, mi familia— Y la última razón del porqué es inolvidable es porque, Lenna,
tú también haces que me aparezcan mariposas en el estómago.

Winnyfred

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