Capítulo 2.

191 3 0
                                    

Nada más abrir los ojos, un rayo de sol me ciega la vista. ¿El sol? Pero... ¿ya es de día? Miro la hora... son las tres de la tarde. Pero si hace cinco minutos estaba tocando la guitarra y... y mierda. Bueno, pues así es como acabé de celebrar yo mi noche de fin de año; gritando y durmiendo, hasta desde mi punto de vista se ve muy triste pero sin embargo, esa misteriosa chica, alegró mi funesta noche. Con el número que montamos ayer Yaser y yo, mis ganas de bajar al piso de abajo son totalmente nulas pero de momento, en mi habitación no hay nevera, por lo que no me queda otra opción. Cuando voy bajando por las escaleras me doy cuenta de que la casa está muy silenciosa. Que en esta casa haya silencio es muy raro, por lo que puede significar que Yaser no está. Primero voy a la cocina y abro la nevera y todo el frío muere sobre mi torso desnudo por lo que me hace estremecer. La miro de arriba a abajo, no hay mucha cosa pero mis ansias de saber si Yaser está o no en casa hacen que por una vez no me queje, por lo que me cojo una simple manzana y voy corriendo por toda la planta de abajo rastreando. El salón, la sala de estar, el baño... No, no está. Nada más asimilar la idea de que no está, cojo el teléfono. Ahora tengo la oportunidad de celebrar el año nuevo a mi manera y a lo grande; sin vigilancia y sin prohibiciones.

— Todo despejado.

— De nada — me contesta Jason.

— ¿Qué te tengo que agradecer ahora? — digo mientras le doy el primer mordisco a la manzana.

— Que tu padre no esté en casa. Parece que ha recibido una misteriosa llamada en la que le avisaban de que quizá su coche no estaba donde él pensaba.

— Siempre tan extremista.

— Adoras esa faceta mía.

— Y hoy más que nunca. Espero que hoy hayas dormido bien, porque vamos a montarla a lo grande. 

— Pues cuelga ya, tenemos que hacer muchas llamadas.

No quiero contarle nada de momento sobre la chica misteriosa de anoche hasta que consiga saber algo más de ella pero igualmente nada más colgar se me escapa una sonrisa pícara. ¿Qué haría yo sin Jason? Desde que nos empezamos a conocer no nos hemos separado. Me acuerdo perfectamente de como empezó todo... Empezaba en otra escuela porque me habían expulsado de la anterior por peleas y al llegar a mi primera clase, la mayoría de mis compañeros se habían enterado del revuelo que yo había provocado, aunque la gran parte de lo que habían oído eran exageraciones de lo ocurrido. Por los pasillos todos me miraban como si fuera una enemigo, con desprecio, pensando que había venido a su colegio para deteriorarlo. Todos menos Jason. Jason era de los míos, y al igual que yo, no pertenecía en ese grupo de pijos estirados que habitaban en esa escuela. Mientras todos vestían polos de marca, con sus pantalones bien planchados y sin romper con unos zapatos impolutos nosotros íbamos con nuestras chaquetas de cuero, nuestros pantalones rotos y nuestras zapatillas manchadas de barro. Destacábamos, éramos diferentes y al resto de la gente no les gustaba eso. Cuando entré en la clase, no dudé y me dirigí hacia él para poder sobrevivir a ese primer día de clase. Y nunca me he arrepentido de esa decisión. Jason me ha abierto a muchas personas fuera de esa panda de niños de papá y gracias a él, tengo suficientes números de teléfono para marcar hoy y dar la bienvenida al año nuevo.

Una vez tengo la lista de invitados hecha, me dirijo a comprobar si tenemos "diversión" suficiente. Esa "diversión" la tengo completamente escondida de Yaser, si supiera que tengo entre mis manos tales cosas, no estaría viviendo en esta casa. Voy corriendo otra vez a la planta superior subiendo los escalones de dos en dos para no perder tiempo y abro la puerta de mi habitación a toda prisa. Tengo un pequeño compartimento en mi cama que Yaser desconoce. Levanto el colchón y dejo al descubierto un pequeño agujero que está situado encima de un hueco entre el cajón de debajo del mueble y la pared. Y nada más asegurarme de que todo está preparado, ya empieza a sonar el timbre. La casa se va llenando poco a poco hasta que no cabe una aguja. En cuestión de minutos, la fiesta se va de mis manos pero tampoco me importa tenerla bajo control. La música esta indiscutiblemente alta, por lo que todos tenemos que comunicarnos a gritos y el ruido es casi inaguantable; el salón está repeto de humo y de risas gracias al canabis; en las diferentes habitaciones, incluída la de Yaser, habían múltiples parejas; en los baños no faltaban quienes no podían aguantarlo y se desahogaban con la cabeza dentro del retrete y en la piscina las personas sin ropa bañándose entre vasos de plástico vacíos abundaban. Pensaba que necesitaba estar rodeado de mi gente, pero a una mitad de las personas que están hoy aquí las desconozco, por lo que prefiero salir un momento de la casa y fumarme otro cigarrillo en el porche. Cojo mi cigarro, lo enciendo y me siento en el primer escalón mientras miro el cielo y reflexiono. Pero tampoco me da mucho tiempo a pensar porque Jason es de nuevo la primera persona que se da cuenta de mi ausencia.

— Zayn y sus reflexiones nocturnas, capítulo uno — dice con humor mientras se sienta a mi lado.

— Cuando me he despertado lo primero que ha pasado por mi mente, ha sido mi madre. Pensaba que con una fiesta lo olvidaría — le contesto dando una primera calada. Esta mañana he pensado en ella a parte de la historia de ayer.

— Ha pasado ya un año, ¿no?

— Este mes hace un año, sí.

— Al igual que nuestra amistad — dice mirando al suelo y suspirando.

— Este año ha sido muy jodido Jason.

— Las cosas suceden por una buena razón. Te pueden romper en un principio pero, algo o... alguien mejor llegará.

Me he quedado sin palabras, no sé que pensar. Tiene un quinto sentido indudablemente. Pero... ¿Una buena razón? Esa chica debe de ser excelente para que el destino haya decidido arrebatar una madre a un chaval de apenas 17 años y llevarle a un infierno como éste. Pero tampoco me da mucho tiempo a continuar pensando sobre el tema porque justo a la mitad de mi cigarrilo, aparca un coche delante de mis narices. Es Yaser. Sale del coche sin querer ocultar su enfado, intentando matarme con una mirada pero yo se la devuelvo con una gran indiferencia.

— ¿Qué cojones se te pasa por la mente, chaval? — me grita.

Yo sigo mirándolo con desinterés y le escupo el humo de mi cigarrillo. Sé que eso le cabrea como nada más en este mundo y me empuja contra la columna del porche para entrar dentro de la casa, aunque no creo que eso tampoco le haga mucha gracia. La música se corta de repente y se oye a la gente quejarse mientras abandonan el piso por las diferentes salidas. Mientras se van marchando no dudan en darme las gracias por la fiesta que aunque haya acabado más pronto de lo esperado, ha sido muy intensa para todos. Jason no puede evitar reírse escandalosamente, pero para cuando vuelve Yaser su risa cesa. Aunque la fiesta haya terminado, a mi me espera mucho más.

— Jason, será mejor que vuelvas a casa — le insinúo.

— ¿Y perderme lo que queda de noche? Eso es cruel por tu parte.

— La diversión se acaba aquí.

Aunque siempre aguanto este tipo de situaciones, hoy estoy muy cansado y solo quiero volver a desaparecer. Jason lo nota y no se hace de rogar, por lo que se despide y me deja solo con Yaser, que no ha vuelto a salir de la casa, por lo que significa que cuando yo entre empezará la batalla. Pienso en volver al río, por si aparece la chica como ayer pero no puedo volver a jugármela, esta vez Yaser sí que se daría cuenta y creo que por hoy ya hay suficinte tema de discusión. Mis ganas de huir han augmentado; deseo escucharla, deseo saber si Jason tiene razón, deseo saber si ella... podría ser mi salvación. No quiero pensarlo más. Rompo a correr para ver si hoy podría comenzar una nueva historia. O al menos, necesito intentarlo.

No me dejes marchar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora