Capitulo 2

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La vista del lago al amanecer es fuera de este mundo, me recuerda cuando era pequeña y corría al muelle para poder percibir los destellos anaranjados y amarillos sobre el agua. Christian mi hermano mayor solía convencerme de que este era el último de los reinos de las hadas, decía que por eso era todo era más bonito, el brillo del amanecer, el color de los arboles, los destellos de la luna y hasta respirar el aroma a libertad. Solo era dos años mayor que yo pero intelectualmente siempre sentí que estaba a años luz, no sé si por todos los libros que leía o porque simplemente sabía todo acerca de todo. Tenía tanta magia en sus ojos y en su corazón. El siempre inventaba una historia alucinante para cada hecho común y corriente que ocurriera. Éramos tan unidos lo quería tanto. Ahora ya casi no lo recuerdo, a veces siento que lo estoy olvidando. Estar en este lugar revive su sonrisa y su grandes ojos grises, recuerdo como nos divertimos creciendo juntos, recuerdo sus abrazos y besos de mariposa, recuerdo la última vez que lo vi. Christian fue el segundo hombre que me fallo en la vida, después de que papa se fuera a vivir con la tía Carolina, el dejo de sonreír, de escribir, incluso dejo de leer. 

A pesar de tener quince años entendía lo difícil que era para Christian perder al hombre que mas amaba, su héroe , su guía, su todo yo también lo había vivido dos años atrás cuando lo vi besar a la maldita tía Carolina. Jamás se lo conté, mi madre me hizo prometer que no le diría nada, que todo había sido una confusión y que tenía que borrarlo de mi mente. Yo sabía que  no estaba confundida, yo sabia lo que había visto. Cris comenzó a perderse la vida familiar o mejor dicho perdió todo contacto con la humanidad. Paso aquel verano en su habitación, sentado frente a su ventana escuchando Guns and Roses. Su mirada se puso vacía y triste, comía poco y ya no platicaba conmigo. Yo lo extrañaba tanto, me hacia tanta falta no sé si él no se daba cuenta que mama y yo también estábamos sufriendo. Cada vez que tocaba la puerta de su recamara el no contestaba y si tratábamos de girar la perilla surgía una voz para gritar que lo dejáramos en paz. 

Para llenar mis tardes solitarias desde que Cris se alejo entre a clases de teatro, me quedaba después de clases dos horas y al terminar esperaba sentada en los escalones de la entrada a mi hermano para ir a casa juntos. Con el paso de los meses el profesor de teatro se convirtió en la persona que mama, papa y mi hermano habían dejado de ser. Solía charlar con él antes de que comenzara la clase y después hasta que Cris aparecía y volvíamos juntos a casa. Necesitaba tanto platicar con alguien que me escuchara, tenia a Diego pero probablemente le contaría todo a su madre y su madre a la mía y esto no acabaría bien así que estuve muy agradecida cuando el profesor se acerco a mí en clase y dijo que no estuviera nerviosa que la vida era difícil pero lo que nos definía era la cara con la que la enfrentábamos, su voz siempre era cálida y paciente, siempre decía cosas positivas, sonreía y me decía que dejara esa expresión de tristeza que la vida era ahora y que debía comenzar a vivir, sus ojos estaban llenos de ternura. 

Ahora sé que cuándo una adolescente se siente sola es fácil confundir cualquier cosa con cariño. El martes 08 de Agosto del 2008 cuando el profesor Pelayo me llevo al cuarto de arte en el instituto para mostrarme el nuevo vestuario, recuerdo sentir una mano en mi boca, su aliento en mi cuello y algo oprimiendo mi pecho. Me retorcí lo más rápido que pude, logre zafarme de su agarre y vi sus ojos, ojos que habían cambiado de expresión y que me asustaban, me aventó contra la pared y sentí que el mundo comenzaba a derrumbarse cuando sus manos se movieron por todo mi cuerpo, quería gritar, quería correr, quería despertar, las lagrimas bajaban por mis mejillas como una tormenta incontrolable. Me recostó en el suelo frió y pegajoso, yo tenía tanto miedo. El reloj en la pared marcaba las 6. Eran las seis, mi hermano abriría la puerta y lo golpearía al ver lo que me hacia en cualquier momento pero eso nunca paso.

  Sé que luche lo mas que pude, se que lo golpee en el rostro, recuerdo sangre escurriendo de su cara, mi camisa manchada, se que fue mas que dolor algo aun peor, grotesco, triste y asqueroso. El se puso de pie, me miro a los ojos y sin decir nada dio la vuelta y salió de la habitación. Mi cuerpo estaba tan cansado, tan derrotado, me temblaban las manos todo me parecía un sueño. Después de mucho tiempo, me levante y salí de ese infierno. Olvide la mochila, olvide los libros del colegio, solo camine hasta las escaleras, sentado en el suelo estaba mi hermano con los audífonos puestos y los ojos cerrados, los abrió cuando lo toque en el hombro, ni siquiera me miro, solo se puso de pie y caminamos en silencio hasta el coche. Cuando llegamos a casa, mama camino detrás de mí hasta el baño, me giro de golpe tomándome de un brazo, estaba gritando y llorando, no sé que decía solo sé que ella podía ver en mi cara el dolor de mi cuerpo. 

Presentamos la denuncia esa misma noche, estuve en observación un par de horas, en la comisaria otras tantas. Al regresar a casa mi hermano estaba estaba en la cocina, no lo vi moverse ni un poco mientras entraba tome un vaso con agua y me lo bebí lentamente. Al día siguiente mi hermano ya no estaba, desapareció de nuestras vidas como había desaparecido el maldito violador. Los días se volvieron más grises con el tiempo, la cara del profesor estaba por todas partes, en letreros, noticieros y hasta volantes, verlo era insoportable pero mas insoportable aun era asistir al colegio, ser observada y compadecida por todos, por todos excepto por Diego, mi vecino y compañero de clase desde el preescolar. Su madre y la mía siempre fueron amigas, era fácil compartir el autobús con el, no me miraba con lastima y no hacía preguntas. Cuando me quede sin amigos y comencé a sentarme sola en la mesa junto al árbol, el se sentó conmigo y comimos en silencio un par de semanas. Nunca le pregunte por que lo hizo, porque me protegió de la soledad, quizá veía en mis ojos lo vacía que se había quedado mi alma, sin mi padre, sin Cris, sin sueños ni esperanzas.

-Mierda- grite cuando me tocaron el hombro y salí de mis recuerdos, un hombre a mi lado me miraba y sonreía estúpidamente.

-Cuando baje del coche, quede impresionado con tanta belleza.- Dijo alegremente mientras señalaba el lago –Pero cuando te vi a ti observando tal belleza, sentí como si observara una historia, una triste y vieja historia. Soy Cory Stevens, mucho gusto.- me extendió la mano y me dejo ver su perfecta dentadura.

-Tienes razón, soy vieja, soy triste y no soy amigable- Maldito gringo pensé, me di la vuelta y camine a la cabaña. Suficientes sonrisas y suficientes frases como esa ya he tenido en mi vida.

EL drama del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora