Mama disfruto aquellos primeros tres días en el lago, cocinamos en la cabaña y pasamos los atardeceres mirando el cielo y la maravillosa vista de pinos extendiéndose a nuestro alrededor.
Esta mañana llevaba el cabello suelto y la cara maquillada como todos los días anteriores, decía que estando lejos del hospital lo que más deseaba era sentirse una mujer glamorosa. Para mí eso no era necesario, el maquillaje ni siquiera fue parte de las cosas que traje de la ciudad. Me recogía el cabello en un chongo alto, cambie mi pijama por unos jeans y por una de las camisetas de rock clásico de Cris.
Cuando desapareció tome todas las camisetas y las hice parte de mis atuendos depresivos, sentía que lo tenía más cerca cuando las llevaba. Esta mañana decidimos desayunar en el pequeño restaurante que estaba a un par de cabañas de la nuestra, de verdad amaba este lugar.
Era como tener un pequeño paraíso en medio de las montañas, en total había un restaurante, un pequeño supermercado rustico, la cabaña donde se rentaban las canoas, el equipo para pescar, artículos de acampado entre otras cosas, 6 cabañas sencillas, donde se podía ver a parejas disfrutando del amor y claro a mí con mama y otras 12 de dos pisos con 4 habitaciones, dos baños, recibidor, sala de juegos y una gran chimenea. En esas siempre había grupos de jóvenes festejando por alguna estúpida razón o grandes familias pero en este momento del año estaban desocupadas. Al fondo del perímetro se encontraba una cabaña lo doble de grande que las anteriores, pertenecía a los dueños y la usaban dos veces al año.
Cuando era niña los vimos un par de veces, mi hermano decía que probablemente era una familia de vampiros y por eso no se les veía por los alrededores. Una noche cuando salimos a caminar los cuatro juntos como la familia que alguna vez fuimos, vimos a niño un poco mas lato que yo, con los ojos azules mas misteriosos que he visto, si ya sé que los ojos de color son un mal genético, pero sus ojos de verdad estaban mal, eran fuera de este mundo, una azul marino irreal, me imagine nadando en el fondo del mar cuando lo vi.
- Lo ves te lo dije, es tan blanco por que no le dan los rayos del sol- Mi hermano me susurraba al oído cuando pasamos a su lado- y esos ojos, no los veas nunca tiene la capacidad de nublar tu mente y convertirte en un esclavo con solo verte. – soltó una risita y corrió a tomar la mano de mi padre.
Por ser Marzo no había mucha gente en el lago, así que el restaurante era prácticamente para nosotras solas. En la mesa del fondo donde solíamos sentarnos en el pasado logre ver la espalda de un hombre, no pude evitar odiarlo esa era nuestra mesa. En la ventana derecha una pareja melosa que se besaba intensamente, daba ganas de vomitar.
- Genial, las dos mesas ocupadas- Dije molesta con los puños apretados. Podría ser inmaduro pero todo aquel lugar era un completo ritual para mí. Odiaba no tener la cabaña frente al muelle, cuando llegamos ya había sido ocupada y ahora tampoco tendría mi mesa. Mi madre ignoro mi pequeño berrinche y camino hasta la barra pasando a las tres personas sentadas y palmeo el banco a su lado.
-Hoy somos solo tú y yo podríamos dejar las tradiciones atrás.- Sus bonitos ojos color avellana brillaban, sentí que quizá tenía razón. Me había empeñado toda mi vida a aferrarme al o que ya no era y había permanecido tan fuerte durante tanto tiempo, quizá era momento de comenzar una nueva vida.
- Lo se ma, es solo que de verdad me gusta la mesa del fondo.- Me senté junto a ella y le pase un brazo por los hombros. Era el primer contacto directo que tenía desde hace mucho tiempo con mi mama. Me tocaron el hombro con un dedo – Si es tan importante para ti puedo cambiarme de mesa- gire para ver al hombre y sus ojos me asustaron, tan azules, tan profundos.- No gracias,- respondí- No es necesario- Me recordaba algo, algo triste y antiguo.
-Lamento haberte molestado hace un par de días.- Sonrió y supe que era el hombre del muelle. – Solo que te veías tan interesante ahí parada que no pude evitar acercarme.- Mama se aclaro la garganta y mis ojos dejaron de nadar en su mirada.
- Buenos días, lo siento señora he sido un mal educado- Extendió el brazo con elegancia – Soy Cory Stevens, a sus ordenes.- Mama le tomo la mano y con una sonrisa que me sorprendió lo contesto.
- Haz crecido muchísimo Cory, quien lo diría, tan guapo.- El sonrió y se llevo una mano a la nuca- mi madre solía decir que sería igual que alto que mi padre, supongo que tuvo razón.-
Entre cerré los ojos con molestia, quien demonios era este tipo, porque mama lo conocía y porque demonios el siempre estaba sonriendo.
-Mi nombre es Carmen, he venido a tu lago desde que era una adolescente y esta es mi hija Amy también conoce tu territorio muy bien.-
¿Que? ¿Su lago? Qué demonios.
-Es un placer que mujeres tan hermosas decidan pasar su tiempo libre en este lugar- Bastardo. Se enriquece con esta maravilla de la naturaleza, más vale que sea amable con quien le da de comer.
-He tenido el placer de ver a su hija hace dos días en el muelle- señalo por la ventana.- Ahora entiendo de donde viene toda esa belleza.- Tomó la mano de mi madre y la beso como un príncipe del siglo XVIII.
- Eres todo un encanto, deberías pasar por nuestra cabaña al atardecer.- Mi madre es tan ingenua. Seguro este tipo no necesita convivir con sus inquilinos. – Cabaña 4 cierto, ahí estaré al atardecer.- Tomo mi mano, una ligera sensación cruzo por mi pecho y la mano de golpe.
- Lo siento, mi error otra vez.- Dejo de sonreír y se despidió amablemente.
Qué demonios había sido eso. Observe a mama pedir el desayuno con cara de pocos amigos. Esa mujer no aprende, sigue siendo tan ilusa, tan amable, tan feliz. Quizá mas tarde salga a dar un paseo por el bosque y la deje con el sujeto sonriente al atardecer. Se escuchaba casi como un poema. ¨Te veo al atardecer¨. Yo solo quería disfrutar de mi soledad, era tan difícil para mi madre entender el motivo de nuestro viaje.
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EL drama del amor
Roman d'amourEn el fondo de una depresión preocupante Amy decide pasar dos semanas lejos del bullicio de la ciudad, alejada de su pasado, de su corazón roto y de todo lo que ha perdido. El lago, la chimenea y las noches observando las estrellas le hacen sentir...