Capitulo 1

52 7 2
                                    


La peor parte del día es despertar. Abro los ojos y me quedo ahí amarrada a la cama, el corazón me pesa tanto que no puedo levantarme. No pido que nadie lo entienda, como podrían entenderlo. La gente allá afuera tiene problemas más grandes; la muerte de un familiar, la falta de comida o una enfermedad terminal. Hay días en los que quisiera descubrir que tengo cáncer y que voy a morir muy pronto, así dejaría de atormentarme por mi pasado, por el vestido de novia en el closet y claro por el futuro. A veces cuando despierto me quedo observando el techo amarillento durante horas, formando figuras con las manchas de agua que se han secado, doy vueltas, me muevo de un lado a otro y así pasa el tiempo hasta que necesito comer. Desde que me despidieron de Cordon Smart no necesito levantarme temprano, tomar una ducha, hablar con los clientes, ni fingir que estoy bien, la verdad es que todo es más fácil así. Despierto tarde, me preparo un sándwich acompañado de un vaso de vodka y me desparramo en el sofá a ver películas durante todo el día. Aun no le cuento a mama que no tengo trabajo, me queda suficiente dinero para tomarme un año lejos de todo. Le envió un correo cada tercer día, me llama cada domingo y contesto sus preguntas con lo que quiere escuchar.

-Como ha estado el trabajo?- si supiera que lo he perdido.

-Bien Ma, todo bien. Nuevos clientes y eso me tiene un poco agobiada- Trabajar en Cordon Smart era mi sueño y ahora lo he perdido también, adiós a la publicidad y a mi carrera dentro de una de las empresas más importantes del país. Tania de Recursos humanos dijo que no se debía a mi falta de talento pero que mi actitud depresiva era la que ya no encajaba con la compañía. Zorra que esperaba que después de que mi prometido me dejo por mi mejor amiga unas semanas antes de la boda estuviera saltando de felicidad con una sonrisa de oreja a oreja.

- Recuerda tomar muchos líquidos y comer bien, ¿haz comido bien esta semana?- catorce sándwich y 7 botellas de vodka.

– Si ma, esta semana compre bastante verdura y fruta para mi resfriado- mentira, no estoy resfriada solo tengo una constante resaca.

-Estaba preocupada por tu alimentación, es bueno escuchar eso ¿Cuándo vienes a visitarnos? ¿Si es complicado por el trabajo yo puedo tomar el autobús y estría ahí en cuatro horas?- Mi preocupada madre es lo que menos necesito ahora pero tengo que verla si no un día aparecerá en mi puerta y con todas las botellas vacías, trastes sucios en el fregadero y mi cabello echo una basura no es buen idea que venga.

– Mis vacaciones están programadas para dentro de dos semanas, estaba pensando en ir al lago y pasar una semana lejos de todo el bullicio de la ciudad, ¿Qué opinas?- Puedo ver la sonrisa de mi mama al otro lado del teléfono, sé que se preocupa por mí.

– Me parece perfecto, será como cuando solíamos acampar con tu hermano y tu papa cada verano- Algo me duele en el pecho cuando menciona a papa.

DOCE AÑOS ATRÁS

Tenía trece años cuando la señora Martínez se ofreció a llevarme a casa después del colegio. Regularmente caminaba las pocas cuadras que separaban mi casa de la escuela pero los martes tenia educación física, me sentía agotada y era una oferta que no estaba dispuesta a rechazar. El carro de papa estaba en la cochera, me preguntaba si le habían despedido. Últimamente no teníamos suficiente comida en la alacena por los problemas que él tenía en el trabajo, mama tuvo que doblar turno en el hospital. Se me acelero el corazón al imaginar la cara de mi mama cuando lo supiera, baje del auto móvil de un salto. Corrí los diez metros que me separaban de la puerta, me lo imaginaba ahí sentado en su sofá favorito triste y deprimido, solo quería cruzar la puerta y abrazarlo pero al entrar a la casa mi corazón se detuvo. El besaba frenéticamente a la tía Carolina. La habitación se puso de un color más obscuro, el aire era denso y me costaba trabajo respirar, las lagrimas se acumulaban en mis ojos y algo muy dentro de mi pecho hacia un descenso que no tenia final, observe el beso más del tiempo que deseaba y luego algo dentro de mí se murió. De mi padre aprendí que si él me fallo cualquier hombre podría hacerlo.

-Amy, estas ahí- La voz de mi madre me saco del amargo recuerdo. Me pregunto por qué no recordaba esta fea imagen de mi vida cada que decidía confiar en un hombre que terminaría masticando mi corazón y escupiéndolo al lodo al final del día.

- Si, es solo que se me ha hecho un poco tarde tengo planes con las chicas de la oficina- Otra mentira, me he alejado tanto de la humanidad que la única persona con la que cruzo palabra es con la cajera del supermercado. –Está bien Amy, diviértete y no olvides que te amo- Colgué el teléfono, dormí, bebí y me acurruque en m i sofá durante dos semanas más. Ya ni siquiera lloraba, mi alma está seca y pudriéndose en vodka, nueve meses han pasado desde que recibí el mensaje de texto de Diego. -Amy no quiero causarte dolor, he conocido a alguien. Estoy enamorado. Lo siento pero tenemos que terminar.- Me quede observando la pantalla del celular por mucho tiempo, quizá fueron minutos pero a mí me pareció una eternidad. Marque su número y me envió a buzón. Mi corazón latía muy fuerte, esto no podía ser verdad. Diego y yo fuimos novios desde decimo grado, me resistí mucho a quererlo pero con el tiempo el me enseño que no todos los hombres eran como papa, hemos compartido tanto y vivido tanto, no esto debe de ser una broma de sus amigos me repetí mil veces mientras salí del café en el que planeaba verme con Katty mi mejor amiga, le envié un texto. - Tengo que irme a ocurrido algo, te llamo más tarde-

Camine lo más rápido que pude hasta mi coche, las manos me temblaban mientras marque el numero de la oficina de Diego -Señorita Mendoza, el licenciado ha salido. Gusta dejar un recado.- La molesta voz de su secretaria cantaba del otro lado.

-No, gracias Silvia. Llamo después.- Respire profundo para no llorar encendí el coche y al dar vuelta a la cuadra mi celular sonó, con una mano en el volante la otra dentro de la bolsa y la mirada en el coche que estaba estacionado en la acera de enfrente. Observe como Diego le acomodaba el cabello detrás de la oreja a Katty y le hablaba al oído. Unos segundos después todo lo que pude escuchar fue el chillido del metal retorciéndose en mis piernas.

EL drama del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora