Capítulo 2

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Capítulo 2

Heroe.


Tres años habían pasado desde la muerte de su padre y Aome, aun no se hacia la idea de que había quedado huérfana, si no fuera por sus abuelos y su amiga Sango, tal vez hasta se hubiera suicidado, al no poder con tal sufrimiento... a sus dieciocho años de edad su vida ya no tenía sentido, sus preciosos ojos color chocolate habían perdido su brillo de luz y felicidad dejando en su mirada solo dolor y tristeza.

Ya nada tenía sentido. ¿Por qué debería seguir viviendo? Se preguntaba Aome, cada noche, antes de quedarse dormida...

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La fábrica de chocolates "Shikon No Tama" se vio en dificultad después de la muerte de Inuyasha, quien había sido el que llevaba las riendas de dicha fábrica, Totosay, ya muy mayor, tuvo que volver a hacerse cargo de su fábrica, pero por el dolor de la pérdida de su único hijo casi se van a la quiebra; varios de los socios le habían dicho que lo mejor sería vender la fábrica ya que no habría quien se hiciera cargo de la misma en dado caso el muriera, pues no creían que su nieta Aome, tuviera la capacidad de llevar el control de tan importante fábrica.

Totosay, no se dejó convencer de hacer tal cosa, pues él sabía que si le enseñaba lo necesario a su nieta ella sería muy capaz de hacerse cargo de la fábrica. Así que se había dedicado a enseñarle todo lo que sabia a su querida nieta Aome, para que pudiera hacerse cargo de la "Shikon No Tama" y efectivamente su nieta no lo había decepcionado había aprendido absolutamente todo lo relacionado a la fábrica, demostrándole que ella a sus dieciocho años ya era capaz de llevar el control de la fábrica, a pesar de sus pocos ánimos de vivir.

-¡¿Entonces te harás cargo de la fábrica?! -pregunto una muy sorprendida Sango, mientras caminaba al lado de Aome, por uno de los grandes y hermosos jardines de la mansión donde vivía la misma.

-Cuando llegue el momento me hare cargo de ella, si no es que muero antes -respondió Aome, sin darle mucha importancia al asunto.

-¡Aome! No digas eso ni en juego. -la reprendió muy molesta Sango, por lo poco que Aome, valoraba su vida.

-Sango, desde niña he aprendido de la manera más dura, que la vida es efímera un momento estás viva y al otro quien sabe -dijo Aome, mientras observaba el hermoso clavel rojo que sostenía en una de sus delicadas y suaves manos.

Sango, solo suspiro resignada (dado que sabía porque lo decia) mientras tomaba asiento en uno de los bancos que habían allí, para observar mejor el bellísimo jardín.

-Entonces... ¿Qué harás hasta que llegue el momento de hacerte cargo de la Shikon No Tama? -le pregunto a su amiga que haría, pues tenía miedo de que se confinara a su habitación como había hecho desde la muerte de su padre ella prácticamente no salía de la gran mansión Higurashi.

-He estado pensando en entrar a la Universidad y estudiar fotografía - le decía Aome, mientras caminaba hasta ella y se sentaba a su lado - y tú ¿también vas a entrar?

-Sí, he decidido estudiar literatura, ya sabes de mi amor a los libros y si voy a pasar como mínimo cinco años estudiando tiene que ser algo que me guste.

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Luego de un par de horas platicando Sango, le informo a Aome, que tenía que irse ya que tenía una cita con su novio Miroku y no podía dejarlo plantado. Aome, por su parte después de que Sango, se marchó entro en la mansión y subió las escaleras hasta su habitación a dibujar y observar las diversas fotografías que estaban pegadas en la pared que ella misma había tomado, mientras esperaba la llegada de sus abuelos para bajar a cenar.

Al día siguiente...

A la hora del desayuno a Aome, su abuelo le informo que tenía que asistir con él a la fábrica para que, se fuera familiarizando con lo que muy pronto estaría en su poder.

Ambos salen de la mansión y se dirigen al área donde el chofer ya había estacionado el auto, el cual era un grandioso Mercedes Benz color negro de vidrios polarizados, para abordarlo y dirigirse a la fábrica. 35 minutos después el auto se detiene frente a un imponente edificio de 15 pisos de altura, edifico el cual era la fábrica, segundos después de que se detuviera el auto el guardia de seguridad de la puerta principal, el cual era un hombre moreno de cuerpo fornido de 1m 80cm de altura de cabello negro y intensos ojos azules, se acercó a abrirle la puerta del auto al dueño de dicho lugar.

A un par de metros adelante se encontraba estacionado un lamborgine color negro de vidrios polarizados y rines cromados, en el cual su conductor aun no bajaba del auto pues se había quedado observando a través del espejo retrovisor como el señor Higurashi, bajaba de su auto seguido de una joven de cabello castaño claro (totalmente despeinado) y ropas deportivas obviamente un par tallas más grandes de las que debería usar; al momento de verla una sutil sonrisa se posó en sus labios un par de segundos antes de desaparecer y volver su rostro frio y inexpresivo, para luego bajar de su lujoso auto y entrar al edificio unos minutos después de que entrará el dueño y su nieta. El joven entro y se dirigió a la recepción para pedir una cita con el Señor Higurashi, con carácter de urgencia para la tarde, una vez que había conseguido la cita salio de la fabrica.

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Aome, llevaba aproximadamente tres horas en la fábrica y ya se había hartado de estar allí, su paciencia había llegado a su límite en aquel lugar y sin informarle a su abuelo de su retirada decide irse; se dirige al ascensor para subir en él y llegar al primer piso para salir y esperar un taxi, pero para ello debía cruzar la calle hasta la parada.

Aome, estaba cruzando la calle cuando derrepente de un segundo a otro se encontraba siendo tirada al suelo por alguien (que había caído encima de ella por lo rápido del movimiento) ella abre sus ojos sororendida, dándose cuenta que los había cerrado al momento de caer, al abrirlos vio a la persona que la había tirado, para luego ver como a menos de dos metros pasaba un auto a alta velocidad Aome, se quedó congelada un par de segundos en el momento en que proceso todo lo ocurrido ¡casi había sido arrollada por un auto! Cuando volvió en si se dio cuenta de que alguien le había tendido la mano para ayudarla a levantarse (era la persona que le había salvado la vida) ella sin dudarlo un segundo tomo su mano y al momento de hacerlo levanto su vista hacia su "héroe" y todo a su alrededor desapareció al haberse quedado atrapada, literalmente, en la mirada de ese apuesto hombre que la había salvado, el cual tenía unos hermosos e intensos ojos color ámbar, aunque un poco fríos y misteriosos, pero que la miraban de una forma que no logro desifrar.

El al igual que ella por unos segundos quedo deslumbrado por la belleza de sus bellísimos ojos color chocolate. Fueron solo unos segundos en que dorado y chocolate se miraron por primera vez quedando ambos hechizados por la mirada de el otro.

-Gracias... -susurro Aome, al haber recuperado su voz después de haber soltado la mano del joven al ya haberse levantado del suelo y estar de pie.

El apuesto joven solo se limitó a hacer un leve asentimiento de cabeza para luego darse la vuelta he irse sin decirle una sola palabra, ella solo pudo ver cómo su "héroe" le daba la espalda y admirar su largo cabello color plateado ser ondeado por la brisa a medida que se alejaba.

¿Quién era ese apuesto joven que la había salvado? Se preguntó mentalmente Aome, mientras se dirigía a la parada, para tomar un taxi a casa, con esa pregunta rondando su mente.


Continuará...


Hasta el próximo capítulo


Se despide:

AdryThaisho

Una Cucharada De Su Propio ChocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora