e x t r a 3

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Después del incidente en la fiesta de Ashley, Nina no pisó la calle durante una semana. Cuando sus padres le preguntaron, ella respondió que no se encontraba bien, y ellos simplemente no se molestaron en comprobarlo.

Llegó el lunes, y se obligó a sí misma a regresar al instituto. Todo el mundo sabía perfectamente que no estaba enferma, todos vieron lo que pasó en la fiesta. No podía esconderse más. "En realidad si puedo" pensó; "No, ya es hora de enfrentarme a ellos. Metafóricamente, claro".

Fue poner un pie en el aula y todos dejaron lo que estaban haciendo para mirarla a ella. Nina se disculpó por llegar tarde y el profesor le pidió que tomase asiento. Ella asintió, y sabiendo que todos la miraban decidió mirar al suelo.

Escuchó algunos comentarios groseros por parte de las amigas de Ashley. "Bonita sudadera." "¿De dónde has sacado esas deportivas? ¿De un contenedor de ropa usada?" Nina los ignoró. ¿Qué tenía de malo su ropa? Vale, sus zapatillas estaban algo desgastadas, y la sudadera la había heredado de su hermano y le quedaba algo grande, pero ¿y qué? No hacía falta ir vestidas como una Barbie al instituto. No era Miss Universo.

Llegó a su asiento, al fondo de la clase. Todos se sentaban por parejas, excepto ella, que utilizaba la mesa de al lado para dejar su estuche y otras cosas que necesitase. Pero ese día, la mesa estaba ocupada.

-Bonito conjunto.

Asheley sonrió con malicia.

Nina quiso responder, pero ante la posibilidad de volver a hacer el ridículo, optó por mantener la boca cerrada.

La hora transcurrió más tranquila de lo que Nina esperaba, aunque no podía contar las veces que Ashley trató de provocarla. Afortunadamente, Nina poseía un autocontrol envidiable. De no ser por eso, las dos habrían acabado con problemas. Una expulsada y la otra con la nariz rota.

En cuanto sonó el timbre, Nina salió disparada de clase, no sin antes chocar con todo el que se ponía en su camino. Se escondió detrás de una columna hasta comprobar que todos sus compañeros se hubieran marchado en dirección opuesta, hacia la cafetería. Una vez el pasillo quedó vacío, ella entró al aseo de chicas. Últimamente se había acostumbrado a almorzar allí, lejos de la "élite" del instituto y sus burlas. Y teniendo en cuenta que la última vez que almorzaron cerca acabó siendo víctima de una broma de mal gusto en una fiesta, lo mejor era continuar el hábito.

Dejó la mochila en el suelo, abrió un grifo y dejó correr el agua unos instantes. Se miró al espejo, y no le gustó nada lo que vió. Partiendo de su poca preocupación general por su imagen, se sumaban ojeras causadas por la falta de sueño que arrastraba desde el viernes anterior. Ya se había acostumbrado a las pecas, que en su día le parecieron una maldición, aunque seguían sin gustarle. Llevaba una coleta mal hecha y despeinada, y a decir verdad, la sudadera le quedaba más grande de lo que ella recordaba.

Apartó la mirada del espejo y una lágrima silenciosa resbaló por su mejilla.

Se empapó las manos y restregó el agua helada por su cara. No le importaba el frío, solo trataba de contener las lágrimas.

Cerró al grifo y volvió a mirarse al espejo. Nada había cambiado.

O sí.

Nina se dió la vuelta para encontrarse cara a cara con el mismísmo demonio.



Heey ^-^ trataré de subir el siguiente extra pronto, quería dejaros con la curiosidad 7u7 #quemalotaomg   gracias por 1.4k, os amo♥♥

NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora