Gilbert se convirtió en Sacerdote cuatro años después de que se marchó a Roma, pero eso no le limitó el seguir viéndose con Lovino. Siguieron con su amor secreto a pesar de que fuera un pecado que podría realmente arruinarles la vida. El hombre lobo le visitaba regularmente, al menos una vez al mes, y le llevaba siempre una pequeña botellita de sangre de animal para satisfacer la sed del vampiro sin necesidad de levantar sospechas de su verdadera naturaleza dentro del lugar santo. Siempre entraba en el Seminario con la excusa de que extraña a su "hermano" y que su madre le enviaba algo de la comida favorita de Gilbert. Eso le facilitaba todo, ya que no tendría que darles muchas explicaciones a los encargados que ya sabían la situación. El vampiro había tenido que quedarse a vivir en Roma, ya que estaba a punto de recibir la consagración final y posteriormente tendría que seguir con sus estudios en el Vaticano para luego ir a las misiones que se les encomendaba.
Cuando Gilbert cumplió los dieciocho años, el primero en estar allí fue Lovino, para así saludarlo como era debido y darle su regalo. Estuvieron juntos todo el día, encerrados en el cuarto que era del vampiro, hablando y mimándose mutuamente hasta que el sol se escondió. Ese día en particular era muy frío; y sin esperarlo la lluvia comenzó a caer, haciendo imposible el transitar los caminos que llevarían a Lovino de vuelta a Florencia. Ante la insistencia del párroco y la de Gilbert, tuvo que quedarse en el Seminario y como no habían cuartos disponibles, tuvo que dormir en el cuarto de Gilbert. Era la ocasión perfecta para estar toda la noche a su lado sin interrupción y también para aprovechar la circunstancia para otras "cosas".
No creo que sea realmente necesario mencionar todo lo que hicieron en aquella noche, a la luz de las velas. Ninguno de los dos perdió el tiempo. Gilbert atrapó a Lovino entre sus brazos mientras lo besaba y lo acorraló contra una de las paredes de la habitación, intentando no hacer mucho ruido para que nadie sospechara absolutamente nada. La lluvia y los constantes rayos les estaban acompañando en esa labor. La ropa poco a poco fue desapareciendo y por obra de magia ambos ya estaban sobre la cama, devorándose completamente y rozando sus cuerpos en aquél baile pecaminoso.
Lovino tenía bastante temor en ese instante; cierta parte de sí le decía que lo que estaba apunto de hacer le llevaría directo al Infierno, pero ya no podía parar. Necesitaba a Gilbert, lo deseaba de manera intensa, y aunque el mismísimo Dios le estuviese mirando en ese instante se entregaría a él en cuerpo y alma. También le entregó su sangre. Aquella fue la primera vez que el vampiro probó la sangre de un verdadero hombre lobo.
Gilbert le hizo el amor de una manera que a Lovino nunca se le podría olvidar. Aquél vampiro le había hecho sentir de una forma que ningún otro hombre podría... Ese amor que se entregaron nunca sería igualado.
Después de esa noche, nada volvió a ser como antes. Interpusieron un día especial para juntarse, para disfrutar de su amor en plenitud, pero obviamente la rutina comenzó a dañarlos de una manera irreparable. Ya nada era lo mismo, ese amor prohibido les quemaba, les mataba... Era como vivir el mismo Infierno en vida. Ambos sabían que todo acabaría y todo se desató cuando el albino se ordenó en el Vaticano. Tendría que ir a una misión evangelizadora en América, mientras que Lovino iría a una Institución en Francia para realizar sus estudios.
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Dear Wolf, I want your blood [AU/Hetalia]
Werewolf"-El amor ha sido sinónimo de destrucción todo el tiempo, Feliciano. ¿A caso no recuerdas la historia que nos contó el abuelo sobre la Rebelión? -Inquirió Lovino mientras miraba a su hermano menor, quien, sin decir nada, sólo asentía y escuchaba...