Los hijos de la Luna habían estado esperando por él por siglos y siglos, e incluso lo habían anunciado desde hacía muchísimo tiempo atrás. Los jefes traspasaron la leyenda de generación en generación: Un joven de sangre pura salvaría a la humanidad completa dando su vida en la última batalla.Y así sucedió.
Lovino nació el primer día de la primavera de 1600, siendo un precioso niño de cabellos castaños y ojos verdes, inigualables a la vista de todos los que presenciaron aquél 'milagro'. Su madre era Eleonora, una hermosa muchacha italiana, hija de otro jefe licántropo con el cual Romulus había hecho un trato de unión mediante una boda con Pietro, su único hijo.
Desde un principio fue tratado como un verdadero príncipe. O así fue hasta que Feliciano nació, 4 años después, justamente el mismo día que él. La idea de tener un hermanito le gustó mucho, es mas, cada noche, antes de dormir, iba al cuarto de sus padres, simplemente para recostarse al lado de Eleonora y apoyar su cabeza en el vientre abultado de la mujer, intentando sentir al pequeño que venía en camino, y logró su cometido varias veces, sintiéndose completamente feliz ante ello. Y ni hablar del nacimiento. Al parecer, Lovino parecía más nervioso que el propio padre y se paseaba entre saltitos esperando.
Cuando al fin pudo ver a su hermanito, supo que tendría que cuidar a ese bebé como si fuera su otro ser. Esos ojos color ámbar le habían atravesado el alma y habían ligado su corazón al del pequeño: su amor fraternal por él fue instantáneo, quizás demasiado muy fuerte.
Tras la muerte de sus padres a manos del clan enemigo, su abuelo se hizo cargo de su crianza, dándole una niñez feliz y sana, todo lo que cualquier niño desearía... pero no todo es para siempre: Las pesadillas sí se vuelven realidad.
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Dear Wolf, I want your blood [AU/Hetalia]
Manusia Serigala"-El amor ha sido sinónimo de destrucción todo el tiempo, Feliciano. ¿A caso no recuerdas la historia que nos contó el abuelo sobre la Rebelión? -Inquirió Lovino mientras miraba a su hermano menor, quien, sin decir nada, sólo asentía y escuchaba...