"Al fin te encontré, Lovino...".
Aquellas palabras hicieron que él experimentara el peor miedo de su vida; no podía ser verdad... No. Si Gilbert había vuelto, su corazón volvería a perecer... volvería a caer en esa jugarreta, y en ese encanto de vampiro. No podía moverse, no tenía fuerzas para defenderse, por lo que se dejó llevar, hasta que el peliblanco le acorraló contra una de las paredes del baño, aún ejerciendo la presión con sus largos y gélidos dedos en su garganta. Estaban frente a frente, sus ojos continuaban fijos y sus cuerpos se fueron aproximando como si fueran dos polos opuestos se atraían de forma magnética.
-Sigues siendo igual de lindo que antes... -Murmuró el vampiro, provocando que el hombre lobo volviese a temblar e intentase soltarse del agarre con desespero.
-¿Por qué has vuelto...? -Le preguntó con la voz temblorosa, mientras sus manos hallaban la manera de empujarlo desde el pecho. No lo logró, ya que no quería usar su verdadera fuerza y mostrar en lo que se había convertido con el paso de los años. - ¡Aléjate de mí, sanguijuela!
-Te he seguido a todas partes, Lovino. No te has escapado de mí en ningún momento... Pero tengo un límite, ¿entiendes? - El vampiro acercó lentamente su boca hasta la del contrario, logrando que sus labios se tocaran entre sí. El menor no sabía qué hacer... El sabor de los labios de Gilbert era mucho mejor de lo que recordaba, y no pudo evitar el corresponder torpemente, mientras sus manos se aferraban a su pecho. El hombre lobo se sentía vulnerable, sabía que era una trampa que el vampiro había diseñado, pero una pequeña idea se atravesó en su confusa mente. Con lentitud se fue relajando, mientras que sus manos se iban deslizando por el tren superior del vampiro, para dejarlas sobre sus hombros. El beso poco a poco fue tomando un curso más pasional, y ese fue el momento que el castaño aprovechó en su esplendor. Los colmillos de lobo del italiano se dejaron entrever, cosa que Gilbert no notó al estar tan "concentrado" y sin pensarlo más el más bajo le mordió el labio inferior, jalándolo con fuerza y enterrando los dientes allí. La sangre comenzó a fluir y el vampiro jadeó. Lovino no sabía sí era de dolor o excitación; los vampiros sí que eran masoquistas. Vio en esa situación una clara oportunidad de huir, por lo que volvió a empujarlo hasta que se deshizo de todo agarre y se dirigió hasta la puerta del baño, aún con la sangre en los labios y en la boca un sabor dulce y a la vez tan amargo.
Huyó tan rápido como pudo en dirección al salón de clases. Justo cuando iba a doblar en la esquina, un cuerpo impactó el suyo, y claro, él supuso que era Gilbert. Esos brazos le rodearon y sentía tanto pánico que ni notó que ese ser tenía calor corporal.
-¡Suéltame, maldita san-! -Su voz se cortó al darse cuenta de que estaba en brazos de Antonio. - ¡Oh, por Dios, Antonio! -Lo abrazó con desespero y luego le miró, con los ojos bastante abiertos y las lágrimas a punto de desbordarse de sus ojos. Estaba teniendo un ataque de pánico.- Antonio...
- Lovi, ¿qué te pasa? Te estuve buscando por todos lados y... ¿¡Qué demonios te pasó en la boca!? -La preocupación en la voz del español hizo que Lovino recordara lo que había hecho; tenía la sangre de Gilbert aún en la boca.
-Me... me rompí los labios... -Mintió y para su buena suerte el humano le creyó.
-¡Joder, pero es mucha sangre! -El castaño más alto sacó de su bolsillo un pequeño pañuelo y él mismo le limpió la supuesta herida hasta que no hubo rastros de aquél líquido rojo. - ¿Estás mejor?
-Sí... muchas gracias.
-¡Vamos ya! Si llegamos tarde, la profesora nos asesinará.
(...)
Lovino hubiese dejado pasar la situación SÓLO si Gilbert no estuviese en su misma clase y más encima sentado atrás suyo. No sabía ya si era castigo divino o el puto destino que quería joderle una vez más. Lo peor de todo es que sentía esa mirada profunda y perturbadora en él todo el tiempo, y juraría que sentía la maldita voz de ese imbécil una y otra vez en la cabeza, como si le estuviese hablando por telepatía.
"Ahora no te dejaré en paz, perrito".
-Muy bien. Espero que les haya quedado bien en claro que la primera exposición que tendremos será una de las más importantes para su calificación semestral. Así que quiero que se junten de a tres compañeros y planifiquen bien el libro y tema que tomarán. -Decía el profesor de Literatura, y lo primero que Lovino hizo fue mirar a Antonio, quien estaba al lado izquierdo. El español le guiñó el ojo para confirmar que sí serían un grupo. - Bueno, ya pueden juntarse. -Dicho eso, Antonio se puso de pie y se aproximó hasta el italiano, para sentarse en la mesa.
-Bueno... nos falta uno... hum... -Ambos miraron a su alrededor, buscando a Francis, pero esté ya estaba con dos personas más. - ¿Qué tal sí invitamos a Gilbert? ¡Es el único que está sólo! -Dijo el español, y Lovino casi se muere ahogado, ya que comenzó a toser. ¡Ahora sí que se había jodido!
-N-no lo sé... quizás podríamos hacerlo nosotros dos... -Susurró el hombre lobo, aunque fue casi para sí mismo.
-¡Hey, Gil! ¡Ven con nosotros, que nos falta uno!
Sin duda alguna el mundo entero estaba en contra suya.
El albino se acercó alegremente y cogiendo una silla se sentó al lado de Lovino, quien sólo le miró de reojo. Le observó directamente la boca, y se dio cuenta de que no tenía nada, ni siquiera una herida. ¡Casi olvidaba que los malditos vampiros a podían regenerar olímpicamente!
-¿Y bien? ¿Ya tienen pensado un libro? -Preguntó el peliblanco mientras se estiraba fijamente, provocando que Lovino bufara.
-Yo pensaba que podíamos elegir algo de Literatura americana o europea... ¡Hay tantos buenos escritores! -Contestó Antonio.
-Tienes razón... a mí me gusta Edgar Allan Poe . - Acotó Gilbert.
-¡Allan Poe es buenísimo! ¿Tú qué opinas, Lovi?
-Era un buen escritor... Me gusta...
-Será genial exponer de él, ¿no creen? Tomando en cuenta de todo lo que le pasó en su vida... -Aquello hizo que los dos castaños miraran al albino de inmediato. - ¿Nunca se han preguntado por qué escribía cuentos de terror?
-Su vida fue dura, supongo. -Comentó Lovino algo desinteresado.
-Muy dura. Era huérfano, y su vida estuvo llena de tragedias. Las drogas acabaron con él.
-Es increíble como las personas pueden llegar a enloquecer con tanto dolor... -Finalizó Antonio, haciendo que el castaño menor suspirara. Entonces él ya estaba más que loco con todo lo que había tenido que pasar para llegar hasta ese lugar. - ¡En fin! Nos juntaremos hoy en mi casa y planearemos todo sobre la presentación, ¿vale?
-Vale...
Fuera de todo el reencuentro, Lovino estaba tranquilo. No se despegó de Antonio en ningun momento, y mucho menos cuando fueron a su casa... Gilbert iba detrás, como si estuviese vigilandolos y obviamente que lo hacía. El vampiro estaba celoso de la manera tan afectiva con que Antonio abrazaba a Lovino y de como se reían los dos juntos. De alguna u otra forma, el albino recordaba esa risa tan bonita y alegre que el hombre lobo poseía... pero le dolía que no fuera él el que lo estuviese haciendo reír.
"No voy a permitir que un humano me robe lo que es mío... jamás".
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Dear Wolf, I want your blood [AU/Hetalia]
Werewolf"-El amor ha sido sinónimo de destrucción todo el tiempo, Feliciano. ¿A caso no recuerdas la historia que nos contó el abuelo sobre la Rebelión? -Inquirió Lovino mientras miraba a su hermano menor, quien, sin decir nada, sólo asentía y escuchaba...