IV. Una vida de perros.

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No pude contener la rabia (Y pues a fin de cuentas soy un perro), y no sé, se me ocurrió morderlo en la muñeca, como era de esperarse, no lo lastimé así que el decidió en dejarme en la caja, no sin antes decir:

-Recuerden cuidar bien a el cachorro que se quieren quedar.

Oh por dios! Pensé, solo se quedarán con uno? Tengo que hacer mi mayor esfuerzo para quedarme en esta casa, al fin y al cabo esa era mi Misión.

La vida como un cachorro no es fácil, y menos si quieres quedarte en la casa, solo quedaban 3 de mis hermanos, y quedar como el favorito es una tarea difícil, tienes que comportarte súper bien, no hacer nada que haga enfadar a los dos adultos, y lo mas importante, jugar con los niños, ya que ellos deciden con cual se quedarán.

Tomando en cuenta que las croquetas saben mejor cuando eres un cachorro, pues no necesitas otro alimento exactamente, ya tenia algo dominado el arte de caminar en 4 patas sin caer, pero lamentablemente cuando lanzan una pelota, me es imposible poder resistirme a correr, cuando acuerdo, ya la estoy persiguiendo y la tengo en el hocico, debería aprender a controlar esos impulsos.

Una vez visto este punto, recordé algo importante: Como se supone que arreglaría las cosas siendo un cachorro? No es como que le pueda decir a mi hija que lo sentía, por que evidentemente solo oirían ladridos, me pregunté eso por varios días, pero si yo estaba así, era por algo y debía encontrar la solución tarde o temprano.

Los niños decidieron sacarme a pasear, lo cual es muy incómodo, ya que si quieres ir a un lado a explorar ellos te jalan de la correa y si bien, no lastima, si desespera.

La ventaja de esto es que como vivíamos en una cerrada, podían quitármela sin miedo a que escapara, ver la vida desde una perspectiva tan pequeña es asombroso, nunca pensé que tendría una oportunidad así.

Luego, me entró una duda existencial: ¿Y si todo esto es un sueño? Decidí comprobarlo y me aventé a un charco con agua...

...No era un sueño. Solo conseguí empaparme y al querer regresar a casa me lleve una regañada de Antonio; !Que ironía que termine regañado por ese tipo! Me enoje tanto que con las patas llenas de lodo me subí a el sofá, para que aprenda a ser mas respetuoso con sus mascotas.

Después de otra regañada por ensuciar el sillón decidí no hacer nada malo otra vez. Pasaron los días y solo quedábamos 2 Yo, y mi hermano, y, obviamente como era de esperarse fui el cachorro con el que la familia decidió quedarse.

Nunca habían un cachorro tan obediente en su vida, aunque creo que esto tenía algo de desventaja, yo sabía lo que hacia, pero los otros parecían hacer las cosas solo por que si, supongo que por que era instinto de ellos y yo di tenia conciencia de lo que hacia (Exceptuando lo de la pelota) y bueno, como no me habían bañado, y aún estaba sucio de lo acontecido en el parque, ya me tocaba.

Una Lección De VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora