Memoria
Tres años antes...
El olor... Es lo primero que recuerda. Muy al contrario de lo que pudieran creer, fue el primer trauma que tuvo: la pestilencia de la gasolina, el humo de un motor y de la sangre con otros aromas, como el del pino artificial que antes colgaba del retrovisor, metiéndose sin compasión por sus orificios nasales y minando de un veneno mortal sus pulmones.
—¿Anna?—Su cabeza daba vueltas. Todo parecía estar al revés.
No, era ella quien estaba de cabeza.
Había mucho ruido que no sabía de dónde provenía, un pitido molesto, como si una bomba hubiera explotado cerca de sus oídos. Quiso moverse, pero el sólo intentar enfocar y tratar de lidiar con la gravedad, hizo que sus costillas se oprimieran y un dolor punzante le recorriera todo el cuerpo. Al frente, la bolsa de aire tenía unas gotas de sangre esparcidas por toda el área. El cinturón de seguridad es lo único que la detenía de no caer y, al mismo tiempo, el que estaba masacrándole el cuerpo. Sintió el sabor metálico de la sangre, su sangre en la boca; sus sentidos empezaban a agudizarse al fin. Sus ojos empezaron a buscar desesperadamente a su hermana y su cerebro aún no digería la situación.
"Accidente", fue lo primero que pensó. "¿Con qué?". Y enseguida fue borrado cuando un cúmulo de imágenes empezó a llenarla. Nada tenía sentido.
—¡Anna! —un grito más ahogado. Entendiendo, poco a poco.
El otro automóvil, las luces apagadas, la curva.
Elsa se quitó el cinturón de seguridad con dificultad, apenas consciente que su brazo no estaba de la misma forma de como lo había visto por última vez. Estaba entumecido. No le dolía, aún, quizá era la adrenalina o el shock. Su cuerpo se vino abajo, y quien recibió todo el peso fue justo ese brazo, que sólo empezó a doler hasta ese momento.
Su respiración estaba agitada, sentía que no tenía aire en los pulmones.
—No, no... No, no, ¡no!
Se arrastró como pudo por el techo del automóvil, entre cristales rotos, tierra y piedras pequeñas. Los pedacitos de vidrio se incrustaban o arañaban su piel pálida y descubierta, pero no le importó en lo más mínimo en cuanto vio a Anna inconsciente, colgando de la misma forma que ella hace un rato.
—Anna, Anna despierta.
Una sola de sus manos viajó a través de las mejillas de la pelirroja y luego a sus muñecas. Tenía pulso pero era muy débil. Estaba casi tan limpia como cuando entró en su búsqueda a la fiesta ese día. Casi, porque cuando Elsa movió sus dedos de nuevo a la cabeza de la chica, sintió la humedad de la sangre que estaba manchando el cabello de su hermana. Y cuando Elsa miró hacia abajo, se dio cuenta del charco que se había formado del mismo líquido carmín.
Pánico. Un pánico terrible ante la idea de...
—No, joder, ¡no! Anna, Anna voy a sacarte de aquí —No la escuchaba. Seguramente no, pero siguió hablándole en todo momento como si así pudiese despertarla de aquel sueño profundo—. Te tengo, pequeña luchadora. Te tengo, siempre, siempre, ¿entiendes, Anna? No voy a dejarte ahora —"No puedes dejarme ahora", era lo que quería decir.
Buscó a tientas el seguro del cinturón, tenía que sacarla de ahí y alejarse del automóvil. El olor de la gasolina no era algo que pudiera ignorar. Elsa apenas recuerda cómo fue capaz de sostener todo el cuerpo de Anna sin que esta se lastimara más. Tampoco recuerda, por mucho que lo intentó por meses, cómo es que la sacó del automóvil en sus brazos adoloridos y maltrechos; y luego subió una pequeña elevación hacia la carretera completamente oscura. Sólo era capaz de sentir la misma desesperación que vivió en ese momento; algo que jamás iba a poder olvidar, sin importar a cuántos psicólogos visitara durante su tratamiento.
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Cuando me quieras
FanfictionElsa ha vivido muchos años ocultando sus sentimientos por Anna, pero estos sólo van haciéndose más fuertes con el paso del tiempo aún cuando intenta frenarlos. Consciente de lo que esto implica, será necesario que luche contra sus sentimientos, su f...