Tome del brazo a Azul de manera que la deje parada frente a mi, en su rostro resaltaban unas lágrimas que parecían cristales, su pálida piel y esas ojeras que delataban las noches que no dormía.
Sueltame!- grito haciendo una mueca.
De-debo explicarte que paso Azul, porque lloras?- la mire.
No debes explicarme nada, es tu vida, y si lloro es mi problema- se soltó y me dio la espalda.
Sonia era una zorra, me engaño con un amigo, mas que un amigo un hermano- baje la mirada.
No! Para! No debes explicar nada! Yo no soy nadie para que me des explicaciones de las situaciones que pasas.
Para mi Azul tu... -baje aun mas la mirada y en mi rostro nació un color rojizo y comenze a sentir calor y nervios.
Que!? Dime?- en tono histérico y curioso.
Tu.. p-para..m-mi..- tono nervioso. Sabia que había dado el paso hacia mi confesión y no tenia salida, mi mente dejo de funcionar y solo se torno a quedar en blanco.
Deja de balbucear! Dime!- insistió.
E-res..-mas nervioso.
Listo! No me digas, adiós!-me grito y comenzó a caminar hacia la esquina.
Azul!-grite- Espera!.
Se dio media vuelta.
Todo sucedió en menos de 5 segundos, Azul estaba cruzando la avenida, si yo no le hubiera gritado, ella no se habría dado vuelta, y se hubiera percatado de que el semáforo estaba en rojo, y que un auto vendría a una velocidad no permitida, se hubiera salvado, y su cuerpo no hubiese quedado tendido en el piso y ni sus huesos se hubieran roto.
Todo fue mi culpa. Y sabría que esta culpa la llevaría hasta los últimos segundos de mi vida.