- Definitivamente. Esta foto es mi favorita. – dije mientras Ely pagaba el taxi.
- ¿Cuál de todas?
- ¡Esa en la que la ola te está revolcando, perra!
- ¡Desgraciada! – se quejó pero se rio conmigo. – Mueve tu trasero, ¿quieres? Estoy exhausta y quiero mi cama.
- Sí señora.
Tomé mi maleta y subí las escaleras detrás de Ely. Cada paso que daba era doloroso, y tenía que hacer un esfuerzo voluntario para no quejarme cada vez que la tela rozaba mi piel quemada.
- No vuelvo a hacerte caso cuando digas la palabra "broncear". – juré y llegué hasta el tercer piso. - ¿Ely? – pregunté pero ella hizo una seña de silencio. Miré a mí alrededor, todo estaba tranquilo. Era un sábado por la noche como cualquier otro.
- ¿Dejaste la puerta abierta cuando nos fuimos? – preguntó bajo y sentí mi corazón acelerarse. Negué con la cabeza. - ¿una ventana?
- Sabes que siempre me aseguro de cerrar bien. – contesté igual en voz baja. - ¿Qué pasa?
- Alguien entró al departamento. – dijo y la observé. Su mano había quedado en medio del aire, a unos centímetros de la chapa. Pero la puerta estaba entreabierta apenas unos pocos centímetros.
- ¿Crees que sigan adentro? – susurré. - ¿crees que...? – continué, con todos los escenarios posibles en mi cabeza.
- Voy a entrar. – dijo dando un paso pero la detuve en ese instante, aferrándome a su muñeca.
- No vas a entrar ahí. – siseé entre dientes. – Estás loca. Tenemos que llamar a la policía.
- Tenemos que asegurarnos primero qué paso. Seguro fue un robo. Probablemente hace días. Todo está bien. Puedes esperarme aquí.
- Eliza. – siseé, pero ella ya había abierto la puerta. Las maletas estaban en el pasillo, y entré siguiendo a mi amiga aferrando mi bolsa como si fuera un arma, lista para utilizarla si era necesario. Conté los segundos en mi cabeza, y en el octavo la luz cegó mis ojos. Luché para ajustarme a la luz, maldiciendo bajo a Ely por no avisar de antemano. – Jesús.
Todo estaba fuera de su lugar. Los cajones estaban en el suelo, al igual que su contenido previo. La tele y una lámpara estaban destrozadas y había trozos de platos por el suelo. La mesa seguía en su lugar, pero las sillas estaban volteadas, como si hubieran sido lanzadas por el lugar. Una de ellas parecía ser la causa de la pérdida del televisor. El sillón era lo peor. El pobre mueble parecía haber sido víctima de una serie de puñaladas. Había muerto. Estaba destrozado. Podía ver su relleno en grandes trozos. El departamento estaba hecho un desastre, pero al menos parecía estar deshabitado.
- Checa tu habitación. – dijo Ely mientras caminaba hacia el pasillo y desaparecía por la primera puerta. La seguí, y en mi camino pude ver su cuarto hecho un desastre, pero al menos la cama no había sido apuñalada. Temiendo lo peor, abrí la puerta de mi cuarto.
Al igual que el resto de la sala, alguien había intentado destruir el espacio. Había esmaltes y otros cosméticos regados por el suelo. El colchón estaba fuera de lugar, y todo el contenido de mi escritorio, junto con los libros de los estantes, estaba en el suelo. Con el corazón estrujado, levanté mi laptop y presioné el botón de encendido. Casi lloro cuando miré la pantalla (estrellada) mostrar el icono de Windows.
- ¿Ely? – la llamé entrando a su habitación. Estaba en el suelo, intentando ordenar un poco el desastre. - ¿Todo bien?
- ¡Son unos malditos! Mira esto. – dijo señalando su alrededor con un gesto de manos. ¿Por qué demonios hacen esto? Hijos de puta! – siguió aventando cosas a una gran bolsa de basura. Yo exhalé.
- ¿Tomaron algo? – pregunté con calma. Teníamos que mantener la cabeza fría. Al menos una de nosotras.
- No. Sólo lo rompieron todo, ¡Así que igual y se lo hubieran llevado todo! Sólo por el gusto de fregar la vida.
- Ely, nadie hace esto sólo por chingar. – dije desde la puerta.
- Hay cada loco, Lena. Cada puto loco.
- Aun así creo que deberíamos llamar a alguien. – dije y se volteó a verme como si estuviera loca.
- Dirán que dejamos la puerta abierta. Mira a tu alrededor. No hay entrada forzada.
- ¡Pues algo tenemos que hacer! ¿Qué tal si fue la persona que te llamaba? O... o... esto sonará loco, pero ¿recuerdas que te dije que me sentía observada?
- Lena, esto es sólo un robo más. – dijo exaltada mientas continuaba metiendo cosas a la bolsa. Yo bufé y caminé hacia la entrada.
Metí las maletas, aún molesta con ella. Esto no era un robo. Nada había desaparecido. No podía ser un allanamiento solamente, y ni siquiera vivíamos en una zona peligrosa. Aquí nada pasaba. Nunca. Así que esto no era normal. Era extraño...
"Llamame si están en problemas o si pasa algo raro..." La voz de Emmet resonó en mi cabeza mientras arrastraba mi maleta entre los escombros y hacia mi habitación. No era estúpida. Ahora era evidente que él se olía algo raro. Y de una persona que fuerza la cerradura como si nada... bueno, supongo que no debí tomar su comentario tan a la ligera. Emmet definitivamente podía estar relacionado con todo esto. – contemplé mientras me sentaba en el colchón, mirando a mi alrededor. Pero también parecía estar advirtiendo y ofreciendo ayuda. En este momento, cualquier ayuda sería bienvenida. Estando aquí, solas, en un departamento que ya había sido irrumpido dos veces que supiéramos, no me sentía para nada segura.
Tomé mi bolsa, y saqué el papel arrugado. Los números aún eran visibles. Escondí el trozo en mi bolsillo, tomé mi celular y salí del departamento, cerrando la puerta principal con cuidado. Respiré profundo cuando sonó el tono y sujeté con fuerza el móvil. Seguramente esto calificaba como algo raro y sospechoso. Y también seguramente, quizás, Ely entendería esto y me perdonaría con el tiempo. Pero ahora necesitaba sentir que estábamos seguras en nuestra propia casa. Y si Emmet Levinne podía hacer algo al respecto, no iba a dejar pasar la oportunidad.
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Out come the wolves
RomanceDespués de cambiarse de universidad, Elena había logrado la vida tranquila que anhelaba y dejar el pasado atrás. Sin embargo, a tan sólo un año de graduarse las cosas empiezan a cambiar. Extraños acontecimientos suceden a su alrededor y los problema...