Amistad

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-Apresúrate, Di Angelo. Yo no voy a esperar por tí.

Nico ya llevaba seis meses en el campamento y su ánimo había mejorado bastante, aunque no por completo. Will ayudaba bastante, aunque últimamente unos momentos bastante incómodos se formaban entre ellos, seguidos por comentarios innecesarios sobre la temperatura para quitar la torpeza de la situación.

Era el día del campamento en que entregarían las cuentas con el dibujo del acontecimiento más importante del año y todos debían estar a tiempo para la entrega. Se reunirían en la fogata después de la cena, pero Will, su mejor amigo, se empeñó en sacarlo temprano de la cama. Era un día importante porque apesar de que era la sexta cuenta en el collar de Will, esta sería la primera cuenta de Nico y eso significaba un año más vivo. Cómo si hubiera algo mejor que seguir vivo.

-Ya voy, rayito de sol. Ojalá dejes de ser tan entusiasta algún día.

-Ni lo sueñes -respondió sonriendo.

Nico se tardó tanto que Will decidió entrar a su cabaña y saltar sobre la cama para que despertara.

-¡DESPIERTA, FANTASMITA! No me hagas hacerte cosquillas, Di Angelo.

-Está bien, está bien. Pero aún no entiendo qué haremos en todo el tiempo que queda antes de la ceremonia.

-Esa no es excusa para no levantarte. Vamos, ya inventaremos algo.

-Lo haré con la condición de que salgas de mi cabaña. Puedo vestirme sin ayuda, ¿sabes?

-Como tú digas, campeón -Will rompió en carcajadas y Nico le lanzó su almohada para que saliera de su habitación.

Cuando Nico por fin estuvo listo, ya era la hora del almuerzo. El hijo de Apolo había logrado que su amigo volviera a comer, aunque fuera un poco. Nico podía pasar días sin tragar un bocado, pero ahora, Will lo había inducido a ser un adicto a la pizza, la cuál comía todos los días sin falta.

Era el día libre de Will, y Nico estaba en el campamento con la condición de hacer lo que quisiera sin ataduras, por lo tanto podían ponerse de acuerdo para hacer algo juntos. Así eran todos los Viernes de cada mes. Ese día decidieron pedirle a Quirón salir del campamento para conocer la ciudad, a lo que respondió que sí, siempre y cuando volvieran a la hora de la ceremonia.

Nico se manejaba bastante en la ciudad. Después de tanto tiempo solo, seguía los caminos por deducción y corazonadas. Will estaba más bien asustado. Él era de California, su aspecto rubio y bronceado lo comprobaba. Podría pasar desapercibido como hijo de Atenea... tan solo le faltaba lo frío... y lo inteligente.

-¿Asustado, Solace? ¿qué pasó con cuidar de mí?

-¡Oye!, no es justo... Supongo que hoy tendrá que ser al revés -suspiró-.

Nico llevó a Will a distintas partes de la ciudad. Caminaron, tomaron taxis, incluso fueron a un Starbucks a tomar un café -el cuál tenía sabor a diminutos soles de felicidad según Will-.

Finalmente, fueron a Central Park, el lugar preferido de Nico en Nueva York. Era un parche verde y natural entre una jungla de edificios grises y monótonos. Will debía de ser muy importante para él como para mostrarle ese lugar. Pasearon todo lo que les quedaba del día y Nico conocía el lugar como la palma de su mano, guiando a su mejor amigo por caminos secretos que nadie más había visto. Decidieron descansar en un puente, mirando el agua correr por debajo de sus pies. Estaban exhaustos, pero toda la salida había valido completamente la pena. Nico por fin podía caminar esos senderos que tanto le gustaban acompañado, y Will finalmente podía recorrer la ciudad con tranquilidad y con un buen guía. Su amistad había florecido muy rápido, y Nico no confiaba de esa manera en nadie más que en Will
Uno de esos momentos incómodos se formó allí, en el puente mientras se sonreían el uno al otro, pero sabían que esta vez era distinto, ya que no fueron necesarias las palabras para arreglarlo. Nico se dio cuenta allí que Will era como el Central Park de su Nueva York. Era el rayo de sol entre su oscuridad. Era su salvación entre su perdición. No quería dejar ir a su mejor amigo nunca... ¿mejor amigo?

-Will

-Nico

Se les ocurrió hablar al mismo tiempo y, riéndose tímidamente, decidieron que Will hablaría primero.

-Bueno... quería agradecerte por traerme aquí. Nunca pensé que... uhm... básicamente, gracias por todo, Nico. Fue un día fantástico, y además logré que pasaras un buen momento y no sabes lo importante que es para mí verte feliz. Estás bajo mi custodia, ¿recuerdas? -rió sonrojado-.

-Iba a decirte algo parecido, Solace. Lo que me gusta sobre esto es que como no soy bueno con las palabras, puedes ir haciéndote una idea. Mira... nunca le había mostrado esto a alguien, así que siéntete especial. -Nico prolongó su silencio, calculando si lo que diría era correcto o no-. Tú me...

-¿Te...?

-Me...

-¿Te gusto?, ¿acaso te gusto, Di Angelo? -rió-.

-Sí... quiero decir, no -añadió rápidamente- quiero decir... sí. Si le dices a alguien te mato, Solcito. Antes de que digas mú.

-Mú.

-Es un decir, idiota.

Will sonrió sonrojado y miró a Nico directo a los ojos, dejando de lado esa oscuridad que se percibía en su mirada, ahuyentándola con su calidez solar.

-Tu también me gustas, Nico. ¿Por qué crees que quería quedarme esos tres meses contigo, idiota?, ¿porque me gusta ser enfermero? NOOOOOO. Siempre me llamaste la atención, y ahora que te conozco...

Sus miradas lo decían todo. Decidieron no arruinar el momento, sin añadir más, y se devolvieron sonriendo embobados, hombro con hombro dándose empujoncitos y mirando al piso, hacia el campamento.

Llegaron justo a tiempo. Se pusieron en la fila para recibir sus cuentas pintadas de naranjo y morado, con unas espadas cruzadas en medio como símbolo de la alianza entre el Campamento griego y romano. Se lanzaban miradas cómplices como si tuvieran el mejor secreto del mundo en sus manos. Disfrutaron enórmemente de la celebración, y mientras los hijos de Apolo tocaban música y el resto bailaba, Will tomó de la mano a Nico, sin que le importara quien los viera.

Primera vez que confiesan su amor y toman de la mano.

Primeras Veces// SolangeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora