Treinta y dos.

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#MaeDay

Capítulo treinta y dos: Vestidos.

Luego de tomar helados, por decisión unánime, fuimos a comprar vestidos.
Vestidos en plural porque mi lindo y tierno hermano le había pedido a Mia que fuera su pareja de baile en la graduación y yo hacía más que sonreír.

Hasta que llegó.

—Mae.
—¿Qué?
—Ya que no quieres ser mi futura esposa, ¿me podrías acompañar a la graduación? Está bien si vas con el quita novias, solo necesito alguien con quién entrar —mencionó Max, no pude aguantarlo y sonreí despeinándolo.
—Iré contigo.
—¡Mae! Es solo un... ¿Qué?
—Iré contigo... Eso dije.
—¿En serio?
—Sí, Max. En serio...
—¿El chefsito quita novias no se molestará?
—El chefsito puede soportarlo —habló Joseph tocándose el pecho y Max me mieó sonriendo mientras entrecerraba los ojos.
—Iré con Mae Griffin del brazo en mi graduación, todos me van a envidiar.
—¿Qué dices, niño? —reí mirándolo.
—¿Derek nunca te ha dicho nada? Muchos en nuestro salón babean por ti. Voy a ser un éxito.
—Max...
—¿Qué?
—Eso es tonto.
—¿Por qué?
—Porque uno, no soy un objeto. Y dos —le di un golpe en la cabeza— tonto.
—¿Al menos puedes entrar dándome un beso en la mejilla al entrar?
—Cállate antes de que me arrepienta.

Entonces Max alzó ambos brazos y se alejó. Suspiré y capi tocó mi hombro.

—Yo también me sentiría feliz de entrar a tu lado en mi graduación —giré a verlo y fruncí el ceño.
—¿Eh?
—Llamarías la atención con esa cara de loca y yo sería feliz no siendo visto por todos.

Yo solté una carcajada y tomé su mano para halar de él y caminar con los demás por los vestidos. Joseph era el romanticismo en persona.

—Bien, tenemos siete tiendas en este piso. Generalmente los vestidos de mi estilo está en estas tiendas. Y vestidos que creo, le gustarían a Mia, aunque no le gustan los vestidos, están por allá. Como quiero estar presente, vamos primero por los de Mia. En el lado de allá —señalé a la derecha— hay recreativas y juegos varios, quienes no estén interesados, pueden ir para allá y los llamaremos.

Zeke y Max chocaron las manos y Mia quería ir para allá, tomé su chaqueta por la parte de atrás del cuello y la detuve.

—¡Tú no, graciosa!

Lo que me sorprendió, fue ver a Derek y Joseph quedarse. ¡Derek! Derek huía cada vez me oía decir «compraré ropa». Lo más cercano que había logrado, fue que me dejara en la puerta del centro comercial... Y sin salir del auto.

—¡Pero seguro hay juegos de Tapman!
—No hay pero que valga, andando.

Tomé su mano y halé de ella por el pasillo oyéndola agudizar hacía atrás diciendo: «¡ayuda!».

Y la busqueda inició, finalmente después de mucho, se decidió por un lindo vestido negro. Era de esperarse, yo veía dentro de sus posibilidades elegir algo negro, azul o morado. Y finalmente el negro fue quien ganó.

—De verdad, me encanta —soltó feliz mirándose frente al espejo.
—Es tan tú —sonreí mirándola—, ¿qué opinas, hermano?

Derek cerró la boca y me miró aturdido, pero luego sonrió tímido.

—Te ves muy linda, M.
—Gracias, ratón —Sonrió ella y casi me desmayo. ¡Tanta emoción no cabía en mi pequeño cuerpo! —Voy a usar por primera vez mi tarjeta de ahorros, esto es emocionante. Primero me cambiaré.

Una vez que Mia tenía su vestido, fuimos hacia mi tienda favorita ya antes mencionada, perpetuamente veintidos y sonreí al tomar aire.

—Huele como a... Paraíso.
—No es cierto, huele a ropa nueva y sudor de padres que piensan como van a pagar todo lo que sus hijas están comprando —opinó Derek y giré a verlo.
—Si quieres puedes ir a jugar con Max y Zeke, eh.
—No, quiero estar aquí.
—Qué milagro, nunca me acompañaste a comprar ropa.

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