Treinta y uno.

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#MaeDay

Capítulo treinta y uno: La pregunta.

Quería volver a donde estaban, pero también quería darles privacidad luego del tremendo grito que solté. No sabía qué hacer y obviamente correr en círculos no estaba en mis planes.

Quise entrar a internet para hablar con alguien, pero ese alguien estaba en mi casa y había besado a mi hermano.

De: Muffin.
Hora: 14:24 pm.

«Hola, Capi».

De: Capi.
Hora: 14:24 pm.

«No soy más capitán de área, ¿seguirás llamándome así? Hola, Muffin».

De: Muffin.
Hora: 14:24 pm.

«Sí, ya me acostumbré. Además, suena bonito. ¿Cómo estás?».

De: Capi.
Hora: 14:25 pm.

«Bueno, me gusta de todos modos. Estoy bien, ¿y tú? ¿Te pasa algo?».

De: Muffin.
Hora: 14:25 pm.

«¿Te gusta o te gusto? Y sobre lo otro, eh... Bueno, jeje».

De: Capi.
Hora: 14:25 pm.

«Voy a llamar».

—Hola —alargué recostándome en el sofá que estaba cerca de mi ventana.
—¿Qué hiciste?
—¡No hice nada!
—Muffin.
—Bueno, tal vez sí... Un poquito.
—¿Y qué es ese poquito?
—Todo comenzó el día que mi hermano... Acabo de decir dia —reí y pude imaginar a Joseph ocultar la risa mientras me reprochaba con la mirada— ¿en qué estaba? Ah, sí. Hablé con mi hermano alentándolo a decirle a Mia que le gusta, porque, aunque ella se vaya luego, al menos lo intentó y podrán estar incluso algunos días juntos. Además, las relaciones a distancia también pueden manejarse. El punto es que hace un rato bajé a contarles que íbamos a tomar helado con ustedes... Y los encontré besándose, pero no pude evitar gritar de emoción.
—¿Gritaste algo en especial?.
—Solo que... Dia es real.
—Ay, Muffin —se rió y mordí ni labio inferior.
—Deben estar abajo insultándome mentalmente mientras miran el piso totalmente incómodos.
—No lo creo... Y en caso de que fuera así, ve con ellos y sé esa persona que les hace perder la incomodidad.
—¿Seguro? ¿Y si me pegan? Mia golpea fuerte. Derek es un poco debilucho y siempre lo lanzo al piso... Pero Mia es ruda.
—Pues ve a enfrentarlo, Muffin.
—¿Y luego tomaremos helado?
—Iré con Zeke a buscarlos en diez minutos, ¿te parece?
—Está bien.
—No seas tan directa, Muffin. Ayuda a que esta situación sea más fácil para ellos.
—¿Por qué lo dices? No soy tan directa.
—Muffin...
—¿Qué? ¿Lo soy?
—Sinvergüenza —rió y sonreí relajándome.
—Ya, cállate. Voy a ver qué pasa.
—Te veo en minutos.
—Te espero.

Fue lo último que dije antes de colgar. Me miré al espejo y tomé aire mientras me estiraba un poco.

»Vamos, chiqui. Tú puedes, eres grande —mencioné fingiendo que era un boxeador.

Caminé hacia la puerta mientras me reía de lo que había hecho y me encontré a Mia con la ceja alzada.

—Hola, tú —golpeteó el marco de la puerta con las uñas y estiré los labios imitando una sonrisa.
—Estuve terrible.
—Bastante.
—Perdón...
—Cállate, ¡tu hermano me besó! —chilló intentando hacer la menor bulla posible y la abracé saltando.
—No quiero oír detalles, sigue siendo mi hermanito. ¿Qué pasó? —pregunté tomando de su mano y cerrando la puerta detrás de ella.
—Bueno, primero me habló sobre... La chica pelirroja.
—Sí, él no tomó buenas decisiones.
—Lo sé, fue un idiota y se lo dije. Pero luego me explicó sus razones y sentí que estaba siendo bastante sincero. También me dijo que alguien sabio y enano dijo que era mejor arriesgar a nunca intentarlo.
—Oh, qué amable —sonreí negando con la cabeza.
—Todos sabemos que fuiste tú, te amo. El punto es que dijo que no sabía si todo esto iba a funcionar, pero quería intentarlo... ¡Y me besó!
 —Así que... ¿Es oficial?
—No totalmente, no me dijo nada, y yo tampoco.
—Así que se fueron de boca... Literalmente —Mia me lanzó la otra almohada y solté una carcajada.
—Creo que estamos en la misma situación, ¿Joe te ha dicho algo?
—Sí.
—¿Qué? —preguntó levantándose de golpe.
—Que vamos a tomar helado en Finn's.
—Ah... Yo me refería a...
—No, eso no. Y no pienso hacerlo yo. Ya dije mucho, le toca a él —crucé los dedos debajo de mi nuca y mi amiga hizo lo mismo a mi lado.
—Te apoyo —asintió y miramos el techo en silencio por unos segundos—. Así que... ¿Vamos a Finn's?
—Sí, y por favor, Mia... Intenta no tomarte cuatro como el otro día.
—No puedes obligarme, soy un alma libre.

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