Podía escuchar los pesados pasos en el pasillo, tras mi puerta cerrada.
Se acercaban, se detenían unos segundos, como si dudara sobre si entrar o llamar, daba la vuelta y volvía a caminar por el pasillo.
Ya llevaba unos diez minutos haciendo lo mismo, sin dejarme relajarme porque en cualquier momento podría entrar.
No podía ver quien era, pero lo sabia.
Tras tantos años de ser despertada por la misma persona había aprendido a reconocer los paso de Jace.
Tenia miedo de el. Sabia que a esa hora no había nadie ni en mi planta ni en la de debajo, tan solo un par de celadores en la planta baja sentados en la sala de personal sin hacer mas que ver la televisión o jugar a las cartas.
Normalmente, por las noches se quedaban unos cinco celadores y otras tantas enfermeras, pero el señor Mallis, supervisor de los trabajadores del centro, les dio el día libre a la gran mayoría del personal por todo el jaleo que se había armado tras lo de Alice.
No sabia que hacia Jace allí, porque había oído decir a Stella, mientras hablaba con la cocinera, que le habían ofrecido unas vacaciones pagadas por la traumática experiencia que había pasado conmigo y con el cadáver de Alice.
Por lo que podía escuchar de sus erráticos pasos y sus esporádicos suspiros, las había rechazado.
Tampoco había tenido ningún problema con la policía.
Finalmente, tras detenerse de nuevo ante mi puerta, aunque mas tiempo que en las anteriores ocasiones, se dio la vuelta y sus pisadas se alejaron hasta que me llegó el amortiguado sonido de sus pasos bajando las escaleras.
"Por fin se ha ido" suspiró Soul, que había estado tan callada como yo, expectante.
"Estoy asustada Soul. ¿Crees que intentará matarme?"
"No lo se. Eres la única que sabe lo que ha hecho, pero fácilmente podría alegar que tu estado mental no es "optimo", ya sabes, como aquella chica que dijo que el celador Samuels la había forzado. Nadie la creyó, el dijo que estaba loca."
"Si, es cierto, fue horrible. No se que hacer Soul. El Jace al que yo conocía jamas haría daño a nadie. Era tan amable con todos. ¿Que ha pasado?"
"Creo que deberías intentar descansar"
Giré sobre mi costado y cerré los ojos, a la espera de que el sueño se apoderara de mi.
El golpe en la puerta me despertó con un sobresalto.
-Hora de levantarse señorita Blossom- dijo una voz masculina, que me resultaba familiar pero no odia reconocer. Era obvio que no eran ni Jace ni Daniel.
Al levantarme sentí mareo y mi cuerpo incomodo, dolorido, como si hubiera hecho mucho ejercicio el día anterior. Caminé hasta la puerta y la abrí, encontrándome allí al celador Johnsson, con las manos agarradas a su espalda y aspecto jovial.
Me alegre de que fuera él quien había sido asignado a acompañarme. Era uno de los pocos celadores confiables, entre los que hacia poco incluía a Jace. Era amable, aunque algo tímido. Se sonrojaba cuando alguno de los otros celadores hacían algún comentario referente al sexo, lo cual hacían con frecuencia. Otro de los momentos en los que se sonrojaba era cuando estaba cerca de Johanna, una de las chicas tratadas por esquizofrenia, de la que todos sabían que estaba enamorado, aunque el creyera que lo ocultaba.
-Hoy seré tu celador. El señor Mallis me ha pedido que te acompañe y te informe de que hoy el doctor Kendrick no ha podido venir, por lo que no tendrás terapia hasta mañana.
Asentí y volví a cerrar la puerta para coger mis cosas.
"Otra vez despierto sin soñar nada" pensé mientras abria mi armario "No entiendo que pasa, no recuerdo nada. Solo oscuridad" Comenté esperando que Soul hablara.
Pero no lo hizo.
"¿Soul?"
No contestó.
Bajamos las escaleras, de forma lenta, pues los músculos me molestaban y sentía la cabeza dar vueltas si me movía demasiado rápido. Caminamos en dirección a los vestuarios femeninos de los que salieron Brigit, que me dedico una sonrisa triste, y Johanna, que tan solo miró al celador Johnsson y le sonrió, lo que lo hizo ponerse tan rojo que su rostro parecían ascuas ardientes.
Tras ellas, escoltándolas, estaba Jace.
Me dedicó una mirada y casi sentí como si todo se moviera a cámara lenta. Sus ojos, de un azul tan oscuro como la noche, destellaron de miles de tonalidades de azul al cruzar la mirada conmigo, como si fueran fuegos artificiales. Eran semejantes a como los había visto cuando había matado a Alice.
Aparté la mirada y me cubrí el rostro con el pelo.
Johnsson se quedó junto a la puerta mientras que yo pasaba. Abrí la taquilla en la que dejaba mi toalla, sacándola y depositando allí mi ropa limpia.
Me desnudé y dejé la ropa sucia encima del banquillo que había entre las hileras de taquillas. Según había leído en libros, el vestuario parecía diseñado como los vestuarios que describían de un instituto, aunque no entendía la razón.
Caminé descalza hacia las duchas, enrollan fuertemente la toalla a mi alrededor. El suelo de las duchas estaba aun húmedo del anterior uso, así que lo pise con precaución, pues mi malestar, mi torpeza ocasional y un suelo mojado no era una gran combinación.
"¿Soul?¿Donde te has metido?" Pregunté intentando comunicarme con ella de nuevo. Me sentía nerviosa, ya que ella no solía callarse. Cuando guardaba silencia había que esperarlo todo, sobre todo algo malo.
Giré el grifo del agua y esperé a que estuviera caliente para meterme bajo la inconstante lluvia de agua clarificada.
Estar limpia de nuevo me hizo sentir un poco mejor y el agua sobre mi ayudo a relajar un poco la tensión acumulada y los nervios. Llevaba el pelo sucio, por lo que el jabón fue un alivio y el agua ayudó a disipar mi malestar.
O eso pensaba.
De pronto un intenso dolor atacó mis sienes y me agarré la cabeza con fuerza,como si fuera a explotar e intentara retenerlo entre mis manos. Intenté recostarme contra la pared, pues la sensación de mareo iba en aumento junto con el dolor, hasta que se volvió insoportable y abrí mis labios para pedir ayuda, pero no sabia si algún sonido había salido de ellos.
Ya no oía nada. No veía nada. Solo sentía dolor.
Y entonces la oscuridad lo envolvió todo.
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My demon
FantastiqueEn un centro para enfermos mentales las cosas no son lo que parecen. La llegada del nuevo celador cambia para siempre la vida de Raven y la de todos los que allí residen.