Estaba a punto de quedarme dormida. Sabía que a la mañana siguiente no querría levantarme para la escuela, mas no podía retrasar el tiempo y descansar a una hora prudente.
Claro, estaba a punto. Mi celular empezó a sonar. Quise ignorarlo, sin embargo, a la tercera insistencia no pude más.
—¿Quién es? —gruñí.
—H-hola, Perrie... Sé que es tarde pero... —la voz de Jade, mi novia, se presentó y me sentí llena de energía de nuevo.
—¿Qué pasa, princesa? ¿Todo bien? —interrumpí preocupada.
—Sí, sí... Solo quería hablar contigo.
Solté una pequeña risa, no me importaba fingir estar enferma y faltar a las estúpidas clases por ella.
—¿De qué quieres hablar, pequeña?
—Nada en especial, solo... —soltó un gran suspiro y continuó. —¿Recuerdas cuando nos conocimos?
¿Cómo olvidarlo?
•••
Cuando mamá decidió que nos mudaríamos, me enojé mucho. No tenía opción, así que aquí estaba, desempacando todas mis cosas a mi nueva habitación.
En algún momento me aburrí y empecé a ver hacia la ventana.
Y ahí estaba ella, con una sonrisa juguetona.
—Te estuve llamando, pero estabas muy pensativa como para que me prestaras a atención. —me gritó la chica.
—¿Ah, sí? ¿Y por qué eso? —le pregunté.
—¡Quería saber cómo te llamas! —respondió.
—¡Soy Perrie! —exclamé. —¿Y tú?
—¡Soy Jade!
•••
—Éramos pequeñas. —susurré al teléfono.
—Sí... Recién habías cumplido doce. —comentó melancólica.
—¡Lo sé, y tú eras tan pequeña y bonita!
Ella soltó una risita.
—¿Ya no?
—Ahora eres pequeña y sexy. —Estaba un poco preocupada por ella, no quería demostrárselo, así que seguí con su juego. —¿Recuerdas cuando te daba curiosidad saber que sentía un beso?
—Oh, no... Pezz, no.
Oh, sí. Claro que sí.
•••
—¿Te has dado cuenta que los padres se besan en la boca, Perrie? —murmuró Jade. —Y en las películas, los enamorados también.
—Claro, Jade. —dije. —es su manera de demostrar cariño.
—Entiendo pero, ¿qué se siente?
—No sé, nunca he besado a alguien.
Miramos a la nada, navegando en pensamientos.