—¿No puedes simplemente dejarla? —preguntó Jesy.
—No, no... Jesy, no digas eso.
—¿Por qué no?
—Porque no voy a ser feliz, nunca.
•••
Perrie estaba estresada, sentada en algún sitio del bar. Había discutido con Jade.
—De nuevo... —pensó. Su pecho dolía de una manera casi asfixiante, mientras que las lágrimas caían involuntariamente. —Ya no me querrá, no de nuevo...
No estaba segura del porqué de aquella discusión, o de porque Jade había tomado sus cosas y se había ido. En vez de quedarse en casa, esperando que la joven regresara, fue a tomarse unos tragos. No imaginó que estos se le pasarían muy rápido.
"Leigh, estoy en el Budda, ¿puedes pasar por mí?"
No estaba segura de cómo logró mandar ese mensaje, mas Leigh no tardó en ir a buscarla.
Perrie y Jade llevaban un par de meses juntas, aún así, se gustaban desde mucho tiempo más atrás. Jade inspiraba a Perrie en muchos sentidos, su manera de ser tan tierna y a la vez explosiva, también su dulce risa y como su cabello caía por su espalda.
Realmente, a Perrie le inspiraba todo de Jade.
Así que, cuando las cosas iban mal, la rubia sufría demasiado. No porque Jade hiciera algo mal, no.
Simplemente la idea de perderla, hacía que Perrie perdiera toda la cordura que tenía.
—Creo que es tiempo de superarla, rubia oxigenada. —le dijo Leigh.
•••
Hay cosas que no se pueden romper.
¿Ejemplo? Una amistad sincera.
Perrie y Jade eran esa clase de chicas que no le tomaban importancia al pasado.
Al menos Jade no.
Perrie sufría un poco, mas prefería tener a Jade a su lado que no tenerla. Eso no quería decir que no intentaba superarla.
Leigh era una chica muy hermosa y atenta, todo lo que la rubia podría desear.
—¿Por qué eres tan hermosa? —la morena empezó a repartirle besos, los cuales la ojiazul aceptó gustosa.
—Me hicieron con amor. —respondió. Su pecho sentía una pequeña calma.
Una calma muy inusual.
•••
En una fiesta, Jade y Perrie se encontraron.
—¿Cómo está Leigh? —preguntó inocentemente la chica. La otra estalló en lágrimas, quizás era el alcohol o un momento de sinceridad máxima.
—Es todo lo que puedo querer. —comentó entre sollozos. —No la amo.
Una parte de Jade se rompió, sin saber porqué. La pequeña quería que Perrie volviera a su lado, la extrañaba.
Extrañaba los besos de la ojiazul, sus caricias y sus "te amo". Extrañaba tocar su piel y reclamarla como suya. Extrañaba las conversaciones sobre sus futuros y, curiosamente, extrañaba sus discusiones.
—¿Por qué no la amas? —sus ojos castaños empezaron a llenarse de lágrimas, con alguna esperanza.
—No es tú.
•••
Perrie despertó en la cama de Jade a la mañana siguiente, sintiéndose completa, feliz y real.
Se abrazaron, jugaron un poco con cosquillas, se golpearon con almohadas y peluches, se besaron e hicieron el amor hasta que el día terminó.
Jade empezó a sentirse completa igualmente.
•••
Leigh entendió el porqué Perrie la dejó. La morena sabía que la relación sería temporal y que tarde o temprano, la rubia volvería con su ex.
•••
A veces hay que comprender que aunque ciertas cosas no se rompen, tampoco duran para siempre.
Las relaciones se acaban. Los seres vivos fallecen. Las personas se van. Los amigos consiguen pareja. El reloj sigue girando.
Aunque algunas veces, el amor sí dura toda una eternidad.
Un alma libre tuvo que irse, dejando a Perrie incompleta.
•••
Jade era una droga.
Perrie empezó a volverse adicta mientras más la conocía. El sentimiento de volar, llenar ese vacío que tenía en el pecho.
Desgraciadamente, las drogas se vuelven más complicadas de conseguir con el tiempo. Ahí es cuando Perrie se dio cuenta que estaba jodida.
Leigh era como una clase sedante.
Sustituía la ausencia de la droga. Aún así, el vacío y el dolor no disminuían mucho.
•••
Perrie estaba "bien". Ella salía con Jesy y Leigh a diferentes fiestas, trabajaba y seguía estudiando psicología, tal como siempre soñó.
A veces se preguntaba el porqué se sentía tan mal, si tuvo todo lo que alguna vez pudo desear.
Amistad, amor, independencia, trabajo y estudios.
La respuesta tenía un nombre.
Jade.
Y es que si comparaba el amor de Leigh con el de Jade, la morena quedaría en un cuarto plano.
Las drogas que te matan, te envenenan, te hacen necesitarlas sin retorno alguno.
¿Y qué?
Al menos la droga que te hace sentir viva, mientras la tengas cerca.
—¿Pezza? —la dulce melodía de su voz se hizo presente.
—¿Poopey?
•••
N/A: si las gotas de lluvia fueran de chocolate me encantaría estar ahí~
Ah, déjenme con mi droga, fue un día difícil. Eeeeeeeen fin, espero que les haya gustado este OS, que sepan que al rato se viene otro... Y el otro es muy largo 😱
Salu2 y besos xx