Desperté sintiendo mi cuerpo completamente entumecido, trate de mover los brazos y las piernas pero un tirón muy parecido a un calambre detuvo mi movimiento. Un pequeño grito estuvo a punto de salir de mi seca garganta, pero el escozor no me dejo emitir ruido alguno.
Descanse un rato más reuniendo fuerzas y tratando de recordar el porqué de mi dolor. Solo una palabra pudo aparecer en mi mente. Padre.
Abrí los ojos espantada, ¿Qué hora era? tenía que levantarme para realizar el desayuno, gire mis ojos hacia el despertador creyendo que mi día comenzaría con un golpe o varios por mi negligencia. 6:00 a.m. solté un gran suspiro de alivio solo por ver esos números. Aún era temprano.
Me levanté de la cama lentamente, mi espalda dio varios crack cuando mis huesos protestaron por el movimiento. Camine como pude hacia la ducha, esperando que el agua caliente relajara mis músculos. Me lave muy bien las heridas que tenía abiertas vi como el agua se pintaba de rojo. Ya era algo común en mi vida así que no reaccione de ninguna forma.
Cure las heridas que pude, vende mi muñeca izquierda pues estaba algo hinchada, coloque un poco de ungüento para el dolor en mi garganta, hoy no podría hablar mucho. Vi los moretones en mi torso y en los brazos, cada día que pasaba mi odio hacia el espejo iba en aumento.
Cubrí mi cuerpo con una playera de manga larga y cuello de tortuga, el color gris oscuro era escogido para evitar destacar. El día según el pronóstico del clima sería nublado así que menos me notarían. Me puse unos pantalones de mezclilla negros algo holgados para evitar la presión en las piernas, aún me dolían de los azotes que hace tres días había recibido. Deje mi cabello suelto pues ocultaría las marcas de los dedos.
Salí de la habitación con temor apretando mi pecho. Hice el desayuno asegurándome de que el beicon no se quemara y estuviera crujiente, el café estaba ya listo y el jugo de naranja recién exprimido.
Exactamente a las 7:00 a.m. mi padre apareció en la cocina. No me miro en ningún momento, vi cómo se sentó y comenzó a desayunar, comió un poco de todo, lentamente pues sabía cómo de ansiosa estaba, se limpió la boca con la servilleta.
— Bien puedes comenzar — me dijo alzó la mirada para ver mi postura en ese momento. Parada a un lado de la puerta con las manos en la espalda y viendo hacia el frente. Solo escuche sus palabras y me dirigí a la puerta de entrada, tome el periódico y regrese a la cocina, coloque el periódico en la mesa aún lado de mi padre.
— Buen día padre — dije con voz baja y clara, me senté frente a él, mi desayuno era menos elaborado solo unas cuantas frutas picadas y un vaso de agua tibia. Comí poco no podía mantener el alimento en mi estómago.
Mi padre terminó y se levantó de la mesa, hice lo mismo. Comencé a levantar los platos para lavarlos. En cuanto él salió de la cocina corrí a la puerta de enfrente, tomé el maletín de trabajo de padre. Él bajó las escaleras se puso su saco y yo le tendí el maletín.
— Ten un buen día padre — le dije. Haciendo una pequeña reverencia antes de que saliera.
En cuanto la puerta se cerró tras de él respire con alivio, nada había salido mal. Vi el reloj sólo tenía poco tiempo para terminar lo de la cocina e ir a la escuela.
* * *
Los días en la escuela eran guiados por una pequeña monotonía, en donde nadie de mis compañeros veía las heridas y moretones de mi cuerpo, mientras que los profesores fingían que mis movimientos y las expresiones de dolor no existían.
Nadie quería meterse con mi padre un doctor prestigioso que tenía un montón de dinero y que apoyaba de manera muy generosa a diferentes personas e instituciones. Ni siquiera yo tenía ya la fuerza para oponerme a él.
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Dejando ir el dolor. #Misterio/Suspenso
Mystery / ThrillerMi vida estaba llena de dos grandes cosas: Dolor y miedo. Desde muy pequeña aprendí a sobrevivir en un mundo donde nadie me brindaba ayuda, en donde todos volteaban la vista a otro lado para no ver mi sufrimiento. Era consciente de que él hacía mal...