CAPITULO UNO: La Sombra En La Pared.

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CAPITULO UNO: La Sombra En La Pared.

CAPITULO UNO: La Sombra En La Pared

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Tomé mi celular:

--Ya Es Hora De Vernos--

--Tienes Razón, Ya Fue Mucho Tiempo solo mensajeando--

-Quieres Tener Sex* Hoy-

-Tu Solo Dí A Qué Hora-

--Nos Vemos En Una Hora Cerca Del Parque Vermont--

Dejé el celular en la cómoda y me alisté para lo que sería otra cita de sexo... Me coloqué mi gorra blanca sobre la cabeza, ajustándola con dedicación, casi no me gustaba tener el pelo largo, lo tenía corto, al estilo militar, ese era mi estilo. Puse sobre mi cuello mi cadena de oro, agarré el primer pantalón y camisa que vi a la vista y luego salí de mi departamento, vivo solo y en uno de los barrios de la ciudad más peligrosos, más menospreciado y sobre todo lleno de pandillas.

El lugar perfecto para la perdición mas auspiciada.

Es difícil para una persona cualquiera poder sobrevivir por estos rumbos, para mí, para mí esto es mi hogar, aprendí a manejar mis necesidades básicas, aprendí a robar, a matar, a drogarme, a fumar y a drogar, ¿quién más que tus amigos te enseñan esas cosas?

Unos amigos que están y te apoyan cuando al mundo pareces desinteresarle, así que te alejas de la posibilidad de que en el futuro alguien pueda criticarte por el simple hecho de querer sobrevivir.

Subí a mi carro azul y arranqué con todo, no era un carro a la moda, ni siquiera podía tomarse como uno de lujo, pero era mi carro y el que me habia salvado de muchos atracos, es como mi alma gemela a pesar que no sea del año ni le dé buena vista al mundo.

Llegué rápido a un callejón, el callejón en dónde si no llevabas una navaja en la bolsa, era seguro que podían asaltarte y robarte, me estacioné y saludé de mano a uno de los pandilleros que se encontraba en el lugar, hicimos nuestro fiel estrechamiento de manos basado en combinación de movimientos.

--Dame 50 De Coca--le entregué el billete producto de un robo hace unos días.

Registró sus bolsillos--Te Daré Esta Gratis--me devolvió el billete--Para Eso Somos Familia--asentí con la cabeza recibiéndole el billete y la droga.

Arranqué nuevamente el carro con rumbo a mi encuentro, no sabía nada sobre ese hombre, ni qué hacía, ni en dónde vivía, solo era otro más que me convencía a través de internet para pasar un buen rato, yo no soy de dar amor, ni besos, ni caricias, eso me da ganas de vomitar, simplemente trato de quitarme las ganas a la mas precipitada oportunidad.

Nadie sabe que me encuentro con hombres, ni mis amigos, ni mucho menos mi novia, es un simple juego de que me la metan por el culo y ya, son solo ganas, es simple calentura, experimentación, no hay besos, amor, ni dinero, ni favores, ni novios, todas esas cursilerías no las conozco, tengo 18 años y estoy en un barrio en dónde solo hay pandilleros ¿enserio, alguien esperaría que a mí me gustara recibir por atrás?

No Deberías Amar. (Historia Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora