CAPITULO II. PARTE 1- El Secreto

81 9 7
                                    

Desperté sin recordar mucho de lo que había sucedido; estaba en el suelo de una cueva intentando en vano poder recordar algo. Me dolió mucho la cabeza cuando trate de incorporarme, pero ignoré el dolor y me levanté y decidí buscar mi camino a la salida. Mientras buscaba la salida comencé a recordar que hacia ahí, había llegado buscando algo pero ¿que era? Empecé a repasar todo en mi cabeza, había encontrado un extraño libro, había una especie de coordenadas en ese libro que me llamaron la atención, al buscarla me llevaban a Noruega a un pueblito lejano; llegue al pueblo y busqué un guía pero todos se negaban, luego un extraño se ofreció a llevarme y al parecer esas coordenadas daban a una especie de cueva, y al llegar... al llegar ¿Qué sucedió cuando llegué? No podía recordar más allá de eso.

Cuando por fin pude salir el cielo estaba oscuro; no deberían de ser más de las 7 de la noche, sin tener la menor idea de cómo salir de allí emprendí mi camino colina abajo.

Ya estando a medio camino (creo) vi a un hombre sentado en una roca, no debería tener más de 30 años, tenía el cabello largo hasta los hombros y mostraba unas cuantas canas a los lados, y una barba de al parecer unas 3 o 4 semanas, al verme sonrió como quien le sonríe a un viejo amigo, y ahí lo reconocí, al guía que me había llevado hasta esa extraña cueva, alguien a quien de seguro podía llamar amigo, ahí estaba Aidan.

-¡Hola niño! Pensé que tendría que ir a buscarte.

-¡Wow! Me han venido a escoltar, que halagador- dije entre risas.

-Ven, te llevare al pueblo, recuerda que aún me debes una cerveza- me dijo sonriendo.

-¡Ah! Lo había olvidado- lo cual era cierto.

Y así llegamos a su auto y nos pusimos en marcha de vuelta al pueblo.

Ya en su auto tenía muchas ganas de preguntarle qué era lo que había en esa cueva, pero justo antes de hacerlo.

-Y... ¿Qué tal estuvo tu pequeño tour?- parecía saber la respuesta, su sarcástica sonrisa me lo decía.

Vacilé por un momento ¿debía decirle lo que sucedió esperando una explicación? O ¿debería preguntarle directamente? Decidí preguntarle directamente, si me quedaba esperando una explicación de seguro me volvería a hablar en código o me hablaría con metáforas (lo cual odio).

-Dime ¿exactamente que había ahí?- mi tono, aunque un poco dudoso, era firme.

Su expresión cambio ahora estaba muy serio-. Mira, esto tal vez no te guste, pero es como te dije, es diferente para cada quien-. Al parecer eso lo decía en serio (pensé que era solo otra estúpida metáfora).

-Entonces ¿ahora qué diablos se supone que haga?- comenzaba a exasperarme-. ¡No recuerdo que vi, ni siquiera recuerdo haber visto algo, solo recuerdo despertar tirado en esa maldita cueva!

-Sólo puedo decirte que ahora necesitaras ese Libro más que antes- su expresión había cambiado por completo.

-Sí, sí está... ¿a qué Libro te refieres?- ¿estaba hablando del mismo Libro que conseguí en esa librería? Una cosa era que conociera esa cueva, pero otra era que conociera ese mismo Libro, no parecía ser del tipo de libros que puedes conseguir en cualquier librería-. Ok, ok, dime exactamente ¿de qué Libro estás hablando?

-Sabes perfectamente de que Libro estoy hablando niño-. Me miró de reojo, ambos sabíamos la respuesta a la pregunta.

Vacilé por un instante, aunque me parecieron años-. El Libro Negro- dije por fin.

-Exactamente, no eres tan lento, niño.

-¿Cómo conoces ese Libro?

-Ya te lo dije, mejor será que confíes en ese Libro, y ya deja de preguntar- parecía estarse molestando-. Mejor empieza a buscar el dinero para que pagues esas cervezas.- Al decir eso solo sonrió.

Al final yo termine sonriendo también, y así estuvimos todo el camino hacia el pueblo.

Cuando llegamos al pueblo bajamos del auto y entramos al mismo bar done nos conocimos; nos sentamos y ordenamos una cerveza cada uno.

-¡Ah! Antes de que lo olvide, toma- le dí la daga de vuelta, esperando que la aceptara.

-Oh, así que no te sirvió entonces ¿eh?- la tomó y la observo detenidamente, luego levantó su mirada hacia mí-. ¿Sabes? Puedes quedártela, yo ya no la uso tanto como antes, así que puede que te sirva, o la puedes tener de colección.

-¿Estás seguro? ¿No hay nadie más a quién quieras dársela?

-Bueno... lo cierto es, que sí había alguien- había nostalgia y algo más en sus ojos ¿tristeza? ¿Dolor?-; fue quién me dio ésta daga, pero ya no está.

-Oh, wow, oye lo siento mucho.

-No, descuida, eso fue hace ya mucho tiempo.

Al final acepte la daga. Tal vez le causaba mucho dolor o nostalgia tenerla o tal vez solo quisiera que ese recuerdo viviera en alguien más.

Y así seguimos hablando hasta tarde, cuando terminamos la última ronda, yo me fui al hotel y Aidan siguió su camino.

-Hey, si quieres mañana te puedo llevar al aeropuerto.

-No, no descuida, no quiero molestar.

-No es ninguna molestia de verdad, yo te llevo.

-¿Estás seguro? Bueno, si no tienes inconveniente.

-No ninguno de verdad.

-Nos vemos mañana entonces.

Y así de nuevo cada quien siguió su camino.

Ya en el hotel me preparaba para dormir cuando decidí leer algo, saqué ese enigmático libro y llegué a lo que creo sería un capitulo que hablaba sobre ciertos puntos en el mundo llamadas Cámaras de Contrato. Básicamente eran salas dentro de cuevas de gran magnitud y hermosura a pesar de la mella que el tiempo hacía en ellas. Los hechiceros las usaban para su primer contacto y hacer su contrato con su respectivo Guardián.

Pasé la noche en vela pensando si tal vez yo había estado es una Cámara de Contrato en aquella extraña cueva. Por lo que pude leer estas Cámaras estaban decoradas con todo tipo de runas para cada tipo de hechiceros (los hechiceros podían controlar un elemento especifico- o varios según el Libro- ya sea fuego, agua, tierra, viento, luz u oscuridad) para así despertar sus poderes. Pensé de nuevo en la posibilidad de haber estado en una Cámara lo cual me hacía lamentarme un poco de ser así; si lo que decía el Libro era verdad, y si realmente había estado en una Cámara de Contrato, entonces fue algo que nunca debí hacer al ser un simple humano, a no ser que... yo tal vez... sea uno de ellos...

¡Por favor! ¿Qué clases de estupideces estoy pensando?

Cerré el Libro y me dispuse a dormir, mañana debía volar de vuelta a Venezuela en la mañana a seguir con mi vida normal como lo he hecho hasta ahora.

No conseguí dormir mucho, tuve muchos sueños extraños sobre runas color carmesí y de un profundo color de ébano, espadas escarlata hechas de fuego y arcos y flechas de un profundo color negro como la noche misma, sobre Dragones y Lobos. Peor lo que más se grabó en mi mente fue una voz, una profunda voz que ya había escuchado antes, que me sonada bastante familiar y solo me decía: "por fin has llegado hijo mío, ahora eres digno de nuestro secreto". En ese momento la alarma del celular me despertó de golpe.

¿Tendrán algún significado esas palabras? ¿Y en donde había escuchado esa voz antes? No tenía para preocuparme por eso (aunque si lo tuviera buscaría esas respuestas); tenía que llegar al aeropuerto y en una semana debía comenzar clases en la universidad de nuevo; llamé a Aidan para ver si ya estaba listo.

-Hey Aidan, es Mark ¿estás listo?

-Sí claro ¿a qué hora te busco?

-Pues ¿quieres comer algo antes?

-Claro ¿en la taberna en una hora?

-Por supuesto, nos vemos allá.

Este capitulo lo subiré en dos partes ya que es bastante largo, espero les guste y disculpen la tardanza aun la estoy escribiendo

La Ultima Guerra - PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora