CAPITULO 2

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A la mañana siguiente en el instituto unas grandes gafas cubrían su dulce rostro

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A la mañana siguiente en el instituto unas grandes gafas cubrían su dulce rostro. Si la gente creyó o no la historia de su caída es algo que no le preocupaba, ella no quería que su otro secreto fuese descubierto, prefería que pensasen que le habían pegado a que se enterasen que su cuerpo había sido mancillado de manera brutal.

Pero esa no sería la única vez, una vez el agresor controla a la víctima y sabe que no dirá nada, podrá seguir haciendo con ella lo que quiera, domar su voluntad.

Clara debía huir de allí, se sentía sucia, indigna, sabía que su madre intuía lo que ocurría pero no daba señales de querer ayudarla, en miles de ocasiones le pidió silenciosamente ayuda, con miradas , con gestos, pero su madre se iba a trabajar dejándola allí con aquel demonio.

Hacía cinco meses desde aquel suceso, Clara no tenía dinero pero era organizada, había estado sisando algunas monedas de la compra, había cogido pequeñas cantidades de algún bolsillo, había ahorrado parte de la paga que le daba su madre los viernes. Se privaba de ir al cine o a cenar con sus amigos para guardar ese dinero.

No era suficiente, pero sí lo justo para comprar un billete de tren a alguna parte, algún lugar donde recuperase su dignidad.

Así lo hizo, dejó detrás de sí su vergüenza, sus amigos, a Gabriel y su casa. Dejó tras de si muchos interrogantes.

Una carta que su madre encontró a la mañana siguiente de su huida, hizo que no denunciase su desaparición a la policía, en la carta le explicaba los motivos de su marcha.

Para Clara había sido complicado comenzar de nuevo, sólo se permitió un día para llorar su desgracia, ella era inteligente y puso en marcha su plan. Cinco meses le había llevado ahorrar algo de dinero, necesitaba el dinero del transporte, el dinero para una semana de albergue en el que pudiese permanecer hasta que encontrase trabajo y un sitio para vivir.

Al salir del instituto, muchas tardes se dirigía a la biblioteca con el pretexto de realizar un trabajo...pero planificaba su huida con cuidado, en la biblioteca disponía de tranquilidad y de ordenadores para buscar todo tipo de información. Se acercaba el verano, se decidió por un sitio de costa, seguro que necesitarían ayuda en restaurantes, hoteles...

Denia fue su destino, un pueblo lleno de turistas en el que una chica como ella pasaría desapercibida. La primera semana fue la peor, aunque se dirigió al albergue que había reservado por internet, la búsqueda de trabajo no fue tan rápida como ella creía, salía de día y regresaba bien entrada la noche con los pies destrozados de caminar por las calles y preguntar en prácticamente todos los negocios que se encontraba por el camino.

España pasaba por una época de crisis  económica que no facilitaba la búsqueda de empleo y existía incertidumbre en el sector turístico. Pero ella no se rendía fácilmente, así que un día encontró un pub en el que buscaban camarera. Su aspecto bien parecido fue el motivo por el que el dueño del bar, un italiano afincado en España desde hacía tres años decidió contratarla. Aún careciendo de experiencia.

Durante una semana iba a trabajar una hora antes de su horario para aprender lo básico del oficio. No le costó mucho hacerse un hueco en el local, se la veía esquivando clientes con gran destreza y con una bandeja llena de cervezas en su mano.

Estaba contenta, el sueldo era bueno y las propinas lo mejor, también la suerte le sonrió al conocer a Lex, una compañera de trabajo con la que hizo muy buenas migas. A las dos semanas compartían apartamento, estaba muy cerca del pub, el alquiler le salía muy barato. Podría ahorrar dinero suficiente, para vivir tranquila. No creía que sus padres la buscasen pero...no podría estar segura. 

A veces se sentía sola, pero hizo lo que tuvo que hacer para sobrevivir.

El tiempo pasaba y poco a poco los malos recuerdos se diluían. Comenzaba a ser feliz de nuevo. Su compañera de piso y trabajo le presentó a sus amigos, salían algunos fines de semana, disfrutaban del verano en la playa...Volvía a ser una chica de su edad, con sus problemas y sus preocupaciones pero sabía que con ayuda de Lex su vida cambiaría. Eran muy buenas amigas, se contaban todo y una noche en la que habían bebido mas de una copa de vino, Clara le confesó su secreto más humillante.

Lex la abrazó, en ese momento Clara se sintió protegida y por primera vez en mucho tiempo, no tuvo miedo...


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