Capitulo 9

8.8K 510 36
                                    

El ruido de sartenes y el olor a comida me despertó. Escruté la habitación en la que me encontraba. Me miré y vi que estaba en ropa interior, los recuerdos de la noche anterior llegaron a mí. Me quité las  sabanas de encima y me puse en pie. Abrí un bonito ropero de caoba y rebusqué alguna remera para ponerme. Entre pantalones, camisas y sacos de hombre encontré una bonita remera. Me mire al espejo, me llegaba cinco dedos bajo el trasero, no me quedaba mal. Me encogí de hombros y salí de la habitación de Luke. Caminé por un pasillo que encontré siguiendo el rico aroma.                                                                                                                                   De espaldas sin remera, descalzo y con unos vaqueros gastados que le quedaban estupendamente bien, estaba Luke cocinando,sus músculos se tensaban con cada movimiento que hacía.
-¿Te gusta lo que ves? – preguntó volteándose.
-Mhh, no tengo de que quejarme - dije abrazándolo por detrás y posando mi barbilla en su hombro, me quitaba media cabeza por lo que tuve que ponerme de puntillas.                                                 
-Esa remera mía te queda muy bien.                                                                                                                                                                                     -Pensaba quedármela.
En un rápido movimiento estaba contra la pared con ambas muñecas sobre mi cabeza.                                                                                       Levanté la cabeza para observarlo detenidamente, comenzando por su definida mandíbula, sus gruesos y rojos labios, me hacían recordar a una oruga, sonreí mentalmente por la ocurrencia. Tenía una  bonita nariz- no es que vaya por ahí viendo las narices de la gente, pero ya que lo estamos describiendo vamos a hacerlo bien-. Y sus ojos, bueno eran como cualquier otros ojos marrones, pero si los mirabas bien notabas que tenían pequeñas vetas verdosas. Soné como esas chicas enamoradizas cuando ven al amor de su vida. Para hacerlo más corto era sexy, muy sexy. La primera vez que lo vi no sé si fue su aspecto de chico malo que le daban sus brazos tatuados, o si fue su mirada juguetona de quiero follarte, pero tuve una corazonada de que en un futuro íbamos a compartir muchas cosas. Y no lo digo en el sentido de que con una mirada sentimos el famoso "amor a primera vista", y vi en una fugaz imagen nuestro futuro juntos, casados, con hijos felices para toda la vida, fue más bien como el comienzo de una nueva gran amistad, en la que obviamente habría más que amistad, pero sabía que podría confiar en él. Okey, me fui al diablo, ¿desde cuándo estoy tan romántica y sentimental?                                                                                                                                                                                           Sus labios sobre los míos me hicieron borrar cualquier pensamiento, sonrío sobre mi boca cuando le di pase libre a su lengua. Pasó de ser un beso tierno y suave a uno salvaje y lleno de pasión, la temperatura fue subiendo, enrollé mis muslos en su cadera, mientras me depositaba sobre la mesa. Comenzó a repartir besos por todo mi cuello, corrí la cabeza para dejarle más espacio. Jadee al notar su bulto en mi entrepierna. El olor a quemado hizo que nos separáramos. A trompicones y largando maldiciones fue a apagar la cocina. Comencé  a reírme mientras Luke tiraba el desayuno ahora todo chamuscado a la basura y dejaba los tachos en agua.                                        
-Ni sueñes que me dejaras así- miré a su muy crecido amiguito, lo que me divirtió más aún.
-Pero tengo hambre- reproché como niña chica, mientras me subía escalera arriba.
-Puedo solucionarlo – dijo con una sonrisa lobuna.
Creo que no precisan detalles de lo que sucedió luego.
Ahora estábamos acostados en su cama. El me acariciaba el pelo mientras yo trazaba círculos en su pecho.
-Sexo mañanero  – dijo – mi favorito.
Asentí con la cabeza, a este paso me estaba durmiendo. Parece que lo notó ya que me zarandeo.
-Venga no te duermas, aún no has conocido mis dones culinarios.
-¿Hablas de tus dones para quemar comida?- pregunté divertida
-Eso solo pasa cuando chicas sexys me distraen.
-¿Me estás diciendo que otras chicas te han hecho quemar desayunos? – pregunté intentando sonar  como una novia celosa.
-Descuida amor- dijo siguiéndome el juego – ninguna lo hacía tan bien como tú.
Iba a contestarle pero el ruido de mi barriga nos interrumpió. Lanzo una carcajada, que riza dios.
-Anda ve a bañarte mientras yo preparo el desayuno.
-¿Me estás llamando apestosa?- puse mis brazos en jarra en una pose enfadada.
-Nunca dije que no me gustara tu olor, es más, tienes un exquisito aroma a recién follada.
Cerró la puerta un segundo antes de que la almohada diera contra ella. Oí su risa mientras se alejaba.                                                              Sacudí la cabeza, idiota.
(Un idiota sexy)
Y por primera vez no pude estar más de acuerdo con mi conciencia.

La perfección nø existeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora