Capítulo 6

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Kenji deja escapar un silbido.

Castillo está gritando el nombre de Adam, pidiéndole que fuera más despacio, que hablara con él, para discutir las cosas de una manera racional. Adam nunca mira hacia atrás.

-Te dije que estaba molesto -murmura Kenji.

-No está molesto. -Me oigo decir, pero las palabras se sienten distantes, desconectadas de mis labios. Me siento entumecida, como si mis brazos se hubieran cortado.

¿Dónde dejé mi voz?, no puedo encontrar mi voz, no puedo encontrar mi...

-¡Aja! Tú y yo, ¿eh? -Kenji aplaude con sus manos-. ¿Estás lista para que tu trasero sea pateado?

-Kenji.

-¿Si?

-Quiero que me lleves a donde quiera que fueron.

Kenji me está mirando como si sólo le hubiera pedido que se pateara a él mismo en la cara.

-Uh, sí, ¿qué tal un infiernos que no a esa petición? ¿Eso funciona para ti? Porque para mí me funciona.

-Necesito saber qué está pasando. -Me dirijo a él, desesperada, sintiéndome estúpida-. Ya lo sabes, ¿no? Sabes lo que está mal...

-Por supuesto que lo sé. -Cruza los brazos. Me mira-. Vivo con ese pobre diablo y prácticamente dirijo este lugar. Lo sé todo.

-Así que, ¿por qué no me lo dices? Kenji, por favor...

-Sí, bueno, eso no va a pasar, ¿pero sabes lo que voy a hacer? Te ayudaré a salir urgentemente de este comedor donde todo el mundo está escuchando todo lo que decimos. -Esta última parte, la dice en voz alta, mirando a su alrededor en la habitación, sacudiendo la cabeza-. Vuelvan a sus desayunos, gente. No hay nada que ver aquí.

Es entonces cuando me doy cuenta del espectáculo que hemos hecho. Todos los ojos en la habitación están parpadeando ante mí. Intento una débil sonrisa y una onda nerviosa antes de permitir a Kenji sacarme de la habitación.

-No hay necesidad de saludar a la gente, princesa. No es una ceremonia de coronación. -Él me detiene en uno de los muchos pasillos largos y con poca luz.

-Dime lo que está pasando. -Tengo que parpadear varias veces antes de que mis ojos se acostumbren a la iluminación-. Esto no es justo... todo el mundo sabe lo que está pasando, excepto yo.

Se encoge de hombros, se inclina con un hombro contra la pared.

-No me corresponde a mí decirlo. Quiero decir, me gusta meterme con el chico, pero no soy un idiota. Me pidió que no dijera nada. Así que no voy a decir nada.

-Pero, quiero decir, ¿él está bien? ¿Puedes decirme al menos si está bien?

Kenji se pasa la mano por los ojos, exhala, molesto. Me dispara una mirada. Dice:

-Muy bien, como, ¿alguna vez has visto a un choque de trenes? -Él no espera a que le responda-. Yo vi uno cuando era un niño. Era uno de esos trenes grandes y locos con mil millones de vagones enganchados todos juntos, totalmente descarrilado, la mitad explotó. Mierda, estaba en llamas y todo el mundo gritaba y tú acabas de conocer a personas que habían muerto o estaban a punto de morir y que realmente no quieres ver, pero no puedes mirar hacia otro lado, ¿sabes? -Él asiente con la cabeza. Se muerde el interior de la mejilla-. Eso es un poco como eso. Tu chico es un maldito choque de trenes.

No puedo sentir mis piernas.

-Quiero decir, no lo sé -sigue Kenji-. ¿Personalmente? Creo que está exagerando. Cosas peores han pasado, ¿verdad? Demonios, ¿no estamos oyendo cosas locas? Pero no, el señor Adam Kent no parece saberlo. Ni siquiera creo que él duerma más. ¿Y sabes qué? -añade, apoyándose-. Creo que está empezando a asustar a James un poco, y la verdad es que está empezando a cabrearme, porque ese chico es demasiado bueno y demasiado genial para tener que lidiar con el drama de Adam.

Miau.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora