SVANTE

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Grité con lo último que me quedaba de fuerza, sentí mi garganta desgarrarse, con mis manos busqué la perilla de la puerta entre la oscuridad. Lo último que escuché fue el sonido que produjo mi cabeza al ser golpeada contra la paren, un dolor punzante me invadió y un líquido espeso surcó mi cara antes de desvanecerme en el suelo y perder la conciencia.

Unas frías y delicadas manos sujetaban mis pies de forma brusca y los apretaban haciéndome sentir mucho dolor, intenté gritar, las palabras morían en mi boca cuando las intentaba sacar. Vi como Svante soltaba mis pies y me alzaba por los hombros, no podía moverme. Me recostó sobre una cama de sábanas finas y traslúcidas, mis ojos abiertos sin pestañear ni en un solo momento, con sus frívolas manos recorrió mi cuerpo acariciando cada parte del ostentoso vestido que él me había ordenado que usara, desabrocho la parte del escote, sus manos recorrían con parsimonia mis pechos, subió hasta mi cuello, lo sujetó con su mano y comenzó a presionarlo. El aire se me iba de los pulmones, quise mover los labios pero parecían estar pegados.

Sus ojos me observaban con extraña fascinación y un destello de lujuria confundida con ira. Él movió su otra mano hacia mi rostro y lo acarició, una lágrima broto de mí, con su dedo pulgar la limpio suavemente dejando salir una risa burlesca.

-Mi preciosa muñequita, te prometo que estarás siempre conmigo- terminó de decir eso y mi conciencia se desvaneció dejándome en la nada.

CONTINUARÁ

El secreto de SvanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora