Los bosques aullaban, el viento se deslizaba hasta el monte del Yggdrasil, zarandeando las miles de hojas del bosque circundante, lo único que interrumpía la paz del lugar era un ejercito de diversas razas que se dirigían al mismo monte que el viento. El ejercito formaba en una línea de diez soldados de grosor, lo conformaban Jotuns, una raza grande y fuerte, de unos dos metros de alto y mucho bello, los Liosalfar, una raza de tamaño humano pero delgados, pálidos y de orejas puntiagudas y los Dvergur, enanos barbudos y corpulentos.
Este ejercito estaba comandado por Yorim, un Jotun del clan Heidrún, Yorim se encargó personalmente de la misión que los llevaba allí, cazar a Nidhogg.
Yorim, el primero en llegar a la falda de la montaña echó un vistazo a la cima, alcanzando a ver a Yggdrasil, el árbol sagrado, hoy en día partido y podrido. Después Yorim, miro a su esposa Maviss, la cual se encontraba a su derecha, al igual que él estaba montada en un caballo de las montañas del este, estos caballos eran los mas grandes de la región y los únicos que soportaban a un jinete Jotun y por tanto se convirtieron en una montura famosa de su raza.
-¿Estas seguro de que esta allí arriba?- Preguntó Maviss a su marido dudando de que su presa estuviera encima de aquella montaña.
-Si un animal escapa... vuelve a su madriguera- Le respondió Yorim serio.
Por su izquierda se acercó Gorm también montado en un caballo de montaña, Gorm era uno de los hijos de Yorim y Maviss, el cual hace poco que cumplió la edad suficiente para considerarse un soldado y digno sucesor de Yorim.
-¡Padre!- Gritó Gorm- Permíteme liderar el ataque, estoy preparado, y así seré recordado como algo más que el hijo de Yorim el Matadragones- Pero Gorm paro en seco al decir eso, él recordó que por muy merecido que tuviera Yorim el titulo de Matadragones, a su padre no le hacia gracia que se lo mencionaran desde la perdida de sus compañeros de caza, a manos de Nidhogg.
Gorm miró avergonzado a su padre, el cual se reprimió el mal humor que le recordaba el titulo.
-Tranquilo hijo... eres joven y tienes toda la vida por delante, estoy seguro que serás recordado por algo más que ser mi descendiente, pero no puedo permitirte que lo hagas... es mi deber liderar tal ataque, pero tu tienes una tarea más importante, debes proteger a los Liosalfar para que el plan funcione.
Los Liosalfar eran expertos en todo tipo de magia, pero su debilidad muscular genética hacía que no fueran buenos guerreros y por eso Yorim mandó a su hijo a protegerlos con un grupo de Jotun y enanos.
-Deseo ir contigo Yorim- Espetó Maviss- Como tu esposa he de asegurarme de que sigas vivo- Le exigió con tono burlón.
-¿Crees que no aceptaré la ayuda de la líder de las Valkirias?- Respondió Yorim reconociendo el titulo de su esposa.
Las Valkirias eran las mejores jinetes de todo el pueblo de los Jotun, este grupo estaba compuesto solo por mujeres, ya que estas normalmente pesaban menos que los hombres de su raza, y hacían que sus caballos fueran más rápidos. Su nombre proviene de las antiguas acompañantes de los guerreros caídos al Valhalla.
El ejercito prosiguió su marcha por la senda que llevaba a la cima de la montaña, la líder de los Liosalfar que allí se encontraban se adelantó en su corcel para hablar con Yorim, Gorm que se encontraba a su izquierda le dejó paso para hablar con su padre.
Su nombre era Aranel, era pelirroja, algo muy raro en su raza. Aranel llegó al poder hace poco, tras la muerte de su anterior líder, también a manos de Nidhogg. A diferencia de los Jotun, los lideres de los Liosalfar sólo ejercían como representación del consejo de sabios.