Había sido una época de cosecha dura... Yorim tenía solo veinte años, para los Jotun eso era aun bastante pequeño, su pueblo se encontraba al norte, en una parte que nevaba en otoño primavera e invierno, solo tenían el verano para cosechar. Las de más razas del mundo los llamaban los gigantes norteños, ya que había otros Jotun repartidos por otras direcciones en el mundo, pero solo ellos en el norte, y su rey era el padre de Yorim, Kernon.
Kernon era un rey justo, siempre intentaba que su pueblo sobreviviera pasase lo que pasase, el rey Kernon era un niño cuando los dragones llegaron al mundo y esclavizaron a todas las razas conocidas. Ellos no eran una excepción, su pueblo debía rendir tributo a Friogg, un dragón de escamas cristalinas de ocho metros de altura si estiraba bien sus extremidades, y de veinte metros de longitud, de cola a su enorme boca llena de dientes afilados los cuales parecían estalactitas de hielo.
Cada fin de verano, Friogg llegaba al pueblo y exigía alimentos, una cantidad igual a la que necesitaba el pueblo entero para sobrevivir en invierno, por tanto los gigantes norteños debían producir el doble de comida que necesitaban.
El rey Kernon no tardó en darse cuenta de que los dragones no necesitaban comer nada en absoluto, y que Friogg solo lo hacía por diversión.
Ese año no hubo comida suficiente, el rey Kernon se reunió con su consejo semanas antes de que llegara Friogg, dejó a Yorim fuera de esta conversación, esto le molestó, no entendía por que siempre llevaba a Yorim a todos los asuntos importantes para que aprendiera, pero esta conversación que si le interesaba... lo expulsó.
Cuando el rey salió de la camara del consejo Yorim le persiguió por todo un pasillo de piedra lleno de antorchas para calentar esos muros.
-¡Padre!- Le gritó Yorim al alcanzarlo.
-Hijo ahora no tengo tiempo- Respondió.
Yorim se paró en seco.
-¡Padre no puedes darle la comida!, piensa cuantos niños morirán de hambre en invierno... el consejo esta lleno de ancianos,¿Cuantos sobrevivirán a un invierno sin comida?.
El rey Kernon se paró en seco al oirle decir eso.
-Haré lo que sea necesario para proteger a mi pueblo- Frunció el ceño y se marchó.
Esa noche Yorim espió a su padre a través de la puerta entre abierta de su habitación, vio como su padre se quitaba la corona y la dejaba encima de un mueble, y como si de un gran peso se hubiera librado se sentó en una silla dejándose caer y se puso a fumar de su pipa.
Yorim observó deteñidamente la corona, estaba hecha de hierro enanico, como un regalo para el abuelo del gigante por su ayuda al pequeño pueblo.
A un rey no debería de pesarle la corona, la corona es solo un símbolo, pensó Yorim.
A una semana de la llegada de Friogg Yorim vio como su padre preparaba su enorme caballo para partir.
Yorim se acercó corriendo.
-Hijo, ¿que quieres? - Le preguntó su padre al verle acercarse.
Yorim se enfado al ver su pasividad.
-¿A donde vas padre?.
Kernon miro al norte, hacia unas enormes montañas nevadas.
-Voy a ver a Friogg, quiero negociar con él.
Yorim tensó su cara de desagrado.
-No se puede negociar con un dragón, somos sus esclavos...
Kernon relajo su expresión para que su hijo pudiera empatizarse con él.
-Y por eso lo que menos quieren es que muramos todos, se quedarían sin divertimento- Sonrió Kernon.