7. ¿Ahora qué?

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El camino fue silencioso, nadie era capaz de decir algo por la impresión de lo ocurrido, o por la increíblemente rápida reducción del grupo, pasando de ser cinco personas a ser tres.

Volvimos al hotel del que habíamos partido hace horas, esta vez, con una sola habitación. Entendiendo sin necesidad de palabras, que no queríamos estar solos después de todo lo que acaba de pasar.

Sam y yo nos derrumbamos en la litera y Jem en la cama individual. Tomé el celular de Sam, al no saber dónde está el mío y le marco a Will.

El numero que usted marco no se encuentra disponible– Dijo la fastidiosa voz del contestador.

Y así unas treinta veces más. Hasta que Sam bajó de su cama y se sentó en la mía, sabiendo cuanto nos necesitábamos una a la otra, lloramos juntas.

Jem también se acercó, y lloró. Los tres nos mantuvimos juntos hasta que ya no hubo más lágrimas, hasta que ya estábamos secos por dentro y no podíamos hacer nada mas, salvo levantarnos y seguir con lo que habíamos comenzado juntos. Eso y esperar que Teresa y Will estuviesen bien y contestaran pronto nuestras llamadas.

Will

No quería dejar a mis amigos así, pero Teresa estaba herida y debía ayudarla, sobre todo porque sospechaba quien había sido el causante del ataque.

Entregue a Teresa a una ambulancia y empecé a cojear falsamente para atraer la atención de un policía.

Joven ¿Se encuentra usted bien? – Me pregunto.

No mucho, pero necesito ir a casa– Dije, haciendo una mueca de dolor.

Claro, venga conmigo– Dijo, conduciéndome a su patrulla.

Gracias– Le conteste.

Amablemente, me llevó al cuartel de la ORGV sin saber exactamente a donde se dirigía, baje de la patrulla y entre poniendo mi huella digital en el panel camuflado junto a la puerta.

¡William! No esperaba verte por aquí tan pronto– Dijo el capitán, la persona que justo estaba buscando.

La verdad– Conteste, sacando mi rabia– No estaría aquí si no hubiese mandado a sus subordinados al café donde estaba llevando a cabo mi misión perfectamente a causar un ataque donde un elevado número de civiles resultaron heridos.

Sígueme William– Dijo él, manteniendo su habitual calma.

Llegamos a su oficina y el saco a los dos guardaespaldas que lo acompañaban, para solo quedar solo los dos.

Escucha, se que has puesto mucha dedicación a esta misión– Comenzó– Pero has tardado demasiado, ella debería estar muerta desde hace mucho tiempo, su familia debe pagar todo lo que le hizo a la mía, y la mejor manera, es con el eslabón más querido y débil.

¡Pero ella no tiene la culpa! – Le grite.

–William, espero que pasar tanto tiempo con esa insignificante chica no te haya ablandado, porque si no, me vería en la obligación de removerte de la misión y poner a alguien más eficiente en tu lugar.

–Por supuesto que no señor, mi deber con ustedes está primero.

–Me alegra oír eso, ya que estés tan motivado, tienes una semana para completar la misión y volver aquí para ser signado a otra.

–Pero...

–Nada. Te voy a dar un auto nuevo, volverás y cumplirás lo que debes ¿O es que debo recordarte tu deuda de nuevo?

–No es necesario

Puedes irte – Agrego el capitán, sentándose a leer su libro tranquilamente, como si hace unos segundos no hubiese llevado a cabo una terrible amenaza.

Salí derrotado de la oficina, yendo a donde están las llaves de los autos que dispone la ORGV y tomando las primeras que encuentro.

EN LA ORGV:

Marlene – Dijo el capitán desde su oficina.

¿Si capitán? – Dijo entrando una chica menuda y rubia a su oficina.

Necesito que me envíes inmediatamente al escuadrón 17– Ordeno este.

En seguida– Dijo Marlene, saliendo de la oficina.

Ella se dispuso a cumplir la orden de su superior tan pronto como se sentó en su escritorio.

Unos minutos después, entraron a la oficina del capitán, los componentes del escuadrón 17, el escuadrón de reserva, el más despiadado de todos.

¿Quería vernos, señor? – Pregunto la primera de ellos.

Claro Teresa, pasen – Dijo el capitán.

Holaaa!! El capitulo de hoy fue un poco depre, pero era necesario, y lo que viene ahora...

Mau y Mary

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